Trump se defiende al contrataque

Siempre quedará Clinton

Trump, su equipo y medios y políticos conservadores refuerzan su estrategia de ataque a la candidata demócrata como defensa ante los últimos acontecimientos del 'Rusiagate'

Hillary Clinton, en plena campaña en Des Moines, en agosto del 2016.

Hillary Clinton, en plena campaña en Des Moines, en agosto del 2016.

Idoya Noain

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Es tanto una cuestión de ataque como de defensa. Desde que el viernes se supo que el equipo del fiscal especial Robert Mueller tenía listos los primeros cargos en la investigación del ‘Rusiagate’Donald Trump se ha volcado más en intentar centrar la atención en Hillary Clinton y en los demócratas que en su propia campaña. Y el lunes, cuando se ha conocido la imputación de Paul Manafort y Rick Gates, no solo ha tratado de distanciarse de su antiguo jefe de campaña y su socio, volviendo a negar que hubiera "colusión" con Rusia, sino que ha insistido, usando también la red social, en preguntarse: "¿Por qué no son la corrupta Hillary y los demócratas el foco?"

Trump, su portavoz, los republicanos en el Congreso y los medios conservadores están dejando clara la estrategia. Y apuntan repetidamente a la información revelada la semana pasada de que la campaña de Clinton y el Comité Nacional Demócrata contribuyeron a financiar el polémico ‘dossier ruso’ que la empresa Fusion GPS encargó al exespía británico Christopher Steele. Han prestado menos atención, eso sí, al hecho de que fue un medio conservador, el ‘Free Beacon’, quien hizo la primera petición a Fusion GPS de que buscara información sobre el entonces aspirante a la nominación republicana.

"El auténtico escándalo de colusión tiene todo que ver con la campaña de Clinton. Hay pruebas claras de que la campaña de Clinton se confabuló con la inteligencia rusa para diseminar información falsa y difamar al presidente para influir las elecciones", ha dicho este lunes Sarah Huckabee Sanders, la portavoz de la Casa Blanca, que también ha minimizado el papel que jugó para Trump el asesor de política exterior George Papadopoulos, que ha reconocido haber mentido al FBI sobre reuniones con rusos que dijeron tener información comprometedora sobre la candidata demócrata.

Venta de uranio

La arremetida de Trump y sus defensores va más allá. El presidente, los medios conservadores y hasta varios republicanos en el Congreso han resucitado acusaciones (y abierto investigaciones en dos comités de las Cámaras) de un supuesto escándalo por venta de uranio a Rusia, un tema que el propio Trump ha llegado a definir como "Watergate, era moderna".

Su argumento es que Clinton, cuando era secretaria de Estado, habría estado involucrada en la aprobación en 2010 de un acuerdo por el que Rosatom, la agencia de energía nuclear rusa, compró la parte de Uranium One que le permitía controlar la empresa canadiense responsable del 20% de la extracción de uranio en EEUU. Se ponen sobre la mesa donaciones de 145 millones de dólares de los canadienses a la Fundación Clinton y el medio millón de dólares que un banco ruso pagó al expresidente Bill Clinton por un discurso en Moscú. Pero, como ha recordado 'The Washington Post', "no hay pruebas de que Hillary Clinton fuera informada nunca sobre el acuerdo", la aprobación dependió del Departamento del Tesoro y de la Comisión Reguladora Nuclear, y la venta, además, no contemplaba la exportación de uranio estadounidense (solo a Canadá para refinarlo, pero debía volver a EEUU).

Maniobras de distracción

Trump insiste en que la investigación de la supuesta trama de colusión de su campaña con Rusia es "una terrible caza de brujas (mala para nuestro país) por politiqueos malvados".  Ha asegurado que entre los republicanos hay "rabia y unidad" por la falta de investigación de Clinton; ha llamado, no se sabe bien a quién, a "hacer algo". Y ha insinuado que "no es coincidencia" que "toda esta conversación sobre Rusia" llegue cuando están a punto de intentar poner en marcha en el Congreso la reforma fiscal. No es el único que lanza acusaciones de estar usando maniobras de distracción.