CRISIS EN LA IZQUIERDA ALEMANA

Schulz dimite como presidente del SPD

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Carles Planas Bou

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El precio a pagar por llegar a un nuevo acuerdo con los conservadores para reeditar la Gran Coalición ha sido muy alto. Once meses después de ser elegido presidente de los socialdemócratas, Martin Schulz ha anunciado hoy que deja el cargo, cerrando un camino a la cancillería que ha terminado en un sonoro fracaso. “Me gustaba mi trabajo”, ha señalado.

Tras su dimisión el expresidente del Parlamento Europeo ha apuntado a Andrea Nahles, líder parlamentaria del SPD, como su sucesora, una decisión que el partido tomará en un congreso extraordinario en Wiesbaden el próximo 22 de abril. De vencer, se convertirá en la primera mujer que preside el SPD. Hasta entonces, el nuevo ministro de FinanzasOlaf Scholz, comandará el partido.

A pesar de ser apoyada unánimemente por la directiva, la probable elección de Nahles ya ha abierto otra brecha en el partido. Tras las informaciones que apuntaban a que Schulz transferiría rápidamente el poder para que Nahles pudiese promover el acuerdo de Gran Coalición, las bases habían criticado en las últimas horas una elección que consideraban poco democrática. Esa oposición ha llevado a la alcaldesa de Flensburg, Simone Lange, a presentar su candidatura a la presidencia para “volver a dar voz a los miembros del partido”.

El fracaso de Schulz

La política alemana ha devorado a Schulz en menos de un año. Visto como la esperanza de renovación del partido contra Merkel, no tardó en empezar a decepcionar a los suyos. Duras derrotas regionales y la incapacidad de distanciarse de la cancillera llevaron a los peores resultados de la historia del SPD.

Schulz apostó por la oposición pero el fracaso de la 'coalición Jamaica' lo puso entre la responsabilidad nacional o la de partido. El líder claudicó y terminó negociando la tercera Gran Coalición de los últimos 12 años. Aunque una mayoría de alemanes creía que por coherencia Schulz no debía formar parte del ejecutivo, se adjudicó el ministerio de Exteriores. El cabreo interno del partido y especialmente de su amigo Sigmar Gabriel le llevaron a dar un paso atrás. Ni al frente del SPD, ni comandando la diplomacia. Ya sin esperanza, ha terminado siendo una figura trágica. Es tiempo de retirada.