JÓVENES SIN PAPELES EN EEUU

Trump condiciona el futuro de los 'dreamers' a una reforma migratoria

La Casa Blanca plantea una larga lista de medidas draconianas para restringir la inmigración y blindar la frontera

Activistas rezan junto al muro entre México y EEUU durante una protesta contra la posibilidad de deportación de 'dreamers', en Playas de Tijuana (Baja California, México), el 4 de septiembre.

Activistas rezan junto al muro entre México y EEUU durante una protesta contra la posibilidad de deportación de 'dreamers', en Playas de Tijuana (Baja California, México), el 4 de septiembre. / periodico

Ricardo Mir de Francia

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La Casa Blanca le ha puesto precio al futuro de los ‘dreamers’, como se conoce a los 690.000 inmigrantes indocumentados que llegaron a Estados Unidos siendo unos niños, y a los que Barack Obama quiso proteger de la deportación concediéndoles permisos de trabajo y de estudios. El precio es una lista de 70 propuestas draconianas para endurecer los criterios de inmigración y blindar la frontera meridional del país, dos de los objetivos que Donald Trump se marcó durante su campaña. El listado incluye la financiación para construir el muro con México, cambios en la legislación para poder deportar en caliente a los menores centroamericanos que llegan solos a la frontera o la contratación de 10.000 nuevos agentes de inmigración.

No está claro si las condiciones de la Administración son un punto de partida para negociar o un documento de mínimos sin margen para el compromiso, lo que dificultaría enormemente su tramitación en las cámaras. “La prioridad del Congreso debería ser salvar vidas americanas, proteger los empleos estadounidenses y preservar el bienestar de nuestras comunidades. Estas reformas consiguen todo esto”, dijo el domingo un alto cargo de la Administración, dejando en evidencia que la Casa Blanca sigue equiparando la inmigración ilegal con la criminalidad y la precarización del empleo. Ese ha sido uno de los mantras de Trump, que ha utilizado reiteradamente a los simpapeles como chivo expiatorio para explicar muchos de los males que afligen al país.

Ahora el presidente ha optado por convertir a los 'dreamers' en moneda de cambio para implementar su reforma integral de la inmigración. Un escenario que se deriva de la decisión que adoptó el mes pasado, cuando rescindió la ley que protegía al colectivo, dejándolos nuevamente en un limbo legal y dando seis meses al Congreso para que formulara una alternativa. Un plazo que acaba en marzo. Tanto los demócratas como muchos republicanos quieren extender el blindaje de los ‘dreamers’, una opción que también ha apoyado Trump, pero su larga lista de condicionantes pone en duda que pueda salir adelante.

Fondos para el muro de México

“La Administración no puede decir que aspira seriamente a un acuerdo o que quiere ayudar a los ‘dreamers’ cuando pone como punto de partida una lista que es anatema para la comunidad de inmigrantes y la gran mayoría de los estadounidenses”, han dicho los líderes de la minoría demócrata en el Congreso. Además de conseguir los fondos para construir el Muro, la Administración quiere restringir los criterios para solicitar asilo en EEUU, dejar sin fondos federales a las llamadas “ciudades santuario” que protegen a los indocumentados u obligar a las empresas a que consulten el estatus inmigratorio de cada potencial empleado antes de contratarlo. Hasta ahora este sistema es voluntario.

También aspira a limitar la concesión de cartas verdes (la residencia permanente) a los hijos menores y los cónyuges de los inmigrantes. Ninguna de estas propuestas es necesariamente nueva. La novedad estriba en que la Casa Blanca no las había esgrimido hasta ahora como condición para llegar a un acuerdo sobre los ‘dreamers’. De hecho, el mes pasado, después de que Trump se reuniera con los líderes demócratas, todo hacía indicar que el pacto estaba prácticamente cerrado. A cambio de nuevas medidas para reforzar la frontera, la Casa Blanca aceptaría un pacto para proteger a los ‘dreamers’, como quiere la opinión pública. Esa opción ya no parece estar sobre la mesa. Los nubarrones del cambalache político vuelven a ennegrecer su futuro. 

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