La hora de los kurdos

El enfrentamiento entre sunís y chiís ha fragmentado Irak y Siria lo que alimenta las aspiraciones secesionistas del pueblo kurdo, como en el Kurdistán iraquí que celebrará un referéndum independentista

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KIM AMOR / BARCELONA

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Las autoridades de la región autónoma del Kurdistán iraquí han anunciado de manera unilateral la celebración el próximo mes de septiembre de un referéndum de autodeterminación para constituirse en un estado independiente.Todo un desafío para el Gobierno de Bagdad, en manos de la comunidad chií, y para los países vecinos de Irak con poblaciones kurdas, como Siria, Irán y Turquía. Ankara mantiene desde hace décadas una guerra con el independentista Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), grupo considerado terrorista por una parte de la comunidad internacional.

La actual situación en la región, azotada y debilitada por los conflictos armados, constituye el escenario ideal para que la minoría étnica sin Estado más grande del mundo, formada por 25 millones de personas, intente ahora dar el primer gran salto en su aspiración histórica de crear el Gran Kurdistán.

Las guerras de Irak y Siria no solo han destruido a los dos países árabes que disponían de los mejores índices de educación y formación académica de la región, es decir con mayor proyección de futuro, sino que los han sumido en un brutal y sangriento enfrentamiento sectario que va a hacer muy difícil, sino imposible, que árabes sunís y árabes chiís vuelvan a convivir juntos, y más aún en el contexto de enconada lucha regional entre las dos grandes teocracias de la zona, la suní Arabia Saudí y el Irán chií.

INTERESES ESTRATÉGICOS

El trazado de nuevas fronteras que separen a una comunidad de la otra -de hecho el conflicto ha ido acompañado de forzados desplazamientos de población por razones confesionales tanto en un país como en el otro- es una posibilidad nada descabellada. Una nueva versión del acuerdo Sykes-Picot de 1916, base de la configuración geográfica del actual Oriente Próximo, pero en esta ocasión bajo la supervisión, control y conforme a los intereses económicos y estratégicos de Estados Unidos y Rusia.

Este posible escenario beneficia apriori a los kurdos, que ya tras la primera guerra mundial se les prometió, como a lo árabes, un Estado propio y luego se les negó. Los kurdos de Irak ya gestionan desde hace décadas, como si un estado propio se tratase, la región autónoma de Kurdistán, y los de Siria, han formado la federación autónoma kurda de Rojova, autoproclamada en marzo del 2016, una ampliación de la autonomía instaurada cuatro años antes. Pero el proyecto independentista en Irak y el cada vez más secesionista de Siria cuenta con un potente enemigo, Turquía, que ha estrechado relaciones con la Rusia de Vladimir Putin, ansioso por influir en el único país musulmán de la OTAN.

Turquía y Rusia consideran que los países occidentales les han tratado “injustamente”, y eso les une, y a pesar de que, al contrario que Erdogan, Putin apoya a Bashar el Asad, el principal blanco de Turquía no es el régimen sirio sino los kurdos. Erdogan ha sido por momentos permisivo con el Estado Islámico no por compartir su visión retrógrada y medieval del islam sino porque combate a las fuerzas kurdas.

ARMAR A LOS PESHMERGA

Ankara ha dejado claro que hará frente a toda acción que favorezca a la comunidad kurda, ya sea fuera o dentro de sus fronteras, y ha dicho por activa y por pasiva que no permitirá ningún territorio kurdo a lo largo de su frontera, y, con Rojova, que desea desmantelar, comparte 400 kilómetros.

Por eso, Erdogan ha reaccionado con ira a la intención de EEUU de armar a los combatientes peshmerga sirios de las llamadas Unidades de Protección Popular (YPG, en sus siglas en kurdo), la vanguardia de las fuerzas que combaten al Estado islámico en Siria. El presidente de EEUU, Donald Trump, confía que las YPG sean la principal fuerza de choque terrestre que contribuya a arrebatar a los yihadistas la ciudad de Raqqa, el último gran bastión del EI y de su autoproclamado “califato”, en vías de extinción tras la caída de Mosul.

“Tanto el YPG como el PKK son organizaciones terroristas. No hay diferencias, solo el nombre es diferente. Cada arma que obtenga es una amenaza para Turquía”, ha advertido el ministro de Exteriores turco Merlut Çavusoglu, mientras que Erdogan ha pedido a Trump “que rectifique inmediatamente el error” de armar a los kurdos sirios.

NUEVA FASE

Una vez desmantelado el Califato, que no el Estado Islámico, las guerras en Siria e Irak entrarán en una nueva fase y todo eventual acuerdo de paz entre las diferentes facciones, si lo hay, tendrá que contar con el visto bueno de Washington y de Moscú y de sus respectivos aliados en la región. Y la cuestión kurda no podrá negociarse al margen, sino que formará parte del todo.

Habrá que esperar a saber si el referéndum del 25 de septiembre -en el que el sí a la independencia se da por seguro- acaba formando parte de una solución global o, como todo apunta, abrirá un nuevo y peligroso frente en una región ya devastada.