JUICIO POLÉMICO

Brasil espera con tensión si confirman la condena a prisión del expresidente Lula

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Abel Gilbert / Buenos Aires

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Brasil vive horas de tensión que inevitablemente se proyectarán sobre su endeble horizonte político. En vísperas del juicio contra el expresidente Luiz Inacio Lula da Silva en el Tribunal Federal Regional de Porto Alegre, el país parece prepararse para una situación excepcional. El estado “gaucho”, donde el Partido de los Trabajadores (PT) de Lula comenzó la gestión administrativa que lo llevó al poder en 2003, es ahora el escenario donde, asegura el propio exmandatario, buscan inhabilitarlo para las presidenciales de octubre en la que aparece como el imbatible.

Porto Alegre se encuentra desde este martes bajo una extrema vigilancia, con el espacio aéreo bloqueado, 4.500 efectivos de seguridad fuertemente armados, tiradores de élite e incluso un intenso patrullaje en las aguas del lago Guaíba. Un despliegue sin precedentes para frenar las manifestaciones a favor del exsindicalista.

A los jueces João Pedro Gebran Neto, Leandro Paulsen y Victor Laus, les toca decidir si confirman o desestiman la decisión en primer instancia del juez Sergio Moro de condenar a Lula a nueve años y medio de prisión por haber recibido un apartamento en el balneario paulista de Guarujá de parte de una constructora, de nombre OAS, a cambio de presuntos beneficios.

“Se trata de un juicio políticamente tendencioso. Probaremos su inocencia en todas las cortes internacionales”,  han señalado los abogados de Lula, Cristiano Zanin Martins y Valeska Teixeira Zanin Martins. De acuerdo con la dedensa, no hay prueba alguna de que esa propiedad sea del hombre que fundó el PT, ni tampoco de su familia. De hecho, el inmueble fue utilizado por OAS como garantía de créditos. Y si bien hubo un momento en el que Lula pensó en comprarlo, luego desistió de la idea.

El final del mito

El juicio contra el expresidente brasileño revela el desprecio que tiene buena parte de la élite brasileña hacia el líder de la izquierda de este país. Desde Davos, donde se reune el Foro Económico Mundial, el alcalde de São Paulo, João Dória, ha dicho que espera que Lula sea condenado para que se “acabe el mito”. También desde Davos, el presidente interino Michel Temer, ha estimado que la condena contra el exsindicalista “tranquilizará” a los inversores internacionales. Contra lo que piensa el Partido Demócrata de EEUU, la Administración del presidente Donald Trump considera el juicio que se celebrará en Porto Alegre una muestra de la solidez de las “instituciones democráticas” brasileñas, según afirma el corresponsal en Washington del diario brasileño 'O Globo'. Para la revista 'Carta Capital', el proceso al que se enfrenta Lula muestra hasta qué punto se ha politizado la justicia en Brasil con el propósito de impedir que “el pueblo pueda decidir sobre su propio destino”.

Muchos movimientos sociales se han desplazado a Porto Alegre bajo la consigna:“Elecciones sin Lula son fraude”. El líder de los campesinos Sin Tierra, João Pedro Stédile, ha asegurado que no debería de ser el expresidente el que se siente en el banquillo de los acusados sino el Poder Judicial. Y aunque Gleisy Hoffmann, la actual presidenta del PT, ha dicho tener una mínima esperanza en la “imparcialidad” de los jueces dado la falta de consistencia de las pruebas aportadas por Moro, la sensación de una sentencia anunciada flota ya en el aire.

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