ELECCIONES PRESIDENCIALES

La Rusia de Putin, donde el Estado es todopoderoso

Durante los 18 años de mandato del presidente, los críticos aseguran que se ha gestado un sistema en el que las autoridades políticas, judiciales y policiales actúan con impunidad y sin contrapesos para defender sus privilegios frente al ciudadano

Una mujer pasa ante un espacio publicitario con la imagen de Putin y la leyenda 'Un presidente fuerte es un país fuerte', en San Petersburgo, el 12 de enero.

Una mujer pasa ante un espacio publicitario con la imagen de Putin y la leyenda 'Un presidente fuerte es un país fuerte', en San Petersburgo, el 12 de enero. / periodico

Marc Marginedas

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La más laureada película rusa de los últimos tiempos es también la más denostada. Ganadora del Globo de Oro al mejor filme extranjero en el 2015, y nominada para el Oscar en la misma categoría, 'Leviatán' relata la historia de Nikolái, un rudo mecánico de Privrezhny, un pueblo imaginario a orillas del mar de Barents, poseedor de un coqueto terreno codiciado por el alcalde local.  

Durante los 141 minutos que dura la cinta, el protagonista sufre todo tipo de vicisitudes en su pugna por evitar la expropiación de su casa a precio de saldo. Al final, no solo pierde la batalla con las autoridades municipales, sino que ve morir a su mujer, debe ceder la custodia de su hijo y es encarcelado por un crimen que no cometió. Y todo gracias a la confabulación de las fuerzas vivas locales, formadas por jueces, policías y religiosos ortodoxos.

El estreno del filme en Rusia levantó enormes ampollas. El ministro de Cultura, Vladímir Medinsky, dijo "no reconocer" a ningún ruso en sus protagonistas, y propuso fijar reglas para vetar películas que "contaminen" la "cultura nacional". Miembros de la Iglesia ortodoxa calificaron el filme de "diabólico" y pidieron su prohibición.

Comparaciones con Solzhenitsin, Bulgákov y Pasternak

El aluvión de críticas que ha recibido en su país Andréi Zvyagintsev, director de 'Leviatán', ha llevado a muchos dentro y fuera de Rusia a comparar al cineasta con nombres universales de la literatura y las artes rusas, denigrados en su tiempo pero aclamados posteriormente como visionarios: Aleksándr SolzhenitsinAleksándr SolzhenitsinMijail Bulgákov o Borís Pasternakentre otros. Porque, de acuerdo con esas voces críticas, 'Leviatán' constituye una certera radiografía de la Rusia de Vladímir Putin, bajo cuyos mandatos como presidente y primer ministro se ha desarrollado un Estado que no solo no está al servicio del ciudadano, sino que protege y defiende con impunidad los privilegios de sus integrantes, ya sean alcaldes remotospresidentes regionalesdiputadosministros o hasta el propio presidente. 

Zhanna Nemtsova, hija de Borís Nemtsov, opositor asesinado en el 2014, y Aleksándr Politkovsky, exmarido de la reportera Anna Politkóvskaya, también asesinada en el 2006, aseguran haberse dado de bruces con ese Estado omnipotente. Las investigaciones para esclarecer los dos crímenes, según denuncian, se han limitado a juzgar y a condenar a los brazos ejecutores. Ambos afirman que todas las pistas conducen al presidente checheno Ramzán Kadírov, poderoso aliado de Putin, pero que han sido desestimadas por policía y jueces.

"Cuando veo lo que sucede, siento como si estuviera en una auténtica prisión, en un lugar donde los derechos constitucionales solo se aplican a la mafia que nos gobierna", declaró Politkovsky a este diario en el 2016. "Las pesquisas han estado muy influidas por el Estado. Putin es el responsable de que Rusia se haya convertido en un país de bandidos", denunció Nemtsova en una entrevista con EL PERIÓDICO en Alemania.

Formar parte del Estado pero tener ética y denunciar excesos es duramente reprobado, y en algunos casos, castigado con crueldad extrema, según sale a relucir periódicamente en medios extranjeros y locales independentes. Caso de confirmarse la culpabilidad de Moscú, los envenenamientos de exespías rebeldes refugiados en Occidente, como Aleksándr Litvineko o Serguéi Skripal, constituirían el perfecto ejemplo de ello. Pero también es posible encontrar en niveles regionales de la administración a funcionarios críticos condenados al ostracismo social por sus denuncias.

Ese fue el caso de Olga Lee en el 2016. Periodista y diputada en el Parlamento regional de Kursk, en el oeste del país, Lee difundió un vídeo con cientos de miles de visitas donde criticaba a Putin y al fiscal general, Yuri Chaika, por no luchar contra la corrupción y mantener en el puesto al fiscal local. La parlamentaria denunció presiones múltiples, incluyendo una rotura de frenos en su coche y un ataque con arma blanca. Pero su voz sonaba firme al otro lado del telefóno: "Lo que sucede en Kursk se repite por toda Rusia".

Las minorías étnicas y sexuales

Pertenecer a minorías étnicas o sexuales coloca a sus integrantes en una situación de debilidad o incluso indefensión ante el Estado, critican las oenegés de derechos humanos. Anatoli, un homosexual treintañero, se vió envuelto en un accidente hace un tiempo con un conductor sin papeles que le pidió no informar del incidente. A cambio de su silencio, Anatoli -un nombre falso para evitar la identificación- le demandó dinero para afrontar los gastos ocasionados. El responsable del siniestro no cumplió su palabra y le denunció por extorsión. Y cuando la víctima acudió a la sede policial, los agentes abrieron su teléfono móvil, descubriendo aplicaciones de contactos para público gay y sometiéndole a vejaciones y mofas. Fue juzgado, y ahora solo piensa en emigrar a algún país de Europa Occidental.   

El sector de la construcción proporciona pingües ingresos a oligarcas con vínculos con las autoridades, pero, al igual que en la película de Zvyagintsev, los eventuales desmanes urbanísticos generan gran desconfianza entre los ciudadanos, que se sienten impotentes para frenarlos. Recientemente, una vecina reaccionaba así a un macroproyecto que se levanta a tiro de piedra del Kremlin y que sigue de cerca para que se ajuste a la legalidad: "Miro en la web municipal, y compruebo que constantemente cambian el diseño; por ley no pueden construir más de tres pisos, pero no me fío de la alcaldía".       

A diferencia de otras autocracias, en Rusia existen medios de comunicación independientes prestos denunciar los excesos estatales, pero son incapaces de hacer llegar su mensaje a amplias capas de la población, ya que el Estado ahuyenta a inversores y anunciantes. "Es difícil que un medio pueda ser independiente y próspero; muchos potenciales socios o anunciantes no quieren tenerte a su lado si eres independiente", explica Mijaíl Zygar, cineasta y fundador de Dozhd, una pequeña televisión independiente.