Kosovo, un país con la economía lastrada y convertido en un nido de corrupción

Un niño vestido de policía sostiene la bandera kosovar. este viernes, para celebrar los 10 años de independencia.

Un niño vestido de policía sostiene la bandera kosovar. este viernes, para celebrar los 10 años de independencia. / AFP / ARMEND NIMANI

Montserrat Radigales

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Más allá de la falta de reconocimiento de cinco países de la UE y de la propia Serbia, la división política y la corrupción lastran las aspiraciones de Kosovo de avanzar en el camino hacia su integración en el club de Bruselas.

Transparencia Internacional sitúa a Kosovo en el lugar 95 (siendo 1 el país menos corrupto y 176 el más corrupto) en el Indice de Percepción de la Corrupción. «La transición hacia la democracia ha producido una élite que ha capturado el Estado para ella misma. Hay una nueva clase social que ha multiplicado cientos de veces sus propiedades y riquezas», señala a la agencia EFE el politólogo Ramush Tahiri.

La corrupción ha acrecentado la desigualdad social. Pero la economía muestra algunos signos positivos. Partiendo de una de las economías más atrasadas de Europa, el PIB crece a un 4% desde el 2015, el déficit se mantiene por debajo del 2% y la deuda es del 20%, perfectamente sostenible. Pero el paro, aunque ha mejorado, se mantiene en un lacerante 30%. En un país de 10.908 kilómetros cuadrados y apenas 1,89 millones de habitantes, 280.000 kosovares (casi el 15% de la población) han emigrado en estos 10 años.

La normalización de las relaciones con Serbia es otra de las grandes asignaturas pendientes. Las negociaciones patrocinadas por la Unión Europea se llevan a cabo en cuentagotas.

La tensión étnica tiene su epicentro en la dividida ciudad de Mitrovica donde el río Ibar sirve de frontera fantasmal; 70.000 albanokosovares viven al sur y 12.000  serbios en el norte. Pero la violencia que imperó en los primeros años ha remitido.