Nikki Haley, la nueva 'sheriff' en la ONU

Nikki Haley, en la ONU, este viernes.

Nikki Haley, en la ONU, este viernes. / periodico

IDOYA NOAIN / NUEVA YORK

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Tradicionalmente, para entender los planteamientos de Estados Unidos en política exterior bastaba estar atento a la agenda y las palabras del secretario de Estado. Con Donald Trump y su heterodoxo estilo de Gobierno esa tradición se está haciendo añicos. Su jefe de la diplomacia, el exempresario petrolero Rex Tillerson, está prácticamente desaparecido y ya hay quien lo ve como el titular de la poderosa cartera "más débil" de la historia. Numerosas misiones que teóricamente le corresponderían están recayendo en el yernísimo, Jared Kushneryernísimo, el asesor del presidente que lo mismo viaja a Irak que negocia con China o México. Pero Kushner no habla públicamente y en el nuevo puzzle se ha convertido en pieza clave Nikki Haley, la embajadora ante Naciones Unidas, que es voz y rostro de la política exterior de la Administración Trump.

Este pasado fin de semana, la antigua gobernadora de Carolina del Sur, hija de inmigrantes indios, de 45 años y hasta su nombramiento sin experiencia en asuntos exteriores, hacía la ronda por los informativos dominicales hablando de la lucha contra el Estado Islámico, analizando las relaciones con Rusia o minimizando el impacto y la relevancia de los tuits del jefe -“para mí es cháchara, no le presto atención”, dijo-. Y el lunes dos artículos en 'Politico' y 'The Washington Post' la situaban como voz básica de referencia, mencionando el eclipse de Tillerson y, como ha sido habitual en toda su carrera política, identificando un potencial ascenso (y ambición) aún mayor.

No solo se habla de la posibilidad de que de relevo al secretario de Estado, sino que vuelve a sonar su nombre como aspirante al Despacho Oval. Y cuando Haley ofreció el lunes la rueda de prensa para explicar la presidencia estadounidense del Consejo de Seguridad en abril, caló la broma de un reportero de CNN que se dirigió a ella como "Madame president".  “En todos los cargos que he tenido todo el mundo asume que busco algo más grande", respondió.

LEAL SOLDADO

Por ahora, Haley se ha enfundado el uniforme de leal soldado de Trump. Y eso que lo criticó durante la campaña y, cuando fue la elegida de los republicanos para dar la respuesta al último discurso sobre el Estado de la Unión de Barack Obama, alertó sobre la tentación de seguir “los cantos de sirenas de las voces más enfadadas”, un dardo al que Trump respondía vía tuit. “¡Nikki Haley avergüenza a la gente de Carolina del Sur!”.

Agua pasada. Ahora los dos están en la misma página o, al menos, en la página en que se complementan. Haley debutó en la ONU prometiendo con tono vengativo "apuntar los nombres" de los países que no apoyaran a EEUU. Es el estandarte de la defensa a ultranza en el organismo de Israel y la semana pasada, en la conferencia del principal lobi israelí en EEUU, provocó un clamoroso aplauso al asegurar que "hay un nuevo sheriff" en la ONU -"llevo tacones pero no es una declaración de moda, es porque si veo algo mal les voy a dar cada vez", dijo también-. Y es quien muestra la cara más crítica con Rusia, algo a lo que Trump parece alérgico. En la tensa reunión del Consejo de Seguridad del martes tras el ataque químico en Idleb (Siria), Haley apuntó directamente a la responsabilidad (e irresponsabilidad) de Moscú. Trump, en Washington, eludió señalar al Kremlin.  

RECORTES

La embajadora trata, asimismo, de convertir en argumentos de “efectividad”, “eficiencia” y “responsabilidad” las amenazas de la Administración Trump de cortar hasta 1.000 millones de dólares de sus aportaciones a Naciones Unidas. Y aunque el lunes en rueda de prensa aseguraba que “la cuestión no son más recursos sino ser más inteligentes con los que tenemos" y ponía el foco en la necesidad de reformar las misiones de paz, horas después se supo que la tijera ha empezado a hacer estragos. La Casa Blanca enviaba al Congreso instrucciones para que cese todas sus aportaciones al Fondo de Población de la ONU, que protege y promueve la salud reproductiva y los derechos de mujeres y niñas en 155 países.

Otra de sus misiones es matizar o tratar de restar controversia a declaraciones polémicas de Trump, siempre negando contradicciones evidentes y asegurando que Washington y la misión ante la ONU están “en la misma página”. El lunes, por ejemplo, Haley  explicó que cuando Trump aprovechó su reunión con Abdelfatá al Sisi para felicitarle por estar “haciendo un trabajo fantástico” en Egipto "no hablaba de derechos humanos”. “No vamos a dejar de hablar de derechos humanos”, aseguró Haley, “pero hay situaciones en las que tienes que trabajar con ciertos países. La Casa Blanca no va a dejar de hablar a Egipto, Arabia Saudí o ciertos actores porque lo que queremos al final es luchar contra el Estado Islámico y el extremismo. Vamos a actuar con quien tengamos que actuar para derrotarlos”, dejó claro.