El lanzamiento fallido de un misil desnuda las carencias del programa norcoreano

Un hombre mira en una televisión el lanzamiento de un misil en la costa este de Corea del Norte.

Un hombre mira en una televisión el lanzamiento de un misil en la costa este de Corea del Norte. / AY

ADRIÁN FONCILLAS / PIONYANG (Enviado especial)

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El misil del domingo por la mañana apuntala dos certezas: el autismo norcoreano a las intimidaciones estadounidenses y la distancia abisal entre la realidad y el deseo de su carrera armamentista. Muchos de sus proyectiles lucen estupendos sobre camiones en la Plaza de Kim Il Sung y se hunden en el océano tras un vuelo gallináceo.

Los expertos estudian aún los detalles del lanzamiento. Se sabe que explotó casi de inmediato. Analistas estadounidenses hablan de "cuatro o cinco segundos" desde su eyección en la ciudad oriental de Sinpo. Desde esa base lanzó Corea del Norte con éxito meses atrás un misil desde un submarino, muy complicados de detectar y destruir. Los primeros análisis apuntan al que de esta mañana fue lanzado desde tierra y descartan que fuera un misil intercontinental o ICBM, el sueño que persigue Pionyang. La promesa norcoreana de probar un ICBM este año fue respondida desde Twitter por el presidente estadounidense, Donald Trump, con un lacónico “eso no ocurrirá”.

SILENCIO EN LA PRENSA NACIONAL

El enésimo revés balístico ocupó las portadas globales pero fue silenciado por la prensa nacional que el día anterior había ofrecido portadas y maratones televisivos al desfile militar del Día del Sol. El altavoz propagandístico norcoreano es tan fragoroso en los puntuales logros como discreto en los rutinarios descalabros. Los guías que atan en corto a los periodistas extranjeros en Pionyang no habían oído nada. “Sólo se publican los lanzamientos exitosos”, corrobora uno.

Ya el año pasado falló en estas fechas un misil Musudan con el que Corea del Norte pretendía aliñar el aniversario de Kim Il Sung, padre de la nación y abuelo del actual dictador. Otro proyectil cayó al agua a principios de mes al perder el control poco después de su lanzamiento. La vigilancia desde los satélites espaciales permitieron acreditar varios fracasos el pasado año. En algunos casos se detectó una enorme bola de fuego que habría matado a los operarios y soldados sobre el terreno, según los observadores.

Quizá la fe granítica de todos los norcoreanos entrevistados por 'El Periódico' en la victoria aplastante ante una hipotética guerra contra Estados Unidos se diluiría si conocieran la retahíla de fracasos. “Probablemente lo pasaríamos un poco mal, pero les venceríamos seguro. ¿No viste nuestras armas del desfile?”, señala Ri Ryong Woo, estudiante de Finanzas.

Pionyang mostró el sábado lo que parecía un nuevo misil intercontinental con capacidad para golpear Estados Unidos, pero la teoría suele reñir con la práctica en su programa armamentista. Un misil de largo alcance con una ojiva nuclear golpeando la costa norteamericana se antoja quimérico cuando muchos de medio alcance sin carga no aguantan más de varios segundos en el aire. Los alardes armamentistas norcoreanos exigen un acto de fe notable que sólo parecen compartir Washington y Pionyang por razones opuestas.

PENCE EN COREA DEL SUR

El desafío llegó pocas horas antes de que aterrizara en Seúl el vicepresidente estadounidense, Mike Pence. En la agenda del enviado de Washington para sus próximos diez días en Asia está subrayado el problema norcoreano. Pence llega para reforzar la alianza con Corea del Sur y Japón, sus aliados en la zona.

Las posturas enrocadas de Trump y Kim Jong-un no permiten el optimismo. El primero pretende solventar el problema con intimidaciones militares que sólo alimentan el comprensible miedo de Kim Jong-un a terminar como Muamar Al Gadafi o Sadam Hussein. No es razonable pedirle a Corea del Norte que renuncie a su seguro nuclear en ese contexto amenazante. El régimen estalinista aclaró el sábado que estaba listo para responder a la guerra nuclear planteada por Estados Unidos.