ELECCIONES EN LOS PAÍSES BAJOS

"Vivimos en una atmósfera cada vez más hostil"

La comunidad musulmana afronta entre el temor y el escepticismo el auge del partido islamófobo y el giro retórico nacionalista del gobierno

Mujeres musulmanas cerca de una mezquita de Rotterdam.

Mujeres musulmanas cerca de una mezquita de Rotterdam. / periodico

CARLES PLANAS BOU / ÁMSTERDAM (ENVIADO ESPECIAL)

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Hace un día soleado y los habitantes de Ámsterdam aprovechan para salir a tomar una cerveza frente al canal. En la mezquita Al Karam, al lado sur de la capital, un grupo de niños atienden a la lectura del Corán de los domingos. En el piso de arriba, en una sala llena de libros religiosos y un ordenador pasado de moda, tres hombres charlan. El Islam, su religión, vuelve a estar en el ojo del huracán político. El discurso xenófobo del populista Geert Wilders ha marcado la campaña electoral y puede tener un fuerte impacto en las elecciones generales del miércoles. “Lo que dice este señor es falta de educación. El Islam no es violencia. Queremos trabajar juntos con los neerlandeses”, cuenta H.

Vestido con la Thawb, una característica túnica blanca, y con la Taqiyah, la gorra de la oración, se muestra pragmático y optimista e intenta evitar cualquier mensaje de alerta. “No hay ninguna contradicción entre el Corán y las leyes de los Países Bajos. Si no cumplo con la ley me tengo que marchar del país”, asegura, tras unas gafas de media luna que le dan un aire intelectual. A su lado, A., vestido con un gorro verde, se levanta tras rezar e insiste en que el creciente racismo no debe afectarlos. “La política es como un anuncio, ahora endurecen su tono contra los musulmanes para vender un producto pero después no lo harán”, asegura, refieréndose al tono más agresivo adoptado por el primer ministro Mark Rutte. “No nos interesa quien dirige el país. Gane quien gane lo que importa es la ley, y ésta defiende nuestra libertad”, añade. Ambos nos piden no citar su nombre.

REPUDIADA POR SER MUSULMANA

A pie de calle la preocupación es un poco mayor. “Al llegar aquí me sorprendió que no hay demasiado respeto al Islam”, cuenta Sarah, francesa de ascendencia algeriana. Con más de 177 nacionalidades distintas, Amsterdam es la ciudad más diversa y multicultural del mundo. La capital es también el epicentro de la comunidad musulmana, ya que alrededor de un 14% de su población es practicante de esta fe. “Aún así es un poco extraño ver que las distintas comunidades están separadas, no se mezclan como en Francia”, asegura.

A nivel nacional, los musulmanes suponen el 6% de la población total. A pesar de eso, como ya pasa en todo Europa gracias a la propagación del discurso populista, los neerlandeses creen que la comunidad islámica representa un 19%, una deformidad de la percepción ciudadana que explica la creciente islamofobiaAnn vivió en primera persona las sospechas de ser musulmana. Neerlandesa, todo cambió cuando a los 21 años decidió convertirse al Islam, religión que practicaba su marido. Su interés por la fe de Mahoma no gustó nada en su familia. “Mi padre está muy en contra del Islam, así que hace tres años que no me habla”, confiesa. Sus amigos la aceptaron porqué eso es lo que la hizo feliz pero fuera de Amsterdam, explica, la gente tiene la mente más cerrada. “A veces la gente te mira raro. Les confunde que lleve velo y tenga los ojos azules”, añade.

RACISMO SOTERRADO

La creciente popularidad de Wilders y la claudicación de Rutte hacia un discurso más nacionalista ha llevado a muchos musulmanes a optar por nuevas formaciones como DENK, fundada por políticos de origen turco y que según las encuestas cuenta con un 40% del voto turco y un 34% del marroquí. Es el caso de Ali, que reparte panfletos por la capital con un aire indignado por el racismo soterrado, dice, que yace en la sociedad neerlandesa. “Es curioso porqué la policía casi siempre me para cuando conduzco el coche de mi padre, que es un BMW”, suspira.

Fatih, también turco, forma parte de una tercera generación de inmigrantes. Eso no ha evitado que su herencia cultural le pueda suponer un problema. A sus 27 años trabaja en una empresa internacional de Amsterdam pero, según explica, al principio fue más complicado debido a que “la compañías holandesas se fijan mucho al nombre que tienes”. “Vivimos en una atmósfera cada vez más hostil”, asegura.

Ebubekir Ozture es director del Comité de Musulmanes y el Gobierno (CMO), organización paraguas que reúne a 380 mezquitas (84%) de los Países Bajos y trabaja como interlocutor del ejecutivo. “En los últimos años ha crecido el miedo a causa del auge de la islamofobia”, explica el principal representante de la comunidad musulmana, quien culpa a Wilders de “ayudar a los imanes extremistas a radicalizar a los más jóvenes”. A pesar del giro nacionalista del gobierno, se muestra optimista y asegura que más allá de esta estrategia se están tomando muchas medidas para ayudarlos. “No estoy de acuerdo con este cambio de retórica pero lo hacen para captar el voto de la ultraderecha”, asegura, pragmático. “Pero está mal, eso polariza la sociedad y no ayuda a solucionar los problemas”, concluye.