CONFLICTO EN ORIENTE PRÓXIMO

La guerra de Trump en Siria

El Pentágono profundiza su intervención con el envío de cientos de marines y el aumento de los bombardeos aéreos

Combatientes de las Fuerzas Democráticas Sirias junto a vehículos militares de EEUU en las afueras de Manbij, en la provincia de Alepo, el 7 de marzo.

Combatientes de las Fuerzas Democráticas Sirias junto a vehículos militares de EEUU en las afueras de Manbij, en la provincia de Alepo, el 7 de marzo. / periodico

RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON

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Los planes de Donald Trump para acabar con el Estado Islámico (EI) siguen siendo en gran medida una incógnita, pero varios acontecimientos recientes indican una creciente involucración de Estados Unidos en la guerra siria. Esta misma semana, carros blindados estadounidenses entraron en la localidad norteña de Manbij enarbolando la bandera de las barras y estrellas. Por primera vez desde el inicio de la intervención del Pentágono en Siria, no iban a apoyar las operaciones contra el EI sino a pacificar una región arrebatada a los yihadistas que se disputan distintas milicias árabes aliadas de Washington, unas apoyadas por los kurdos y otras por Turquía. “Queremos demostrar de forma visible que estamos ahí”, dijo un portavoz del Pentágono. “El objetivo es centrarnos en el enemigo común, que es el EI”.

Los Rangers que entraron en Manbij fueron desplegados hace solo unos días en el país junto a un destacamento de 400 marines, que se suman a los cerca de 500 comandos de las fuerzas especiales que EEUU tenía hasta ahora en Siria. La intención de estos últimos es apoyar la ofensiva sobre Raqqa, la capital oficiosa del Estado Islámico, que podría comenzar en solo unas semanas. “En esencia, esta sigue siendo la estrategia de Obama, que consiste en trabajar con los kurdos y las Fuerzas Democráticas Sirias (integradas por kurdos y árabes) para lanzar el asalto sobre Raqqa”, dice Joshua Landis, profesor de la universidad de Oklahoma y uno de los grandes especialistas en el conflicto sirio. “Pero en la versión de Trump, la estrategia es un poco más grande, más osada y con mayor músculo militar porque quiere destruir al EI más rápido”. Desde que el republicano llegó a la Casa Blanca, también se han incrementado los bombardeos aéreos.

La misión de los marines pasa por establecer una base de artillería en las inmediaciones de Raqqa para golpear las posiciones yihadistas con proyectiles de 155 mm. Sus líderes están huyendo de la ciudad, según publica el 'New York Times', pero el Pentágono estima que todavía cuentan con 3.000 o 4.000 combatientes en Raqqa.

OFENSIVA A VARIAS BANDAS

En los últimos meses, el califato de Abu Bakr al Baghdadi no ha dejado de menguar. Sus barbudos están siendo asediados en Mosul por el Ejército iraquí y podrían perder pronto el dominio de la última gran ciudad que controlan en Irak. En Siria, aún controlarían cerca del 40% de su masa terrestre, pero la ofensiva a varias bandas de las tropas de Asad apoyadas por Rusia e Irán, junto al empuje de los rebeldes árabes amparados por Turquía, y al de los kurdos y árabes aliados con EEUU está haciendo mella.

“El EI está al borde de derrumbarse”, opina Landis en una entrevista telefónica. “Últimamente, el Ejército de Assad, al que no le quedan muchas tropas adicionales, ha avanzado por el norte de Siria hacia el Éufrates tomando docenas de aldeas controladas por el ISIS sin apenas resistencia, lo que sugiere que tienen serios problemas”, dice utilizando otro de los acrónimos del Estado Islámico.

ASALTO SOBRE RAQQA

El despliegue de los marines, el primer destacamento de tropas regulares estadounidenses en Siria, sugiere que Washington se va a tomar en serio el asalto sobre Raqqa para después empujar hacia el Éufrates y dejar a los yihadistas sin territorio. No está claro qué tiene Trump en mente, aunque el menú de opciones que le ha enviado el Pentágono propone un mayor intervencionismo, con más fuerzas especiales, helicópteros de ataque y artillería, según el 'Washington Post', además de armamento pesado para sus aliados kurdos y árabes.

Pero como demuestra el episodio de Manjib, donde las tropas estadounidenses tratan de mediar entre sus satélites kurdos y los rebeldes apoyados por Turquía, el EI no es el único obstáculo con el que están lidiando. Ankara está furiosa, después de que el general Townsend, el comandante supremo de las tropas de Washington en Siria e Irak, dijera recientemente que no hay pruebas de que las Unidades de Protección Popular kurdas (YPG), con las que trabajan en Siria, supongan una amenaza para Turquía.

TEMOR DE TURQUÍA

Ankara las considera, sin embargo, una organización terrorista cercana al Partido de los Trabajadores (PKK), y teme que la región autónoma kurda de Rojava en el norte de Siria acabe convirtiéndose en un santuario para que el PKK lance ataques contra Turquía. Eso explicaría por qué sus milicias han estado luchando por el control de Manjib.

La solución a este enrevesado puzle podría tenerla Rusia que, según Joshua Landis, está tratando de forjar un pacto entre Ankara, Damasco y los kurdos de Rojava. “Los kurdos se comprometerían a no apoyar al PKK ni a extender su territorio. Asad les permitiría mantener la autonomía de Rojava y, a cambio, Turquía reanudaría las relaciones con el Gobierno de Asad”, explica Landis.