CONFLICTO EN ORIENTE PRÓXIMO

Jerusalén: Una ciudad dividida por la historia

Un grupo de judíos se monta en un blindado británico mientras celebra la votación en la ONU a favor de la partición de Palestina, en noviembre de 1947.

Un grupo de judíos se monta en un blindado británico mientras celebra la votación en la ONU a favor de la partición de Palestina, en noviembre de 1947. / REUTERS / HANS PIN

Montserrat Radigales

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Como se ha repetido estos días hasta la saciedad, Jerusalén es ciudad santa para las tres religiones monoteístas: el cristianismo, el judaísmo y el islam. Aunque esta realidad lo impregna todo, el conflicto es eminentemente político y el estatus de la ciudad ha sido una de las cuestiones más difíciles en todas las negociaciones de paz. Este carácter especial ha marcado toda su historia.

Israel considera Jerusalén su capital «eterna e indivisible» pero en la ciudad reina una división de facto. El Estado judío pasó a controlar la totalidad de Jerusalén al ocupar el este de la ciudad en la guerra de 1967. Pero la denominada «línea verde», hoy invisible, que separa el oeste judío del este palestino es a su vez producto de otra guerra: la de 1948. La línea verde es la línea del armisticio de 1949 con la que concluyó aquella contienda.

Cuando en noviembre de 1947 la ONU aprobó el plan de partición de Palestina en un Estado judío y otro árabe, dejó a Jerusalén –que entonces tenía mayoría judía-- fuera del reparto: debía constituirse en un ‘corpus separatum’, bajo administración internacional.

Los países árabes rechazaron el plan y tras la proclamación de Israel en mayo de 1948 estalló la guerra. Israel ocupó la parte occidental y Jordania ocupó la parte oriental, incluida la Ciudad Vieja con los lugares santos. Los palestinos que vivían en el oeste huyeron o fueron expulsados y lo mismo ocurrió con los judíos que vivían en el este. Desde 1949 hasta 1967 la ciudad quedó dividida con alambradas y otras barreras físicas. Los israelís dejaron de tener acceso al Muro de las Lamentaciones, el lugar más sagrado del judaísmo. Jordania convirtió en cuadras algunas sinagogas.

Carácter mesiánico

Esto contribuyó en parte al carácter mesiánico que muchos judíos, incluso laicos, dieron a la conquista de 1967. Israel se emborrachó y para los palestinos fue una catástrofe. Desde entonces Israel no ha cesado de crear hechos consumados sobre el terreno: desde expandir los límites municipales a vecindarios árabes situados en el norte, este y sur de la ciudad, hasta la construcción de viviendas para judíos en zonas palestinas. Esta realidad no hace sino dificultar aún más la consecución de un arreglo factible sobre Jerusalén en un hipotético acuerdo de paz.

Con su reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel y el anunciado traslado de la embajada de EEUU, el jefe de la Casa Blanca, Donald Trump, ha roto el consenso internacional y ha hecho estallar una bomba de relojería. Pero, en términos históricos, no es cierto que nunca haya habido embajadas extranjeras en Jerusalén.

El diario izquierdista israelí 'Haaretz' recordaba el pasado miércoles cómo, a partir de 1950, hasta 16 países situaron en Jerusalén su embajada ante Israel, incluyendo varios países africanos y latinoamericanos (entre ellos Chile, Colombia, Uruguay o Venezuela) e incluso uno europeo: Holanda. Pero al contrario de lo que ahora ha proclamado Trump, eso no implicaba el reconocimiento de la capitalidad, era simplemente una cuestión práctica, dado que el Gobierno, el Parlamento y las principales instituciones israelís están en Jerusalén. (Aún hoy los embajadores siguen viajando de Tel-Aviv a Jerusalén para presentar sus cartas credenciales o para reunirse con autoridades israelís).

La retirada

La situación comenzó a cambiar cuando, tras la guerra de Yom Kippur (1973), tres países africanos (Costa de Marfil, Zaire y Kenia) rompieron sus relaciones diplomáticas con Israel. Años después las restablecieron pero ubicaron sus embajadas en Tel-Aviv.  La puntilla llegó cuando en 1980 el Parlamento israelí aprobó la Ley básica de Jerusalén (que declaraba a la ciudad «completa y unida» como capital de Israel) y el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó una resolución pidiendo a los países miembros retirar sus embajadas de allí. Pese a todo, entre 1984 y el 2006 Costa Rica El Salvador mantuvieron su embajada en Jerusalén.

¿Es posible un pacto de capitalidad compartida? Tras el fracaso de las negociaciones que siguieron a los acuerdos de Oslo (1993), un puñado de dirigentes israelís y palestinos que habían sido participantes e incluso 'arquitectos' del proceso siguieron intentándolo en secreto, durante dos años, ya desde fuera del Gobierno y por tanto libres de presiones. El resultado fue una propuesta completa y detallada de un ‘acuerdo de paz’ aceptable para ambas partes. Presentado en el 2003, es conocido como la Iniciativa de Ginebra. Jerusalén ocupa una parte sustancial del documento (propone la parte judía como capital de Israel y la árabe como capital del Estado palestino) y el detalle es tan minuicioso que llega a las excavaciones. Demostraron que el acuerdo es posible si hay voluntad política. Y ahora es inexistente.