La OSCE arroja algunas sombras sobre la abrumadora victoria de Orbán en Hungría

Los observadores europeos denuncian la manipulación de los medios públicos, la "retórica intimidatoria" y la "financiación opaca" de las campañas electorales

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Carles Planas Bou

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La noche del domingo fue la soñada por Víktor Orbán. En unas elecciones que se alargaron más de lo previsto, el controvertido primer ministro ultraconservador volvió a coronarse al obtener el 49% de los votos, que permitirán a su partido, Fidesz, hacerse con los 133 escaños del Parlamento húngaro necesarios para una mayoría absoluta que le permita modificar la Constitución a su antojo.

Sin embargo, el deseado resultado de los comicios también está plagado de dudas. Así lo han denunciado este mediodía los observadores de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) desplegados por Hungría. “La retórica intimidatoria y xenófoba, el sesgo mediático y la financiación opaca de las campañas han limitado el espacio para un debate público genuino, obstaculizando la capacidad de los votantes para tomar una decisión plenamente informada”, reza su informe.

Los observadores han remarcado su preocupación por la televisión pública, que con la difusión de mensajes nacionalistas e islamófobos“ha favorecido claramente al partido del Gobierno”. Desde su regreso al poder en el 2010, Orbán se ha servido de sus mayorías absolutas para endurecer las leyes y el control sobre los medios de comunicación y para depurar los medios públicos de voces críticas. La OSCE ha denunciado que ello pone en riesgo la libertad de prensa.

Denuncia de compra de votos

Además, la principal televisión privada del país, RTL KLUB, ha difundido este lunes un audio en el que supuestos miembros del Fidesz hablan de la compra de votos en la ciudad de Pécs, en el sur del país.

El autocrático tejido de corrupción que envuelve a Orbán también ha preocupado a los observadores, que han visto en el uso reiterado que el Gobierno ha hecho de fondos públicos para pagar sus “campañas de información” un peligro que “socava la capacidad de los candidatos para competir en igualdad de condiciones”.

Recomendaciones ignoradas

Con ello, la OSCE se refiere al hecho de que dos semanas antes de las elecciones cientos de carteles con mensajes contra los inmigrantes aparecieron en las calles húngaras, ensalzando así el discurso electoral de Orbán, especialmente agresivo.

Aun así, Douglas Wake, el director de la misión internacional de observación, ha asegurado que esa superposición entre el uso de dinero público y del partido gobernante ya se dio en las elecciones del 2014, que fueron “libres pero no justas” y ha confesado que el Gobierno húngaro ha ignorado todas sus recomendaciones.

Hombre fuerte

A pesar de las denuncias, la victoria de Orbán da alas a un discurso chovinista, antiinmigración y euroescéptico que no para de ganar adeptos por todo el continente. “Se convirtió en un referente para los populismos de Europa gracias a su fuerza en casa. Ahora eso se revalida”,  explica András Bíró-Nagy, director del 'think-tank' húngaro Policy Solutions.

Pero aunque su deriva ultranacionalista y xenófoba señala a Bruselas como epicentro de todos los males y refuerza a la ultraderecha continental, Orbán forma parte del Partido Popular Europeo, grupo al que pertenecen jefes de Estado como la cancillera alemana Angela Merkel y el presidente español Mariano Rajoy.