Nuevos tiempos en la casa blanca

Trump pide más gasto militar para "volver a ganar guerras"

El aumento propuesto del 9% se compensará con recortes al Departamento de Estado, la ayuda exterior y otros organismos federales

RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON

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Estados Unidos es la indiscutible superpotencia militar del planeta. Gasta en Defensa tres veces más que China y siete veces más que Rusia. Su presupuesto, que ronda actualmente los 600.000 millones de dólares anuales (unos 570.000 millones de euros), supera al gasto combinado de los siete países que le siguen en la lista, según el Stockholm International Peace Research Institute. Pero ese músculo militar es insuficiente a ojos de Donald Trump. Su Administración ha anunciado que pedirá al Congreso una partida adicional de 54.000 millones de dólares en Defensa para el año fiscal que comienza en octubre, lo que supondría un aumento del 9% en los fondos destinados al Pentágono. “Ya es hora de que EEUU vuelva a ganar guerras”, ha dicho esta mañana el presidente.

Esas cifras salen del borrador presupuestario que maneja la Casa Blanca y que debería presentarse a mediados de marzo. “Este será un presupuesto de seguridad pública y seguridad nacional”, ha dicho Trump tras reunirse con los gobernadores estatales. “Incluirá un incremento histórico en Defensa para reconstruir el menguante Ejército de EEUU en el momento en que más lo necesitamos”. Ese fue una de las promesas más repetidas de su campaña, en la que el magnate abrazó la estrategia de Reagan, “paz a través de la fuerza”, un concepto que implica expandir de forma masiva las capacidades y el arsenal del Pentágono para que sirva de disuasión de los adversarios de EEUU.

"NADIE SE VA A METER CON NOSOTROS"

Entre otras cosas, Trump ha declarado qupretende modernizar el arsenal nuclear de su país, una empresa que puso en marcha Barack Obama, y ha mostrado su escepticismo sobre tratados de reducción de armas atómicas como el New Start, firmado con Rusia poco antes del final de la guerra fría. Pero sus intenciones van mucho más allá. “Vamos a mejorar sustancialmente todo nuestro Ejército, todas nuestras capacidades ofensivas y defensivas. Será más grande, mejor y más fuerte que nunca”, dijo el pasado viernes ante la Conferencia de Acción Política Conservadora. “Espero que no tengamos que utilizarlo, pero nadie se va a meter con nosotros”. 

Sus planes en política exterior siguen siendo difusos. Por un lado, Trump ha renegado del intervencionismo de la era Bush y las ínfulas imperiales que marcaron aquellos años. No quiere que Washington ejerza de gendarme mundial y, en consonancia con la política de Obama y con su eslogan de “América, primero”, ha prometido que no dedicará recursos a apuntalar estados fallidos o a hacer construcción nacional en el extranjero. Pero al mismo tiempo pretende “erradicar” al llamado Estado Islámico, una empresa que exigiría una implicación militar muy superior a la actual y que podría dar pie a que su país, que bombardea regularmente Irak y Siria, vuelva a enfangarse en Oriente Próximo.

“Nosotros ya no ganamos nunca y no luchamos para ganar”, ha dicho Trump esta mañana tras criticar los billones de dólares que su país ha gastado en las guerras de Oriente Próximo de las dos últimas décadas. A partir de ahora, el planteamiento será otro, según sus propias palabras: Washington luchará para ganar o simplemente no combatirá. “Vamos a empezar a ganar guerras otra vez”.

REGALO PARA LA INDUSTRIA ARMAMENTÍSTICA

La carrera militar que pretende llevar a cabo, todo un regalo para una industria armamentística que ya de por sí vive una época dorada gracias a conflictos como los de Yemen y Siria, que han disparado el gasto militar de Arabia Saudí y los países del Golfo, se hará a costa de otras partidas gubernamentales. La Admnistración Trump pretende reducir significativamente el presupuesto de otras organismos federales, desde el Departamento de Estado, encargado de gestionar la diplomacia, a la protección del medioambiente. La cooperación internacional se verá particularmente afectada, según han dicho funcionarios de la Casa Blanca, aunque a ella se dedica menos del 1% del presupuesto federal.

Por el momento, todo indica que Trump cumplirá su promesa de dejar intactas las pensiones y la sanidad pública para los jubilados, dos de los caballos de batalla de los republicanos. Esas partidas consumen el grueso del presupuesto federal, pero el presidente se comprometió a mantenerlas durante la campaña. 

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