TENSIÓN EN EL GIGANTE SURAMERICANO

El Supremo de Brasil coloca a Lula más cerca de la cárcel

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Abel Gilbert

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Brasil estuvo en vilo 11 horas durante las que el Supremo Tribunal Federal (STF) definió la suerte inmediata de Luiz Inácio 'Lula' da Silva. Por seis votos contra cinco, la máxima instancia judicial activó el mecanismo que puede enviar a la cárcel a quien fuera dos veces presidente de ese país y aparece como favorito en las elecciones del 7 de octubre.

Los jueces deliberaron en medio de inéditas presiones mediáticas e incluso militares. Después de un intercambio de argumentos en los que abundaron filosas observaciones en contra y a favor de otorgarle a Lula el beneficio que le habría permitido proseguir su campaña cara a los comicios, Carmen Lucía, la principal autoridad de la Corte, se inclinó por los primeros. Ahora, el regreso de Lula al Palacio Planalto queda en el limbo. En cualquier momento, el juez Sergio Moro, enemigo declarado del del fundador del Partido de los Trabajadores (PT), tiene las manos más libres para pedir su detención. Su defensa cree que todavía podría aprovechar algunos resquicios legales que demoren e incluso frenen la consumación del principal anhelo de los sectores más conservadores de Brasil: ver a Lula en una celda de Curitiba, en el estado de Paraná.

El tenso final de la sesión en cierta medida había sido anticipado. A un juez le tocaría desempatar. Se pensaba que ese papel sería desempeñado por Rosa Weber. La última palabra fue sin embargo de Lucía, quien consideró que el Supremo tiene un papel "insustituible en la democracia". Cuando los votos era cinco de cada lado, y la presidenta del STF dijo que seguiría la línea de razonamiento del ministro Luís Roberto Barroso, se terminaron las últimas y débiles esperanzas de Lula. Horas antes, Barroso había sostenido, para sorpresa de no pocos juristas, que la presunción de inocencia es un principio pero “no una regla absoluta”. Ella dijo algo parecido: "el precepto de presunción de inocencia no puede ser considerado de manera aislada".

Silencio ante el revés judicial

Lula se abstuvo de comentar el dictamen. Lo había esperado en la sede del sindicato de obreros metalúrgicos en la periferia industrial de Sao Paulo, ahí donde en la década de los 80 encabezó una histórica huelga que le dio dimensiones épicas. Lo acompañaban líderes sociales e intelectuales dispuestos a velar por su integridad. Días atrás, una caravana encabezada por Lula en el sur brasileño fue emboscada a tiros y sentó un peligroso precedente en un país completamente polarizado.  De hecho, simpatizantes y detractores del expresidente salieron a las calles mientras se deliberaba en Brasilia. Los primeros insistieron en que sentenciar a Lula es proscribirlo en octubre. De alguna manera, el propio líder del PT dejó entrever esa posibilidad el pasado lunes. "Si me arrestan, no lograrán arrestar mis pensamientos, no lograrán arrestar mis sueños. Si no me dejan andar, andaré por las piernas de ustedes. Si no me dejan hablar, hablaré por las bocas de ustedes. Si me corazón deja de latir, él latirá en el corazón de ustedes”.

Lula fue condenado en dos instancias por haber aceptado como soborno un apartamento en el balneario paulista de Guarujá de parte de una constructora, aunque no se encontró una sola prueba incriminatoria. El expresidente nunca ocupó ese inmueble. Ni siquiera lo conoció.  A los jueces les bastó tener la "convicción" de que el delito existió.

Presión mediática

Los principales medios brasileños reclamaron casi sin disimulo que los 11 integrantes del STF respeten esos dictámenes. "La hora oscura del supremo", señaló el diario paulista 'Estado', que llamó al máximo tribunal a "recuperar la dignidad, arruinada desde que se agachó ante Lula". Pero no solo los medios hablaron.  El general retirado Luiz Gonzaga Schroeder Lessa amenazó con un alzamiento militar si el STF favorecía a Lula. Pero más llamativas fueron las palabras del jefe del Ejército, Eduardo Villas Boas, quien se pronunció contra "la impunidad" del expresidente: “En la situación actual de Brasil, corresponde a las instituciones y a los ciudadanos preguntarse quién está pensando realmente en el bienestar de nuestro país y quién solo está preocupado por los intereses personales”.

El presidente Michel Temer no abrió la boca sobre un asunto tan delicado. Lo que sí hizo en un día crucial fue una encendida defensa del uso de las Fuerzas Armadas para acciones de seguridad pública."Debilitado políticamente y atrincherado contra el STF, Temer se llamó a silencio frente al más desafiante mensaje emitido por el comandante del Ejército", señaló 'Folha de Sao Paulo'. Solo el PT y el PSOL, otra formación de izquierda, condenaron al jefe del Ejército. El diputado Jair Bolsonaro, un  exuniformado que aspira a la presidencia en octubre en nombre de la derecha, respaldó a Villas Boas.  

Preocupación

"Esto, definitivamente,  no es bueno", concluyó el exfiscal general de la República Rodrigo Janot. "Si es lo que parece, otro 1964 será inaceptable. Pero no creo en eso realmente", señaló en alusión al golpe de Estado que 54 años atrás inició en la región el ciclo de dictaduras militares. La dictadura brasileña se mantuvo hasta mediados de los 80 y tuteló rigurosamente la transición. Pocos años después de recuperarse la democracia, Brasil quiso enterrar su historia de dolor con una nueva Carta Magna. "Quiera Dios que no quede hecha pedazos una Constitución que en tantos nobles sueños se inspiró en 1988", alertó 'Jornal do Brasil'.  Por su parte, el jefe de la Aeronáutica, el teniente-brigadier Nivaldo Luiz Rossato, consideró que la justicia estaba poniendo a prueba "valores que nos son muy caros, como la democracia". Brasil, añadió, está "a punto de vivir uno de los momentos más importantes de su historia".  Sin embargo, pidió a los militares que sigan "fielmente a la Constitución" y "no coloquen sus convicciones 

La candidatura de Lula

<span style="font-size: 1.6rem; line-height: 2.6rem;">Pase lo que pase con el Supremo Tribunal Federal (TSF), <strong>es la Corte Electoral la que deberá decidir</strong> si Luiz Inácio 'Lula' da Silva, quien gobernó entre el 2003 y el 2010, puede inscribir su candidatura presidencial para los comicios de octubre. <strong>Las últimas encuestas le otorgan un 36% de apoyo</strong> y no faltan las proyecciones que lo colocan en una inmejorable posición para la primera vuelta del 7 de ese mes.  En Brasil rige una ley que se llama Expediente Limpio, promulgada durante el Gobierno del mismo Lula, que <strong>impide a un candidato con condenas en dos instancias participar de las elecciones.</strong> La justicia electoral no se puede pronunciar en abstracto. Solo emitirá un fallo cuando el Partido de los Trabajadores (PT) inscriba oficialmente la candidatura de Lula. Pero eso no tendría lugar hasta agosto. Demasiado tiempo para la convulsionada política brasileña. Sin Lula, el PT buscaría formar un gran frente anti-Temer.</span>