Crisis en un país latinoamericano

Tarifazo e inflación en Argentina: una fábrica de pobres

La espectacular subida de los precios hace estragos entre las familias de menos recursos económicos que han perdido hasta un 25% del valor adquisitivo

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Abel Gilbert

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"Hay gente que delinque, es la primera vez que está pasando por eso, pero por una necesidad, un apremio económico". La descripción no pertenece a un antropólogo sensibilizado con la suerte de los argentinos más golpeados por el ajuste. Son palabras del jefe de policía bonaerense, conocida como “la maldita”, por su escasa amabilidad y sus casos de corrupción, el comisario Fabián Perroni, quien dejó con la boca abierta de sorpresa (y enojo) hasta al mismo Gobierno. Perroni aseguró que “la falta de inclusión” lleva  al aumento del delito. “Coincido en parte. Puede ser una de las causas”, dijo después el jefe de la Policía Federal, Néstor Roncaglia. Los responsables de las fuerzas de seguridad, ejecutoras de una nueva política de “mano dura” dirigida de manera especial a hacia los pobres, hicieron un involuntario, inédito y descarnado diagnóstico que los números complementan.

Según las últimas cifras oficiales existe un 28% de pobres en este país. Los niños de hasta 14 años representan un 39,7% de esa cifra total mientras que los jóvenes de entre 15 y 29 años contabilizan otro 31,3%. Entre el 71% de las personas más vulnerables a la crisis se encuentran por lo tanto muchos de los que la policía observa como potencialmente ladrones, según los organismos defensores de derechos humanos. La inflación y los tarifazos se han convertido en fábricas de nuevos pobres.

El precio del servicio de la energía acumula desde 2016 una subida del 1.800% y se contemplan nuevas subidas de entre el 25% y el 30%. El gas tuvo una nueva alza en abril y ya aumentó un 1.030%. En cuanto al agua, los aumentos han sido del 550%. El transporte público tendrá solo este año un incremento del 70%. Todos estos aumentos de precios impactan, como el dólar, en la cesta familiar.

El primer año de Mauricio Macri como presidente cerró con una inflación de 41%. En el 2017 bajó al 24,8% pero este año amenaza con duplicar la tasa del 15% fijada por las autoridades. De acuerdo con la consultora privada Kantar World Panel, la incidencia de los tarifazos en la capacidad adquisitiva de los sectores sociales más débiles es del 25%.

Nuevos hábitos

Las heladerías cierran porque no pueden pagar la luz. En los bares y cafeterías se ha empezado a cobrar a los clientes por el uso de la energía para los ordenadores (unos 20 centavos de euro). Como los asalariados han perdido un 7% de su poder de compra, se ha reducido el consumo de carne. Cuando eso sucede, los argentinos buscan un reemplazo de emergencia en las harinas. Pero el pan también se ha ido por las nubes. El pasado 25 de abril, el gremio de los panaderos regaló frente al Congreso cinco toneladas de sus productos para denunciar los efectos de los tarifazos y la inflación. Las ventas, advirtieron, se han derrumbado un 70%.

La oposición ha logrado aprobar en la cámara de Diputados una ley que anula los últimos aumentos de tarifas para situarlas en valores del 2017. Se espera que el Senado haga lo propio. Macri ya dijo que vetará esa iniciativa. El ministro de Energía, Juan José Aranguren, defendió las medidas en curso. “Se están tomando hoy para lograr que, cada vez, haya menos gente en la pobreza”. “Lo que vemos es que la pobreza y la indigencia han aumentado claramente. Además, en los barrios hay un nivel de atropello no solo de derechos sino también de estigmatización de los jóvenes por parte de las fuerzas de seguridad. No custodian, te reprimen”, le respondió el diácono Ricardo Carrizo, uno de los Curas de la Opción por los Pobres.