Elecciones legislativas

Orbán revalida su mayoría absoluta en Hungría y perfila su cuarto mandato

Carles Planas Bou

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Al final no ha habido sorpresa. El controvertido primer ministro ultraconservador Víktor Orbán ha vuelto a imponerse en las elecciones legislativas de Hungría con un 48,9% de los votos. A pesar de que se temía que una campaña electoral marcada por los escándalos de corrupción del gobierno podía mermar su fuerza, el líder del partido Fidesz ha revalidado su mayoría absoluta al asegurarse 134 de los 199 diputados del parlamento, dos tercios de la cámara que le permitirán seguir gobernando cómodamente y reformar la constitución a su antojo en su tercer mandato consecutivo.

Las malas noticias para Europa también llegan más allá de Orbán. Tras la disolución de la alianza entre partidos del centro-izquierda (Összefogás) que concurrieron de la mano en 2014, la segunda plaza electoral también ha caído en manos del creciente populismo etnicista e islamófobo de Jobbik, que ha capturado el 19,8% de los sufragios. “A pesar de seguir la estrategia de Le Pen para captar voto descontento de todos los espectros políticos sigue siendo ultraderecha, pero con una cara más amable”, explica András Bíró-Nagy, director del think-tank húngaro Policy Solutions. Aún así, su fracasado intento de acabar con la mayoría absoluta de Orbán ha llevado al líder ultra Gábor Vona a presentar su dimisión.

Esa disolución también ha dejado al Partido Socialista Húngaro (MSZP) muy tocado. Con tan solo el 12,4% de los votos, esta formación socialdemócrata ha quedado relegada al tercer puesto. Sintomático de lo que ocurre en toda Europa, en los últimos 12 años el MSZP ha pasado de ser una fuerza mayoritaria al frente del gobierno con hasta un 43% de apoyos a ser superada por una ultraderecha impulsada por la crisis económica y la de los refugiados. Su líder, Gyula Molnár, también ha dimitido.

Como en la campaña, la votación tampoco ha estado exenta de controversia. A media tarde, la principal televisión privada del país ha destapado una grabación sobre la compra de votos y de transporte a los votantes por parte de Fidesz, el partido de Orbán. Mañana los observadores internacionales hablarán de esas irregularidades. La inesperada alta participación, que a las 18:30 horas era del 68,13%, ha hecho retrasar el cierre de los colegios electorales y el recuento

La metamorfosis húngara

Liderada por un ‘hombre fuerte’, Hungría se ha convertido en los últimos años en el principal representante europeo de lo que el mismo ha llamado “democracia iliberal”. La metamorfosis húngara ha sido paralela con la de Orbán. En 1989 saltó a la arena política con su crítica a la ocupación soviética y la exigencia de elecciones libres. Entonces era un joven ateo y de izquierdas. Fundó el Fidesz y en 1998 llegó al poder con tan solo 35 años.

Tras el ingreso húngaro en la Unión Europea del 2004 un Orbán en la oposición inició un giro escéptico hacia Bruselas y sus élites comandado por su nacionalismo étnico. En 2010 regresó al poder con la mayoría más absoluta de la Hungría democrática, dándole carta libre para perseguir a la prensa, tejer un sistema plagado de corrupción y con tics autoritarios a la imagen de la Rusia de Putin y alzarse como paladín del cristianismo homófobo.

Con la llegada de refugiados al continente en 2015, Orbán ha tratado de captar el voto radical de Jobbik con un discurso belicista contra el Islam y levantando vallas dentro del supuesto espacio Schengen de libre circulación. Su campaña electoral, más incendiaria que la de los ultraderechistas, ha exprimido la conspiración por la cual el multimillonario estadounidense de origen húngaro y judío George Soros está detrás de una supuesta “islamización” del continente.

Enemigo y aliado

Junto a la ultracatólica Polonia, la Hungría de Orbán ha encabezado el principal grito de protesta contra Bruselas de la UE y ha liderado el llamado Grupo de Visegrado que también integran la República Checa y Eslovaquia.

‘Viktator’, como es conocido por un autoritarismo con el que el presidente de la Comisión Europea Jean-Claude Juncker ha bromeado, es a la vez una amenaza a las directrices comunitarias y un aliado imprescindible para el Partido Popular Europeo, los Estados Unidos y la OTAN.