La popularidad de la alcaldesa de Roma del Movimiento 5 Estrellas bajo mínimos a un año de su elección

Virginia Raggi no ha resuelto ni uno solo de lo problemas más acuciantes de la ciudad, gobierna una administración caótica y hace frente a casos de corrupción

la alcaldesa de roma virginia raggi

la alcaldesa de roma virginia raggi / periodico

IRENE SAVIO / ROMA

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Hace un año que Roma vivió una revolución. Después de décadas de alternancia política entre coaliciones de centro-derecha y centro-izquierda, el Movimiento 5 Estrellas (M5S, por sus siglas en italiano) tomó el poder. Virginia Raggi, mujer, abogada y prácticamente desconocida para el común de los electores, fue el motor de ese cambio. Aquel 19 de junio de 2016 aplastó con el 67% de los votos al candidato del entonces primer ministro, Matteo Renzi, en la segunda vuelta de las elecciones municipales. No obstante, desde entonces, Raggi se ha enfrentado a un sistema complejo y, empujada por sus propios errores, ha llevado adelante una administración caótica, que no ha resuelto ninguno de los problemas más graves de la capital de Italia. 

Ha sido el guión de la vida real el que ha resultado ser algo diferente al imaginado hace un año durante la campaña electoral cuando un enorme caso de corrupción había lastrado la imagen de los partidos tradicionales. Vivir hoy en Roma es vivir en una ciudad en la que las quejas populares se centran en los baches callejeros que siguen pululando, en la recolección de las basuras que continúa sin funcionar y en el mal funcionamiento de las oficinas públicas que persiste. 

Por no hablar de los transportes públicos, cuyos autobuses, según contaba recientemente un artículo en el diario 'La Stampa', se rompen unas 300 veces al día, mientras que las obras para la construcción de la línea C del metro de Roma siguen avanzando a ritmo de tortuga. Incluso ha disminuido un punto el porcentaje de la recogida selectiva de basura (ahora un 42%), a pesar de que en los dos últimos años se estaba registrando un crecimiento anual de un 8%. 

DETENIDO POR CORRUPCIÓN

Por el contrario, lo que sí ha habido es 'titulitis' funcionarial. Tanto que, de las 227 ordenanzas firmadas por Raggi en lo que va de su gestión, un total de 149 fueron actos para nombrar, delegar o revocar funcionarios y consejeros públicos. Algunos de los cuales también han acabado en el ojo del huracán. Por ejemplo, Paola Muraro, elegida para ser responsable de Medio Ambiente y quien finalmente dimitió en diciembre, envuelta en acusaciones por presuntas irregularidades cuando trabajaba en la empresa municipal encargada de la recogida de basuras. O también Raffaele Marra, el antiguo brazo derecho de Raggi, arrestado por corrupción ese mismo mes.

El golpe fue tan fuerte que Raggi decidió cambiar y se puso a la orden de la cúpula del M5S y de su impredecible fundador, Beppe Grillo, algo que la alcaldesa desdeñó desde el comienzo.  “Ha habido dos fases en este año de Raggi. En la primera actuó de manera autárquica. En la segunda aceptó sometrese a la voluntad del M5S”, afirma Luca de Carolis, periodista especializado en M5S. “El detonante fue el arresto en diciembre de uno de sus más estrechos colaboradores, Raffaele Marra, ocurrido después de meses de luchas de poder y escándalos por una serie de controvertidos nombramientos en el gobierno municipal”, argumenta a este diario De Carolis.

Tanto es así que, desde entonces hasta la fecha, dos diputados del M5S realizan con frecuencia visitas al Campidoglio (la sede del Gobierno de Roma). Se trata de Alfonso Bonafede y Riccardo Fraccaro, ambos cercanos a Luigi Di Maio, el político más fuerte para encabezar una candidatura a primer ministro por el M5S en caso de elecciones. “Son los comisarios a través de los cuales Grillo controla a Raggi”, explicaban los diarios italianos el pasado mes de enero.  

DISCURSO CONTRA INMIGRANTES

Así, en las últimas semanas, Raggi — que antes de entrar en la política trabajaba en un bufete que defendía a Silvio Berlusconi— se ha desplazado más a la derecha en su discurso político, sumándose al carro de los que consideran a la inmigración como un problema. Entre otros, ha pedido que Roma no acoja más a inmigrantes y ha llevado adelante más de veinte desalojos de campamentos montados por activistas y habitantes locales para dar ayuda a simpapeles que residen o están de paso por la capital de Italia.

Los sondeos continúan registrando la caída de Raggi. Los últimos indican que, de haber elecciones hoy, casi siete de cada diez romanos no volverían a votar por ella.