Francia, ante el reto de los yihadistas que salen de prisión

El Gobierno crea una unidad específica para vigilar a unos 450 radicalizados que cumplirán sus condenas de aquí a finales del 2019

Agentes franceses arrestan a un sospechoso en una redada en Saint-Denis, en el norte de París, el 18 de noviembre del 2015, tras los ataques yihadistas de la semana anterior.

Agentes franceses arrestan a un sospechoso en una redada en Saint-Denis, en el norte de París, el 18 de noviembre del 2015, tras los ataques yihadistas de la semana anterior. / periodico

Eva Cantón

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Los servicios antiterroristas franceses se enfrentan a un doble reto. Por un lado, la amenaza potencial que supone el regreso de los yihadistas franceses que se unieron a las filas del autoproclamado Estado Islámico (EI) en Siria e Irak. Por otro, la salida de prisión de individuos radicalizados una vez cumplida su condena.

Según cifras oficiales, casi el 10% de los 512 detenidos por terrorismo habrán purgado su pena de aquí a finales de año y, a lo largo del 2019, abandonarán las cárceles francesas un tercio de los 1.300 reclusos condenado por delitos comunes radicalizados en los centros penitenciarios. En total, saldrán en libertad unos 450 individuos, 50 de ellos terroristas islamistas.

Ante este escenario, el Gobierno se organiza para encarar una amenaza cada vez más polimórfica. El Ministerio del Interior ha creado una unidad específica para coordinar las labores de vigilancia de una población que, en palabras del fiscal antiterrorista François Molins, plantea un “gran riesgo” para la seguridad del Estado.

Lejos de haberse arrepentido, es muy probable que muchos de ellos se hayan endurecido todavía más durante su estancia en la cárcel, advirtió Molins hace unos días.

La Dirección General de Seguridad Interior (DGSI) será la encargada de mantener bajo su radar a los condenados por terrorismo mientras que los que han cumplido condena por delitos comunes pero dan muestras de haberse fanatizado estarán a cargo de los Servicios Centrales de Información Territorial (SCIT). La Unidad de coordinación de la lucha antiterrorista (Uclat) pilotará el seguimiento de todos los exconvictos.

La vigilancia es obligada. La prisión no logra que los condenados se desvinculen de la ideología violenta islamista. Es una de las razones por las que debemos evaluar su peligrosidad”, admitía al diario ‘Le Parisien’ Catherine Champrenault, fiscal general del Tribunal de Apelación de París, Catherine Champrenault.

Los servicios de la lucha antiterrorista sostienen que desenganchar a hombres, mujeres y niños que han pasado por Siria e Irak es complicado. Apuntan, además, otro fenómeno observado en las cárceles: la multiplicación de los matrimonios entre condenados por terrorismo o fichados por radicalización.

Muchas veces se trata de bodas religiosas a distancia, a través de redes sociales, pero que mantienen en activo los vínculos de afinidad, según han indicado a ‘Le Monde’ fuentes penitenciarias.

Agentes penitenciarios

Pero además de terreno abonado para el proselitismo yihadista, la cárcel es un laboratorio que permite a los servicios secretos conocer el ecosistema del islamismo radical. Desde el 2017, la Administración penitenciaria dispone de 300 agentes cuya misión es saber con precisión todo lo que pasa en las celdas. “Los seguimos paso a paso”, ha resumido la ministra de Justicia, Nicole Belloubet.

Por otro lado, el Gobierno tiene previsto presentar este mes de junio un nuevo plan de acción contra el terrorismo que se unirá al de lucha contra la radicalización anunciado el pasado febrero.