LA HISTORIA

Un pueblo traumatizado

La castigada región del Rif arrastra la memoria de un pasado convulso

Manifestación de protesta en Alhucemas, el pasado 29 de mayo.

Manifestación de protesta en Alhucemas, el pasado 29 de mayo. / AFP / FADEL SENNA

BEATRIZ MESA / RABAT

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La región del Rif, en el norte de Marruecos, evoca rebeldía, resistencia y derrota, pero también exclusión social, desempleo y pobreza. Todo esto es el Rif, una mezcla de problemas socio-económicos y la memoria de un pueblo traumatizado por un pasado que dejó un poso de violencia bajo el régimen de Hassan II. E incluso mucho antes, en 1920, durante los años de quien representó el paradigma de la lucha anti-colonialista, Albdelkrim El Hattabi, los rifeños combatieron contra la penetración colonial española y francesa. Ganaron, bajo las órdenes del héroe legendario, a las tropas españolas en la batalla de Anual en 1921 pero años más tarde perdieron durante la macro ofensiva lanzada por la dictadura de Primo de Rivera que incluyó bombardeos con armas químicas. 

El Hattabi se hacía llamar presidente de la República del Rif y encarnó, hasta su muerte, los valores de las poblaciones rifeñas que en aquel entonces no reconocían al Sultán como jefe de Estado político  (sólo espiritual) y de ahí la denominación para el Rif de “Blad es-Siba” (territorio disidente). Sobre tierras de desierto e inhóspitas montañas, los bereberes se organizaban en tribus (cabilas) y se sometían a los códigos culturales y leyes propias de su tribu, despreciando a la figura central del sultanato. Un ministro español en el Tánger internacional durante la rebelión del Rif (1958-59) aseguró en tono desesperado —así queda recogido en la obra de David S. Woolmma "Abdelkrim y la guerra del Rif"— que “nadie podría gobernar estas tribus. Son la gente más intratable de la tierra”. Hoy, todavía, cuando se le pregunta a un árabe tangerino o tetuaní sobre el carácter rifeño es fácil que respondan “duros de pelar”. 

LA ZONA MÁS INESTABLE

Los rifeños no sólo se enfrentaron a la ocupación militar europea (España y Francia), harían lo propio cuando Marruecos logró su independencia en 1956. Mohamed V levantó el pulso a los rebeldes, considerados como amotinados, enviando a buena parte del Ejército a aplastar toda forma de insurgencia bereber. Desde entonces, el Rif ha sido la zona más inestable del país magrebí porque los ciudadanos  han preservado, a golpe de manifestaciones, sublevaciones y contestación popular, la defensa de la identidad bereber. El gran logro de la población rifeña se produce en 2011 con la reforma constitucional como resultado de la “primavera marroquí”  porque por vez primera en la historia de este país, la lengua bereber (el amazig) será reconocida constitucionalmente. Tanto es así que ya se pueden ver canales de televisión en amazig y en los paneles de las principales autovías del país se pueden leer las locales en la lengua árabe y bereber. Ganada la batalla política, las nuevas generaciones rifeñas de aquellos remotos valles claman ahora derechos sociales y económicos.