El asesinato de 20 inmigrantes evidencia el fiasco del pacto entre Libia y la UE

Los traficantes acribillaron a las personas que se negaron a subir en la barcaza por los altos precios

Cadáveres de inmigrantes amontonados en la playa libia de Sabratha.

Cadáveres de inmigrantes amontonados en la playa libia de Sabratha. / periodico

MONTSE MARTÍNEZ / BARCELONA

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Su sueño de alcanzar Europa ha quedado varado en una playa de Libia de la peor manera posible. Veinte inmigrantes procedentes del África subsahariana han sido asesinados por los traficantes que debían facilitarles el traslado por mar entre Libia e Italia. La Media Luna Roja ha encontrado sus cuerpos sin vida amontonados sin ningún miramiento en un bosque cercano a la playa de Sabratha, localidad de la costa occidental libia, cercana a la frontera con Túnez. Otros 160 inmigrantes se encuentran en paradero desconocido. El periplo de estas personas para cruzar parte del continente africano hasta poder montar en una barca está plagado de constantes violaciones de los derechos humanos en toda su amplitud: desde agresiones sexuales hasta torturas, desembocando, en ocasiones, en la muerte.

La matanza, amén de abundar en la impunidad y la crueldad con la que actúan las mafias de tráfico de personas, acaba de dar la puntilla al pacto entre Italia y Libia, avalado posteriormente por la Unión Europea, para cortar el flujo de inmigrantes que parten del país norteafricano. El 5 de febrero, los jefes de Estado y Gobierno de los 28 miembros de la Unión Europea, reunidos en Malta, avalaban el acuerdo y destinaban 200 millones de euros para, entre otros supuestos, formar a losguardacostas libios en el control del flujo migratorio. La ruta del Mediterráneo central es la principal vía de acceso a Europa para miles de personas después de que la UE pactara con Turquía el cese del flujo migratorio hacia Grecia, con continuidad a través de la conocida como 'ruta de los Balcanes'.

INTERLOCUTOR CAÓTICO

Pero el acuerdo por el que Libia recibe contraprestaciones económicas a cambio de controlar el flujo migratorio, ya nació practicamente condenado al fracaso en tanto que el país africano no se encuentra en condiciones de ser un interlocutor fiable.

Desde la caída de Muamar Gadafi, hace seis añosLibia vive sumida en un desgobierno que la convierte en campo abonado para grupos delincuenciales de distinta índole, desde mafias de armamento y seres humanos hasta grupos yihadistas como el Estado Islámico. La comunidad internacional reconoce a un Gobierno, liderado por el primer ministro Faiez Serraj, pero, al menos, otros dos grupos tribales se disputan el liderazgo en distintas zonas del país. Esta es la caótica Libia interlocutora de la Unión Europea.

TRIBUS ARMADAS DEL SUR

Tras la firma del pacto, fuentes libias ya explicaron a EL PERIÓDICO que el control de los flujos migratorios depende muy poco del Gobierno de Serraj y sus milicias, puesto que solo controlan una parte de la región tripolitana (al oeste de Libia). Son las tribus armadas dominantes en la zona sur de Libia -los árabes, los tuaregs y toubus- las que manejan las redes de personas a su paso por Fezzan, frontera con los países vecinos de Níger y Chad. Estas abren y cierran a su antojo la que se ha convertido en la principal puerta de entrada para los miles de africanos con rumbo al dorado europeo. El Gobierno legítimo de Serraj, en quien la Unión Europea deposita su confianza y su dinero, no tiene otra salida que la de negociar con las tribus mafiosas del sur.

El líder tuareg Ahmed Shlak, contactado por la corresponsal de EL PERIÓDICO en Marruecos, Beatriz Mesa, fue contundente al afirmar que “los libios rechazan que su país se convierta en la segunda Europa y que los subsaharianos con el tiempo puedan, incluso, comprar la nacionalidad libia”. En este sentido, el líder tuareg ya avanzó, con acierto, que el pacto con la UE y el parón de tráfico de inmigrantes podría tener los días contados.

Con la investigación en curso, fuentes de la seguridad libia han explicado que los asesinatos, cometidos el pasado fin de semana cerca de la playa de Sabratha, se cometieron cuando los inmigrantes se negaron a subir a las precarias embarcaciones en las que lanzarse a un mar en malas condiciones por la adversa meteorología. El ametrallamiento, según las mismas fuentes, se precipitó tras cuestionar el precio que los traficantes solicitaban por el trayecto. Una pelea entre bandas de traficantes también se encuentra entre los posibles móviles del crimen.

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