TENSIÓN EN ASIA

Corea del Norte planta cara y afirma que su programa nuclear es innegociable

En el centro, el ministro norcoreano de Exteriores, Ri Yong.ho.

En el centro, el ministro norcoreano de Exteriores, Ri Yong.ho. / periodico

Adrián Foncillas

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El conflicto norcoreano sigue donde estaba tras un intenso fin de semana con las enésimas sanciones de la ONU, la cumbre regional de los países del Sudeste Asiático (ASEAN) y febriles conversaciones de todos los implicados. Nunca se ha arrugado Pionyang y menos lo hará con el éxito aún fresco de sus misiles intercontinentales con presunta capacidad de golpear Estados Unidos.

Pyongyang ha calificado las nuevas sanciones de “violenta violación a su soberanía”, ha insistido en que no colocará su programa nuclear en la mesa de negociaciones mientras duren las amenazas militares de Washington y advertido de que esta “pagará su crimen miles de veces”. Además, el régimen norcoreano ha despreciado la invitación surcoreana de diálogo por juzgar que “le falta sinceridad”.

La presión internacional sobre Corea del Norte crece. LA ASEAN ha emitido una declaración pidiendo a Corea del Norte que cumpla las resoluciones de la ONU y cese los lanzamientos de misiles, ensayos nucleares y otros desmanes. Esas obviedades suponen un inaudito gesto para una organización acusada siempre de pusilánime. El canciller norcoreano, Ri Yong-ho, respondió con firmeza: "Nuestra fuerza nuclear es un recurso de disuasión de la guerra para prevenir un ataque atómico y una invasión militar de EEUU", zanjó.

Los expertos piden diálogo

De este callejón sólo se saldrá negociando, insisten los expertos. “La cuestión es de qué hablar. Si es sobre detener el lanzamiento de misiles, Pyonyang ya lo ha ofrecido y Estados Unidos se ha negado. Si es sobre la desnuclearización de Corea del Norte, es más complicado debido a la importancia de las armas nucleares para la supervivencia del régimen”, señala Tong Zhao, experto del Centro Carnegie-Tsinghua.

El secretario de Estado de Estados Unidos, Rex Tillerson, ha rebajado en las últimas horas la hostilidad hacia Corea del Norte y sugerido que una reunión para evitar la guerra no es inviable. La condición previa es que Pionyang acaba con los lanzamientos de misiles. "Detener los lanzamientos de misiles es la mejor señal que podría enviar Corea del Norte para demostrar que tiene disposición a dialogar".  Las proporciones inéditas del conflicto y los avances de la carrera nuclear norcoreana sellan el fracaso de la política de Washington y le empujan hacia la mesa de negociaciones. “Estados Unidos debería perseguir seriamente esa opción”, certifica Tong.

Pyonyang también ha rechazado la oferta de Corea del Sur de retomar las negociaciones en general y las referentes a las visitas de familiares separados desde la guerra en particular. Esos ancianos desesperados por ver a sus seres queridos antes de morir son las primeras víctimas de la geopolítica.

Pero Pionyang acusó a Seúl de colaborar con Estados Unidos para atornillarla y desoyó las súplicas. Conmueve la paciencia de Moon Jae-in, el nuevo presidente surcoreano, con infinitas mejillas para tanta bofetada. Moon ha jubilado la política frentista de los conservadores y este fin de semana recordó por teléfono a Donald Trump que quiere “una solución pacífica”. Moon es discípulo de sus predecesores Kim Dae-joon y Roh Moon-hyun, quienes entre 1998 y 2008 propiciaron el periodo más pacífico en la región con su política de acercamiento y ayudas económicas. Ha sido la menos inútil de las probadas en siete décadas.

Aplauso chino

La reunión fue aplaudida por China porque en estos tiempos convulsos  cabe alegrarse de que los responsables de ambas coreas se dirijan la palabra. “Mi impresión es que Corea del Norte no ha rechazado por completo las ofertas surcoreanas”, ha dicho esta mañana en Manila Wang Yi, ministro de Exteriores chino, expresando más deseo que realidad.

El paso del tiempo apuntala los dos bandos. En uno, los esfuerzos ímprobos de Corea del Sur y China por fomentar la diplomacia. En el otro, la política de machos de Corea del Norte y Estados Unidos, enredados en una espiral de amenazas militares varias.