Schulz, disparado en las encuestas, inicia su campaña electoral con un giro a la izquierda

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CARLES PLANAS BOU / BERLÍN

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Martin Schulz ha devuelto la ilusión a los socialdemócratas alemanes. En tan solo un mes, el expresidente del Parlamento Europeo ha conseguido relanzar a un partido profundamente en crisis al que se le auguraban unas elecciones catastróficas. Ahora, el flamante candidato del SPD se propone otro imposible, recuperar el voto de la izquierda indignada. Para ello, en su primer mitin de campaña, Schulz tendió a la mano a los sindicatos y a los sectores más progresistas de su partido. “Hemos cometido errores. No hay nada malo en intentar corregirlos”, aseguró ante la audiencia de Bielefeld, ciudad al noroeste de Alemania.

Con estas palabras de reconciliación con el electorado izquierdista, Schulz ponía en el centro de su discurso las políticas sociales y del mercado laboral, un tema trascendental para los socialdemócratas, en un gesto que indica que la nueva estrategia del SPD puede girar hacia su votante tradicional, de perfil obrero. Ese viraje supone una crítica directa a la llamada Agenda 2010, un controvertido paquete de reformas de corte neoliberal impulsado en el año 2006 por el entonces canciller socialdemócrata Gerhard Schröder.

Más de una década después, Schulz se propone dar la vuelta a algunos aspectos de esta polémica medida que impulsó un fuerte recorte en ayudas sociales y la alienación del partido con sus bases. Entre las propuestas que baraja se incluyen restricciones sobre los contratos de trabajos temporales, un aumento de las pensiones y más ayudas a los trabajadores. Esas ideas no han gustado al mundo económico y empresarial alemán, que considera que Schulz ha “exagerado” las cifras laborales de las que habla y que su plan de dar vuelta a la Agenda 2010 es “el mismo cuento de hadas de las elecciones del 2013”.

CORREGIR LA AGENDA 2010

La Agenda 2010 tiene el cartel colgado de ser una medida esencial para la recuperación y de llevar a Alemania de ser el “enfermo de Europa” al motor económico del continente, de estar en horas bajas a imponer políticas de austeridad en los mermados países del sur. Pero ese logro ha dejado muchas víctimas sociales por el camino, la mayor parte de ellas de la clase obrera. Las cifras de paro se han reducido a niveles históricos pero los recortes en ayudas y la consolidación de los 'minijobs' han dejado un panorama en el que ha crecido la brecha social, la desigualdad y el riesgo de pobreza, algo más difícil de ver en las estadísticas oficiales.

Pero la Agenda 2010 también marcó el principio del declive electoral rojo. Con su aprobación, el SPD se distanció de sus bases más izquierdistas y de un votante tradicional que se ha visto abocado a otras formaciones con propuestas sociales más críticas como los poscomunistas de Die Linke e incluso de la ultraderechista Alternativa por Alemania (AfD). Sus dos coaliciones con Angela Merkel han contribuido a diluir aún más la cara socialdemócrata del partido. Ahora, con Schulz, vuelve a mirar a sus ideales del pasado para recuperar la cancillería.

FACTOR ELECTORAL CLAVE

Con cierto regusto nostálgico, los discursos de Schulz se han dirigido a los ciudadanos ordinarios, a una clase trabajadora desencantada a la que se pretende captar. Aunque algunos analistas apuntan a que su buena imagen será difícil de mantener hasta las elecciones federales del 24 de setiembre, el impacto del candidato socialdemócrata ha sido tan fuerte que empieza a poner nerviosos a los democristianos. Wolfgang Schäuble, ministro de Finanzas y padre de la ortodoxia económica alemana, ha llegado a compararlo con Donald Trump.

Consciente de la ilusión de cambio que ha despertado en la sociedad tras una década con Merkel, Schulz quiere aprovechar su momentum para seguir consolidándose. En tan solo un mes, el SPD ha conseguido superar en las encuestas a la todopoderosa CDU por primera vez desde el año 2006 y superar la previsión del 30% de los votos, una barrera que a principios de enero parecía un sueño inalcanzable.