LUCHA CONTRA LA MORTALIDAD INFANTIL

Vacunas en África: así se lucha contra los 'asesinos de niños'

Una campaña de vacunación en Mozambique combate la incidencia de la neumonía y el rotavirus, dos de las enfermedades que provocan más muertes de niños en el país

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Antonio Baquero / Hindane (Mozambiquel)

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Una fila de mujeres serpentea por el sendero camino al centro de salud de Hindane. Los vivos colores de sus capulanas –un pañuelo de grandes dimensiones que lo mismo sirve de falda que para hacer un capazo con que llevar al bebé a cuestas- destacan desde la distancia en este enclave rural a una hora de Maputo, la capital de Mozambique. Poco a poco, con los niños a cuestas o estirándolos del brazo, las mujeres llegan al precario establecimiento. Hay una silla, una mesa y una vetusta camilla con la piel cuarteada. No hay más. Bueno sí, una viga de la que, nada más llegar, el técnico en prevención de salud cuelga una báscula.

Todas  las madres traen bajo el brazo el carnet de vacunación de sus pequeños. Lo cuidan como oro en paño. Hoy toca pinchazo en Hindane y ellas saben que a sus hijos les va la vida en ello. Literalmente. Sobre todo porque, en Mozambique, uno de los países más pobres del mundo, con una esperanza de vida de apenas 49 años de edad y con apenas 800 médicos para 28 millones de habitantes, esas vacunas son claves para la supervivencia de sus hijos, ya que les van a permitir hacer frente a dos de los tres principales asesinos de niños del país: la neumonía y la diarrea. El tercero, y el que más muertes causa, es la malaria pero para ese la vacuna aún no está lista.

A esas enfermedades se les llamas asesinas de niños porque son las principales responsables de que en Mozambique fallezcan 79 de cada 1.000 menores de cinco años y 57 de cada 1.000 menores de 12 meses. En el 2013, en el país fallecían 10.000 niños al año por neumonía. A nivel global, esas enfermedades causan una auténtica masacre: cada minuto mueren en el mundo tres menos de cinco años por dolencias que se evitarían si estuvieran vacunados.

Las vacunas contra la neumonía y la diarrea se las proporciona al Gobierno de Mozambique la Alianza por la Vacunación (GAVI), una organización puesta en pie en el 2000 por la Fundación Bill y Melinda Gates, en que participan decenas de Gobiernos y que tiene en la Fundación Bancaria La Caixa uno de sus principales donantes privados. Desde el 2008, La Caixa ha aportado a GAVI 23 millones de euros para financiar campañas de vacunación, sobre todo en países como Mozambique. En total, desde el 2000, GAVI ha destinado 201 millones de dólares en el país, con el que ha financiado vacunas para, además de la neumonía y el rotavirus, la difteria, la tos ferina, el tétanos, la polio, el sarampión

Aviso de Mandela

Ariadna Bardolet, directora de programas internacionales de la Fundación Bancaria “La Caixa”, ha acudido a Mozambique para asistir en persona a una de esas campañas de vacunación, que están siendo particularmente efectivas.  Para destacar la importancia de esas vacunas, Bardolet parafrasea a un gran mito africano.  “Decía Nelson Mandela que, desafortunadamente, la vida o la muerte de un niño a menudo depende de si ha nacido en un país con acceso a vacunas o no. Conscientes de esta realidad, la Fundación Bancaria "La Caixa” colabora con GAVI desde hace una década. Nuestra aportación ha permitido vacunar a más de cuatro millones de niños. Detrás de esta cifra está la satisfacción de haber contribuido junto a clientes, empleados y empresas adheridas a la Alianza Empresarial para la Vacunación Infantil a mejorar la vida de muchas personas”, explica.

Los programas funcionan. Según los estudios médicos de los que dispone GAVI, tras la introducción de la vacuna de la neumonía, los casos se han reducido sensiblemente. Más del 90% de los niños del país han sido vacunados en operaciones como las que se llevan a cabo en Hindane. Allí, a pocos metros de Bardolet, el técnico en prevención da una primera charla a las madres, todas ellas de la etnia shangana, que casi suena a examen oral. Les pregunta si saben qué vacunas tocan según las edades. Las mujeres, como obedientes colegiales, responden al unísono. Y aciertan. “Todas queremos que vacunen a nuestros hijos. Eso evita sus enfermedades”, destaca una de las madres. “Yo hoy me siento muy feliz, y mi hijo también”. Bueno el crío, que llora desconsolado tras el pinchazo, quizás no tanto.

Otra mujer explica que ella viene de lejos. Vive a más de 30 kilómetros. “Muchas de mis vecinas no vienen porque viven a mucha distancia y no tienen el dinero para el transporte”, cuenta. Aunque la ‘chapa’, que es como se llama a las furgonetas que son el transporte más habitual aquí,  cuesta solo unos pocos meticales, la moneda local, mucha gente ni siquiera dispone de ellos en un país en que el 54% de la población vive bajo el umbral de pobreza.

La lejanía de los centros de salud es uno de los principales hándicaps de esos procesos de vacunación en Mozambique, donde un 60% de la población vive a más de ocho horas de uno de esos establecimientos. “El reto es llegar a quienes no pueden venir”, afirma el técnico de salud, que explica cómo hay un equipo de vacunación que se desplaza en moto a las aldeas más aisladas.

Publicidad en radionovelas

El atareado sanitario, con su impoluta bata blanca, que no se quita pese al asfixiante calor, reconoce que “la labor didáctica ha sido muy importante”. “Al principio había cierta reticencia, pero ahora la gente es muy consciente de la importancia de la vacunación; son las propias madres las que nos las piden”, dice el sanitario que no esconde su orgullo: “La verdad es que me siento como un héroe”.

Pero la tarea didáctica no ha sido sencilla. Se ha trabajado con líderes religiosos, se ha hecho publicidad e incluso se ha trabajado la importancia de la vacunación en ‘Oro negro’, la radionovela de más éxito del país.

“Les hemos tenido que hacer entender que de la vacunación depende la salud de sus hijos”, cuenta Laurinda, una enfermera del hospital del distrito. Reconoce que, en esa zona, las vacunaciones se acumulan, sobre todo porque los nacimientos suelen concentrarse en septiembre. ¿La razón?  “La mayoría de hombres trabajan en minas en Sudáfrica y solo regresan a casa en Navidad. Por eso, nueve meses después, hay un montón de nacimientos”, explica Laurinda.

"Este es nuestro ordenador"

El ritual de las vacunas se repite en la capital. En el centro de salud de Polana, las madres y sus hijos esperan bajo un porche. Fuera llueve a mares. Cuando llega la hora, se abren las puertas y una enfermera despliega un enorme libro de contabilidad donde están anotados todos los niños del distrito. “Este es nuestro ordenador”, dice, pero no bromea. En el cuaderno está anotado el nombre del niño, las vacunas y las fechas. “Si no viene cuando le toca, mandamos a alguien a buscarla”, avisa.

En el centro está Elder Moando, responsable de salud del distrito. Su evaluación de la introducción de las vacuna de la diarrea provocada por el rotavirus y la de la neumonía es muy positiva. “Nuestros indicadores nos muestran el impacto positivo del programa de vacunación. Desde la implantación de la vacuna en abril del 2013, los casos de neumonía han bajado mucho”.