UN MANDATARIO POLÉMICO
El "chino de la esquina" que llegó a presidente
Alberto Fujimori alcanzó la presidencia del Perú cuando era un auténtico desconocido que inspiraba confianza y honestidad y ha acabado purgando una pena de 25 años por violar los derechos humanos y por corrupción
La vida política de Alberto Fujimori ha sido de vértigo. Cuando era un auténtico desconocido rompió todas las reglas y previsiones electorales en Perú y se hizo con la presidencia en 1990 derrotando al que entonces era el gran favorito, el escritor Mario Vargas llosa, que contó con el apoyo del poder económico de los oligarcas del país. Una gran sorpresa.
Frente a un aparato electoral de grandes dimensiones, Fujimori, un ingeniero agrónomo, se limitó a hacer campaña subido en un tractor, mientras sus seguidores, al principio su círculo familiar, se dedicaban a enganchar pegatinas con su rostro y el logotipo de su recién creado partido "Cambio 90" en los vehículos de transporte público. "Voy a votar al chino", era una de las frases más recurrentes los días previos a los comicios, en segunda vuelta. Y es que para muchos peruanos, Fujimori, aunque de origen japonés, representaba al chino de los barrios populares de las ciudades peruanas, el "chino de la esquina", gente humilde, trabajadora y honesta.
Fujimori, un 'nikkei', así se conoce a los nacidos fuera de Japón pero de padres japoneses, llegó a la presidencia en medio del caos político, económico y social en el que estaba sumido el país. Su predecesor, el populista Alan García, había dejado a Perú en bancarrota y en una situación de violencia extrema, en la que participaban los maoístas de Sendero Luminoso, el procastrista Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA), el Ejército, un grupo paramilitar formado por el Gobierno de García y grupos armados del narcotráfico. Perú era entonces el mayor productor de hoja de coca.
Enderezar la economía
A pesar de que "El Chino" logró enderezar la economía -no sin grandes sacrificios por parte de la población- muy pronto mostró su carácter político más autoritario. Dos años después de asumir la presidencia y ante los obstáculos puestos por la oposición a sus reformas, Fujimori dio un autogolpe, cerró el Congreso y suspendió la Constitución. De esos primeros años datan también las causas por las que más tarde, en el 2009, fue acusado y condenado a 25 años de prisión. La autoría mediata (con dominio del hecho) de dos matanzas perpetradas en 1991 y 1992 por el grupo militar encubierto Colina, con un total de 25 muertos, y el secuestro agravado del periodista Gustavo Gorriti y del empresario Samuel Dyer en 1992.
De ese año data también uno de los grandes éxitos de su mandato de diez años (1990-2000), la captura del líder de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán, lo que le valió ser nombrado hombre sudamericano del año por la revista estadounidense 'Time'. La lucha contra los grupos armados de Fujimori, sin embargo, tuvo también su cara más oscura. En diciembre de 1996, un comando de 14 guerrilleros del MRTA asaltó la residencia del embajador japonés en Lima, llena de invitados. Cuatro meses después, fuerzas especiales del Ejército entraron en el edificio y mataron a todos los asaltantes. La imagen de un arrogante Fujimori caminando con aire triunfalista entre los cadáveres de los guerrilleros tendidos y acribillados a balazos en las estancias de la residencia dio la vuelta al mundo.
Gran red de corrupción
Fujimori confió y se alió durante su mandato con el siniestro Vladimiro Montesinos, hoy en la cárcel, el hombre que no solo colaboró en las violaciones de los derechos humanos sino también fue el creador de una gran red de corrupción. La puntilla a la presidencia de Fujimori vino precisamente por el soborno a un congresista de la oposición. En un vídeo hecho público en septiembre del 2000, tras haber renovado Fujimori la presidencia meses antes, se veía a Montesinos entregando dinero al diputado. De ahí se empezó a tirar del hilo. En noviembre de ese año, el Congreso destituyó a Fujimori como presidente.
El exmandatario huyó a Japón y desde un hotel de Tokyo envió una fax renunciado a la presidencia. En el país nipón permaneció hasta el 2005. Entonces intentó volver a su país para presentarse a las presidenciales de entonces, pero fue detenido en Chile y extraditado en el 2007. Fue juzgado y condenado a prisión. Sus hijos, dedicados a la política, han perseguido desde entonces su indulto, sobre todo su hija Keiko, excandidata a la presidencia en dos ocasiones, en el 2011 y en el 2016.
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