Trump pide al Congreso que investigue su acusación sin pruebas de que Obama ordenó espiarle en campaña

IDOYA NOAIN / NUEVA YORK

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El torbellino del 'Rusiagate' sigue cobrando fuerza, cada vez más arrolladora y de consecuencias imprevisibles para el sistema democrático de Estados Unidos. Un día después de que Donald Trump acusara sin pruebas a Barack Obama de haber ordenado pinchar sus teléfonos antes de las elecciones, su portavoz ha anunciado que el presidente solicita al Congreso que investigue “si en 2016 se abusó de los poderes de investigación del poder ejecutivo”. Y aunque el comunicado de Sean Spicer afirma que “ni la Casa Blanca ni el presidente comentarán más” hasta que los comités de inteligencia de las Cámaras concluyan la investigación sobre la injerencia rusa en el proceso electoral en la que Trump pide que se enmarque la revisión de las acciones del anterior ejecutivo, el silencio se plantea, si no imposible, extremadamente difícil. De hecho, la propia Casa Blanca lo ha roto este mismo domingo.

Sarah Huckabee Sanders, una subordinada de Spicer, ha aparecido en un programa de ABC y ha dado a entender que el presidente basó sus acusaciones, lanzadas en una madrugadora diatriba en Twitter, en informaciones de prensa y no en datos que le haya facilitado el espionaje u otras agencias del gobierno. En concreto, Sanders ha hablado de “información que (Trump) está viendo que le ha llevado a pensar que esto (que Obama ordenara el espionaje) es una posibilidad muy real”. Y es algo que también se vislumbra en la crípica redacción del comunicado, cuya primera frase califica de “muy preocupantes” las “informaciones sobre investigaciones potencialmente motivadas políticamente justo antes de las elecciones de 2016”.

Todo apunta a que Trump se hizo eco de un artículo publicado el viernes por la web de ultraderecha 'Breitbart', que a su vez referenciaba a un presentador conservador de radio. Ambos propagaban la teoría conspirativa de que hubo un “golpe secreto” de la Administración de Obama contra Trump, en parte basándose en informaciones publicadas por medios como 'The New York Times' o la BBC que, entre otras cosas, apuntaban a la posibilidad de que la Administración de Obama hubiera solicitado autorización para el pinchazo de un servidor (no teléfonos) al tribunal especial establecido por la Ley de Vigilancia de Espionaje Extranjero (FISA).

REBATIDAS POR EXPERTOS

Esas acusaciones ya fueron tajantemente desmentidas el sábado por un portavoz de Obama. Las han rebatido otros muchos expertos, que recuerdan que precisamente desde que la FISA entró en vigor en 1978 los presidentes dejaron de tener poder para ordenar espionaje a estadounidenses sin autorización judicial. Y las ha negado también el domingo James Clapper, que fue Director Nacional de Inteligencia de la anterior Administración. “No hubo tal ‘pinchazo’ contra el candidato o su campaña”, ha dicho en la NBC. “Puedo negarlo”.

Trump podía haber instado al Departamento de Justicia a abrir una investigación de algo tan grave, pero le ha encomendado la misión a los Comités de Inteligencia del Senado y de la Casa de Representantes, que desde que se formaron en 1976 y 1977, respectivamente, no han recibido, que se sepa, instrucciones de una Casa Blanca de investigar a la precedente. El propio Obama frenó al llegar al poder las repetidas llamadas de numerosos demócratas de que instara al Congreso a investigar los abusos de la Administración de George Bush.

ESCEPTICISMO REPUBLICANO

Hasta algunos republicanos en el Congreso han dado muestras de claro escepticismo ante la última andanada de acusaciones de Trump. Susan Collins, senadora de Maine y una de las integrantes del comité de inteligencia en la Cámara, ha dicho que es necesario “lidiar con pruebas, no solo con declaraciones” y ha recordado que “de momento” Trump no ha apoyado sus acusaciones con pruebas. Y Marco Rubio, también miembro de ese comité, aunque ha dejado abierta la posibilidad de que “quizá el presidente tenga información que no está disponible para nosotros (los senadores) o el público” no ha eximido al mandatario de una responsabilidad: “Tendrá que explicar qué quería decir”. Y harán falta más de 140 caracteres. O silencio.