Trump busca zafarse del 'Russiagate' acusando a Obama de espiarle antes de las elecciones

El presidente, en un ataque sin precedentes, insulta a su predecesor y le acusa sin pruebas de pinchar su teléfono

Donald Trump

Donald Trump / EV

IDOYA NOAIN / NUEVA YORK

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Furioso por la reaparación del ‘Russiagate’ que cuestiona las acciones de su campaña y su transparencia, desatado como acostumbra a mostrarse en Twitter pero desmedido hasta niveles inéditos, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha intensificado este sábado su ataque a Barack Obama. En una madrugadora diatriba en la red social, Trump ha acusado a su predecesor, sin ofrecer ninguna prueba, de algo tan grave como haber ordenado que se le espiara pinchando sus teléfonos en la Torre Trump en octubre antes de las elecciones, algo que un portavoz del expresidente ha desmentido como “absolutamente falso”.

Trump, que un fin de semana más está en su club privado Mar-a-Lago, en Florida, no solo ha comparado el supuesto espionaje con Richard Nixon, el Watergate y la caza de brujas del McCarthyismo (paralelismos que se han aplicado a su Administración hasta ahora), sino que además ha alcanzado el nivel de insultos personales, llegando a definir a Obama como “tipo malo (o enfermo)”.

LA TÁCTICA DE SIEMPRE, NUEVA VIRULENCIA

La táctica de Trump de usar la red social para tratar de marcar la actualidad informativa, desviar la atención de coberturas que no le interesan y lanzar afirmaciones que tienen escasa relación con la verdad o son directamente mentira no es nueva, pero el presidente nunca había llegado tan lejos ni con tanta virulencia como esta vez. Y ni él ni sus ayudantes han aclarado si la gravísima acusación está basada en información oficial que les hayan facilitado las fuerzas del orden o la comunidad de inteligencia, con la que Trump mantiene una pésima y difícil relación tras chocar repetidamente por las investigaciones de su campaña en el marco de la investigación sobre la injerencia rusa en las elecciones y por filtraciones que ya han costado dos reveses a su Administración: la dimisión del asesor de seguridad nacional Michael Flynn y la inhibición forzosa del fiscal general Jeff Sessions en cualquier caso relacionado con la campaña y Rusia.

La falta de fuentes ha alimentado la especulación de que la “inspiración” de Trump, que acostumbra a tuitear cosas que ha visto en medios conservadores, haya podido ser un artículo de la web de la derecha radical Breitbart, a cuyo frente estuvo su ahora estratega jefe, Steve Bannon. Ese texto, publicado el viernes, hacía referencia a una intervención en radio la víspera de un presentador conservador, Mark Levin, que llegó a acusar a la Administración de Obama de haber intentado dar “un golpe secreto” y mencionaba, entre otras cosas, que el FBI buscó en octubre el permiso del tribunal especial encargado de asuntos de espionaje (FISA) para pinchar un servidor en la Torre Trump.

Según informaciones publicadas justo antes de las elecciones, el FBI, que investigaba las posibles conexiones de miembros del equipo de Trump con Rusia, y que necesitaba autorización de la FISA al afectar el pinchazo a ciudadanos estadounidenses, logró en otoño ese permiso tras un intento frustrado en junio y tras detectar comunicaciones entre el servidor y dos bancos rusos. Lo que no se sabe es qué resultado tuvo la investigación y no hay constancia de que la orden de pedir el espionaje partiera directamente de Obama. Tampoco se sabe que el espionaje afectara a “teléfonos”, como dice Trump, ni que continuara una vez concluida la investigación, como aseguró en la radio Levin.

La respuesta de Obama (bajo cuyo mandato se ampliaron los poderes de la Agencia de Seguridad Nacional y se intensificaron programas de espionaje que incluso afectaron a estadounidenses, como demostraron las revelaciones de Edward Snowden), ha llegado en forma de comunicado de Kevin Lewis, su portavoz, que ha asegurado que “una regla cardinal de la Administración de Obama es que ningún cargo de la Casa Blanca interfirió nunca con ninguna investigación independiente dirigida por el Departamento de Justicia. Como parte de esa práctica”, continúa el texto,” ni el presidente Obama ni ningún cargo de la Casa Blanca ordenaron nunca la vigilancia de ningún ciudadano estadounidense. Cualquier sugestión de lo contrario es absolutamente falsa”.

Fuentes de la Casa Blanca que han hablado anónimamente con The New York Times The Washington Post  han explicado que la decisión de Trump de lanzar su diatriba (a la que siguió el enésimo ataque a Arnold Schwarzenegger, su sustituto en el reality show The Apprentice) ha pillado por sorpresa a su equipo.

También han revelado que el viernes el presidente estalló contra parte de su personal, y en especial contra el principal asesor legal de la Casa Blanca, por el caso Sessions, cuya decisión de inhibirse en investigaciones de Justicia sobre Rusia y la campaña ha frustrado a Trump.