NUEVA PROVOCACIÓN DE KIM JONG-UN

Corea del Norte tensa la cuerda con un misil que sobrevuela Japón

Adrián Foncillas

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Más que los misiles intercontinentales lanzados en julio y la media docena de ensayos nucleares desde 2006. El proyectil que ayer sobrevoló las cabezas japonesas es la peor tropelía en tres décadas. No es otra hipérbole de las que aliñan las informaciones de Corea del Norte. El misil Hwasong-12 había fracasado en tres de las cuatro pruebas hasta la fecha. Salió bien como pudo salir mal. Fue una apuesta irresponsable en tiempos que sólo requieren una chispa para desencadenar una guerra y plantea si sigue vigente uno de los principales factores que permitían el optimismo en medio del fragor: la calculadísima asunción de riesgos de un régimen extremadamente cartesiano, más cauto que alocado a pesar de su reputación global.

Sólo existen dos precedentes en 1998 y 2009, siempre en lanzamientos que ponían en órbita satélites presuntamente científicos y que fueron avisados por Pionyang en las horas previas. El último careció de aviso y dudas: su finalidad es militar. 

"Todas las opciones están sobre la mesa" repitió Donald Trump junto a otras obviedades sobre el aislamiento de Pionyang o la amenaza que supone para el mundo. "Ya veremos, ya veremos”, respondió cuando se le exigieron más detalles. Trump había aclarado semanas atrás que poner en peligro a EEUU o sus aliados era la línea roja que no permitiría cruzar a Corea del Norte. Un misil con un historial de fiabilidad tan calamitoso cruzando Japón se asemeja bastante a un peligro. Es la enésima línea roja de Washington que Pionyang traspasa con alegría.

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Zona no registrada

El misil que sobrevoló la isla de Hokkaido acentúa la amenaza norcoreana cuando sus lanzamientos se deslizaban hacia la rutina y el pasotismo mediático. Fue disparado a las 5.57 AM (hora local) desde Sunan, cerca del aeropuerto internacional de la capital, y voló unos 2.700 kilómetros a una altura máxima de 500 antes de caer a 1.200 al este de suelo japonés. Del último desmán norcoreano se extraen varias lecturas.

La primera es la ubicación. El lanzamiento ha partido de una zona no registrada. En los últimos meses Corea del Norte se ha esforzado en diversificar el origen de sus disparos para subrayar que puede efectuarlos cuándo y desde dónde quiera. Los expertos ya han alertado que Estados Unidos sería incapaz de desactivar todas sus puntos de fuego en un ataque preventivo. Pionyang suma nuevas bases de lanzamientos, ha probado con éxito los proyectiles desde submarinos y construido durante años una extensa red de túneles para ocultar su artillería variada.

La segunda es la longitud. El misil no ha descrito la trayectoria vertical de los dos intercontinentales lanzados en julio. El proyectil utilizado es el mismo con el que Pionyang amenazó con atacar semanas atrás la base de Guam. Esa isla dista de Corea del Norte unos 3.300 kilómetros y el misil matutino ha alcanzado los 2.700. La prueba subraya la amenaza a Guam no sólo porque la distancia se acorta sino porque sugiere que Corea del Norte está aprendiendo a manejar los Kwaesong-12.

Y la tercera es la atención mediática que exige Corea del Norte. Aquel anuncio de lanzar cuatro misiles que caerían a apenas 30 kilómetros de la base estadounidense había dejado el listón muy alto y la posterior anulación bajó el suflé sin remedio. Los tres anodinos misiles de corto alcance lanzados esta semana fueron relegados a los arcenes informativos en un contexto de inundaciones históricas en EEUU. El vuelo sobre Japón es el necesario elemento perturbador para reclamar las portadas globales.

Escudos protectores

Tokio ha informado de que ningún avión o barco ha sido dañado. También que no ha intentado abatir el misil con los escudos desplegados para proteger a su población. No ha aclarado la razón pero responde a cuestiones técnicas: las baterías antimisiles PAC-3 japonesas sólo pueden abatir proyectiles a un radio de 30 kilómetros; es decir, en la fase final de su vuelo descendente.

Al primer ministro japonés, Shinzo Abe, acostumbrado a desayunar con lanzamientos norcoreanos de misiles, se le ha visto este martes más descompuesto. Ha calificado el lanzamiento de "amenaza grave y sin precedentes" y después ha hablado durante 40 minutos por teléfono con el presidente estadounidense, Donald Trump. Ambos han decidido ampliar la presión sobre Pionyang y pedir una reunión de urgencia en el Consejo de Seguridad de la ONU. Es la inútil liturgia internacional que sigue a las tropelías norcoreanas. Kim Jong-un ha ordenado el lanzamiento de 18 misiles este año cuando su padre no superó los 16 en 17 años en el poder (del 1994 al 2011), como muestra este gráfico de Statista.

El delirante contexto fue descrito por el Ministerio de Exteriores de China. "Piensa en quién tiene la culpa si China está urgiendo a la calma todos los días mientras una parte no para de realizar ejercicios militares (por EEUU) y la otra constantemente lanza misiles", respondió el portavoz.