Las emisiones de CO2 crecieron en la UE en el 2015 por primera vez en cinco años

Las emisiones de gases con efecto invernadero aumentaron en el 2015 en la Unión Europea, por primera vez desde el año 2010, un 0,5%. Ese incremento se debió en buena medida al repunte en el transporte, tanto de pasajeros como de mercancías, y al aumento de la demanda energética debido a un invierno ligeramente más frío que el anterior, según los nuevos datos publicados por la Agencia Europea del Medio Ambiente (EEA en sus siglas en inglés).

Es decir, que la mejora de la eficiencia energética de los nuevos vehículos y aviones no fue suficiente para contener el repunte que siguió a una caída del 4% registrada en 2014. Las emisiones del transporte por carretera, que contabilizaron el 20%, aumentaron por segundo año consecutivo un 1,6% mientras que la aviación –que representa un 4%- lo hizo un 3,3%. España, Italia y Holanda registraron los mayores aumentos de emisiones, mientras que Reino Unido tuvo la mayor caída.

Pese al cambio de tendencia, en términos generales el balance de 1990 al 2015 es positivo. La UE redujo durante este período sus emisiones contaminantes un 22,1% –un 23,7% si no se tiene en cuenta a la aviación–, lo que significa que ya ha superado el objetivo del 20% de reducción fijado para el año 2020.

DISMINUCIÓN COMPATIBLE CON EL CRECIMIENTO ECONÓMICO

Durante este mismo período las energías renovables han aumentado –particularmente el uso de biomasa y eólica- y la economía europea creció en torno a un 50%, lo que demuestra que sí es posible lograr crecimiento económico e impulsar la economía y al mismo tiempo proteger el planeta y reducir las emisiones. La supuesta imposibilidad de ello es precisamente el argumento que esgrimen aquellos que defienden en Estados Unidos sacar al país del acuerdo sobre cambio climático de París.

Detrás de la reducción del 22% se esconden diversos motivos. Para empezar, las políticas europeas y nacionales adoptadas para frenar el calentamiento, desde un mayor uso de energías renovables hasta una mejora de la eficiencia energética, pero también la recesión desatada a raíz de la crisis financiera del 2007, los inviernos más cálidos de los últimos años y una economía más orientada a servicios que a la industria.