ENTREVISTA

Ségolène Royal: "El hombre tiene derecho al error; la mujer, no"

La excandidata socialista a la presidencia de Francia y exministra de Medio Ambiente centra sus esfuerzos en la lucha contra el cambio climático

Ségolène Royal, en Cornellà de Llobregat

Ségolène Royal, en Cornellà de Llobregat / periodico

Josep Saurí

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Ségolène Royal (Dakar, 1953), la que fuera candidata socialista a la presidencia de Francia en el 2007 y ministra de Medio Ambiente en distintas etapas, centra hoy plenamente sus esfuerzos en la lucha contra el cambio climático. De ello, a partir de su reciente libro, ‘Manifeste pour une justice climatique’, ha hablado este viernes en Cornellà de Llobregat, en el Fòrum Cornellà Creació. Y también en esta entrevista, en la que asimismo se pronuncia sobre la era Macron, el incierto futuro del socialismo francés y la polémica en torno a las campañas de denuncia del acoso a las mujeres.

El combate climático es el desafío del siglo, afirma.

Sin duda. Y está vinculado con las demás cuestiones mayores. Con la inmigración, por ejemplo. Si no se hace nada, en 10 años tendremos 200 millones de desplazados climáticos, gente huyendo de la sequía. Eso supondrá desestabilización de fronteras, éxodo rural, desestructuración social, hundimiento de culturas…  Hoy, la falta de agua potable mata más que las guerras. Y en el 2050, como quien dice mañana, la Tierra tendrá 10.000 millones de habitantes. Esto no se resuelve blindando fronteras. La gente debe poder permanecer en sus países con acceso al agua, a las energías renovables y a un desarrollo tecnológico de la agricultura que garantice su alimentación.  Y ello exige grandes inversiones.   

¿Estamos a tiempo?

Vamos contra reloj, pero nunca es demasiado tarde. Soy optimista: hay innovación tecnológica, cambios de comportamiento. Hay que movilizar inversión financiera, lograr que se oriente hacia estos objetivos.

El reto es enorme.

Sí, y permite poner en perspectiva los desafíos de la política. Es esto, la verdadera política.

El giro de Washington sobre el calentamiento global complica más las cosas.

No todo es negativo en el cambio de posición de EEUU. También ha conllevado la movilización de ciudades, empresas, inversores, incluso de países como Francia, que ha retomado la bandera del combate climático. Y jurídicamente, EEUU no puede salir así como así del acuerdo de París, hay previsto un plazo de dos años. El presidente Trump ha anunciado su salida por razones políticas, vinculadas a la producción de carbón.  Pero incluso ha declarado que podría volver al acuerdo.

La clave puede estar en las potencias emergentes.

Sí, el compromiso de China es inequívoco, también la India apuesta por la energía solar. Hay cosas positivas, movimientos en la buena dirección.

Y también en la gente, en los pequeños gestos de cada día.

Lo apasionante del combate climático es que en él se alían las decisiones de la comunidad internacional y de los estados; las locales, de ciudades y regiones, y también las individuales, las cotidianas, ahorrar energía, separar los residuos, usar menos el  coche… Podemos lograrlo.

Vayamos a Francia. ¿Qué le parecen estos primeros meses de presidencia de Emmanuel Macron?

Está haciendo las cosas bien.  Y creo que los franceses no  olvidan que derrotó al Frente Nacional, están aliviados y perciben que, globalmente, la cosa funciona.

¿En qué le ha sorprendido positivamente y en qué le ha decepcionado?

Yo solo veo aspectos positivos. En especial, que haya retomado el liderazgo sobre el clima, después del anuncio de Trump y en un momento complejo para Europa, con el ‘brexit’ y los problemas de Angela Merkel para formar gobierno en Alemania.

Se la ve cómoda con Macron.

Su concepción de la política es la que yo defendía en el 2007: trabajar con el centro, acabar con la oposición a veces caricaturesca entre derecha e izquierda, saber converger al servicio del interés general… Y ya entonces el Partido Socialista (PS) no estaba de acuerdo, tuve que enfrentarme a dirigentes del PS que no habían comprendido esta evolución necesaria.

¿Cree que el PS va a poder sobreponerse? ¿O debe resignarse a una larga travesía del desierto?

Creo que tiene un enorme trabajo por delante. Debe repensarse en función del futuro y no del pasado, a la luz de las nuevas condiciones económicas, sociales, medioambientales. Después de haber tocado fondo en las pasadas elecciones, hay que trabajar. Con voluntad renovadora, de recuperar la capacidad de proponer, de responder a las aspiraciones de los ciudadanos y volver a ser atractivo.

En marzo, sus militantes elegirán un nuevo líder.  ¿Usted va a tener algún papel en el nuevo PS?

No, en este momento no estoy en absoluto implicada en la vida del partido. Me centro en el combate climático, y este debe despolitizarse.

¿Tiene un candidato favorito?

No.

Entre los candidatos conocidos hasta el momento no hay ninguna mujer. ¿Eso le preocupa?

Hay un problema más global, del lugar de las mujeres en los puestos de responsabilidad, en la política, en la empresa, de respeto a sus derechos, de igualdad salarial. La lucha de las mujeres está muy lejos de su fin.

En estos días ha habido una intensa controversia en Francia en torno a un artículo firmado por la actriz Catherine Deneuve, entre otras personalidades, una intensa controversia  un artículodenunciando el “puritanismo”

Creo que Deneuve ha caído en una trampa. Puede ocurrir si se está muy alejada de la vida cotidiana, de lo que viven por lo general las mujeres, de las desigualdades salariales, del acoso en el transporte público, de los abusos sexuales de toda naturaleza. En todos los países, incluso en los que creíamos a salvo de ello, como los nórdicos, las mujeres toman la palabra para denunciar lo que sufren. Y es una auténtica lástima que, en un combate tan duro, algunas incurran en esta falta de solidaridad. Admiro mucho a Catherine Deneuve, es una gran actriz, y su nombre tiene peso; por eso debe elegir bien en qué batallas lo utiliza. Qué contraste con el magnífico discurso de solidaridad con las mujeres de Oprah Winfrey. Espero que Deneuve cambiará de opinión, que reconocerá que se ha equivocado, que no había medido bien el daño que podía hacer su toma de posición a todas las mujeres que aún hoy tienen miedo a hablar, porque si hablan pierden su empleo, son ridiculizadas, no se las cree.

¿Diría que Francia es un país machista?

Queda mucho, mucho por hacer. Sin ir más lejos, recuerdo todo lo que oí y sufrí en la campaña presidencial del 2007, los insultos, el cuestionamiento de mi inteligencia. Cometí errores, claro, pero los principales ataques que sufrí los sufren solo las mujeres. Hay un desequilibrio en la exigencia; el hombre tiene derecho al error, la mujer no. Si un hombre se equivoca es un lapsus, será que está cansado; si una mujer se equivoca es porque es incapaz de gobernar.  Lo he vivido durante toda mi carrera política, y también lo vivo ahora.