ESCALADA DE TENSIÓN

Corea del Norte anuncia que el ataque a Guam es cuestión de días

El Ejército de Pionyang asegura que el domingo estará listo para lanzar cuatro misiles que caerán en aguas próximas a la base de EEUU

Adrián Foncillas / Pekín

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Corea del Norte atacará una base de EEUU en el Pacífico con luz y taquígrafos. La presentación en público del plan rompe la casuística de lanzamientos clandestinos y sorpresivos, abre la fase de la acción después de semanas de tediosa confrontación retórica y fuerza a Donald Trump a tomar decisiones delicadas. Tanto Pionyang como Washington parecen dispuestos a convertir esta crisis en algo más que las que cíclicamente asolan la península.

Cuatro misiles Hwasong-12 sobrevolarán las prefecturas japonesas de Shimani, Hiroshima y Kochi y recorrerán 3.356,7 kilómetros durante un vuelo de 1.065 segundos (algo menos de 18  minutos) antes de hundirse a unos 30 o 40 kilómetros de la isla de Guam. Los preparativos estarán listos el domingo y sólo faltará la firma de Kim Jong-un, líder y comandante en jefe. El informe detallado del general Kim Rak-gyom ha llegado a primera hora de este jueves en la agencia oficial KCNA junto con la aclaración de que las ultimas declaraciones de Trump “han enfurecido a los artilleros de los misiles Hwasong”. De “un montón de tonterías” ha calificado las amenazas de Trump de enviarles “furia y fuego como nunca antes ha visto el mundo”.

La coincidencia en el tiempo de Kim Jong-un y Trump explica que el arsenal dialéctico de amenazas e invectivas sea intercambiable por primera vez en 70 años de conflicto. “El diálogo no es posible con ese tipo carente de razón y solo la fuerza puede convencerle”, ha dicho el general del millonario neoyorquino. 

Corea del Norte acumula décadas con amenazas de destrucción urbi et orbe pero nunca había anticipado sus planes con detalle. Los expertos debatían ayer las razones. Quizá es un anuncio encubierto de que sus misiles cambiarán a partir de ahora el Mar del Japón por zonas más cercanas a la base militar estadounidense. Quizá pretenda aclarar que caerán en las aguas cercanas y evitar la respuesta militar estadounidense que podría desencadenar la amenazante visión de los proyectiles dirigiéndose directamente hacia su base militar. O quizá solo busque irritar a Trump traspasando otra de sus líneas rojas.

Kim maneja los tiempos

Lo cierto es que Corea del Norte maneja los tiempos del conflicto. Kim Jong-un ganó el pulso a Trump al lanzar dos misiles intercontinentales este año después de que el presidente estadounidense hubiera prometido impedirlo, contestó a sus últimas amenazas con el plan de atacar Guam y ahora le empuja a un dilema: tolerar que los misiles se hundan a un puñado de kilómetros de suelo estadounidense o arriesgarse a que fracasen sus sistemas de defensa.

Estados Unidos ha invertido más de 200.000 millones de dólares en escudos antimisiles desde que Ronald Reagan soñara con un blindaje inexpugnable durante la guerra fría. Sus resultados, sin embargo, se alejan de la eficacia absoluta incluso en pruebas realizadas en condiciones ideales. Si los sistemas de defensa fallaran en la intercepción de uno solo de los cuatro misiles norcoreanos, el Ejército más poderoso del mundo quedaría abocado a un ridículo indigerible y se plantearían dudas sobre su capacidad para proteger a sus aliados en la zona. No es un reto que Trump vaya a superar con otro par de tuits incendiarios.

"Que disfruten de las playas"

En Guam no parecen muy turbados por ocupar la diana de los misiles norcoreanos. Los isleños son tipos recios que han soportado la invasión japonesa, terremotos y tifones. Su gobernador, Eddie Calvo, no quiere que la preocupación altere la vida de sus 160.000 habitantes. “Que disfruten de las playas”, les ha animado. La isla tropical había sido señalada ya antes como objetivo de los lanzamientos norcoreanos porque es uno de los baluartes principales de Washington en el Pacífico. De ahí han despegado los bombarderos que estos días han volado sobre la península.

La certeza de las consecuencias desastrosas de una guerra permite cierto optimismo en el desenfreno. “No es probable que Corea del Norte ataque Estados Unidos. Si lo hiciera, no sería solo el fin del régimen de los Kim sino del país. Sí son más probables los choques militares con Corea del Sur, porque ya han ocurrido en el pasado. Si Pionyang atacara a Seúl, no está claro que Estados Unidos y China se vieran involucrados otra vez como en la guerra de Corea. El mundo está en manos diferentes ahora”, señala Jiyoung Song, experta en estudios coreanos del Instituto de Asia de la Universidad de Melbourne.

Japón y China

Japón, cuyo cielo deberían surcar los cuatro misiles norcoreanos, ha calificado las acciones de Pionyang  de “una provocación para la región y para la seguridad de la comunidad internacional”. El portavoz gubernamental, Yoshihide Sug, ha dicho que “nunca" lo tolerarían, aunque sus defensas antimisiles carecen de la potencia suficiente.  Incluso el nuevo Gobierno surcoreano, más paciente con los desmanes de su vecino, agravó el tono al anunciar respuestas rotundas. Era habitual que Seúl esperara a las acciones para manifestarse e ignorara las amenazas.

La crisis ha pillado a China sumergida en sus temas. No se ha escuchado a sus líderes, liados en la preparación del delicado congreso del partido de otoño. Las únicas reacciones llegan de la prensa oficial, pidiendo más moderación a ambas partes y especialmente a Trump.