NUEVOS TIEMPOS EN LA CASA BLANCA

Trump se defiende con un virulento ataque a la prensa

El presidente de EEUU anuncia un nuevo veto migratorio para "proteger de forma amplia el país"

IDOYA NOAIN / NUEVA YORK

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La Casa Blanca se ha convertido con Donald Trump en escenario de espectáculos inclasificables a los que este jueves se ha sumado un capítulo más. El presidente ha convocado por sorpresa una rueda de prensa, en principio para anunciar la selección de su nuevo nominado para la cartera de Trabajo tras la retirada de su polémico primer candidato para el puesto. Pero tras despachar en unas pocas frases el anuncio sobre Alexander Acosta, que de ser confirmado será el primer hispano en su gabinete, Trump se ha sumergido en los 77 minutos siguientes en una diatriba llena de feroces ataques a la prensa (salvo alguna excepción de medios que le son más favorables) y de una encendida defensa de los primeros 28 días de su Administración.

Trump ha sido puro Trump: formal en los escasos momentos en que ha leído notas que llevaba escritas; grandilocuente, excesivo, errático y a veces inconexo cuando ha improvisado, que ha sido la mayor parte del tiempo. Pero con su estrategia de comunicación ha vuelto a ser efectivo respecto a su objetivo: ha conseguido que las noticias desfavorables que han dominado las dos últimas semanas de su joven presidencia (el freno de los tribunales a su veto a refugiados e inmigrantes de países musulmanes y las sospechas sobre los contactos de miembros de su equipo con Rusia durante y después de la campaña electoral) queden en un segundo plano pese a haber centrado buena parte de los interrogantes que le han planteado los periodistas.

VETO Y RUSIA

Respecto al veto, Trump ha vuelto a criticar al “mal tribunal” que tomó la decisión de dejarlo en suspenso y ha anunciado para la semana que viene una nueva orden ejecutiva “para proteger de forma amplia el país”. Esa orden estará hecha, según ha dicho, “a la medida” del freno judicial, que ha calificado de “incorrecto” y que no ha aclarado si recurrirá. Ya la semana pasada había anunciado que llegaría esa nueva orden. De hecho, había dicho que la promulgaría esta semana.

Respecto a las sombras sobre los posibles contactos con Rusia mientras Moscú estaba interfiriendo en la campaña electoral estadounidense (una injerencia que consideran probada los servicios de inteligencia estadounidenses y por la que Barack Obama impuso sanciones), Trump ha vuelto a negarlos. De nuevo ha acusado a la prensa de estar prodigando “información falsa” y ha definido de “chiste” algunas de las cosas publicadas. Y ha preferido centrarse en denunciar las filtraciones que han originado los artículos, prometiendo que serán investigadas y perseguidas por el Departamento de Justicia.

En esos intercambios ha dejado algunas afirmaciones incomprensibles, como la de que “las filtraciones son reales, las noticias son falsas”. Y la vehemencia de su ataque a la prensa y a las filtraciones se ha transformado en un “no que yo sepa” cuando se le ha pedido que responda categóricamente a si alguien de su equipo estuvo en contacto con Moscú.

Respecto a la dimisión del general Michael Flynn –su asesor de seguridad nacional que abandonó el puesto el lunes tres días después de que 'The Washington Post' publicara un artículo donde se ratificó que había hablado durante la transición con el embajador ruso en Washington, entre otras cosas de las sanciones de Obama–, Trump ha insistido en que le pidió la renuncia por "no dar los datos" al vicepresidente Mike Pence. “No hizo nada mal”, ha dicho. Unas horas después, el 'Post' informaba en exclusiva de que Flynn mintió en su entrevista con el FBI, lo que sería un delito. El presidente ha negado haber indicado a Flynn que hablara de las sanciones.

EL “LÍO HEREDADO”

Claramente exasperado por las informaciones que recogen el caos de su Casa Blanca y los reveses de sus primeras semanas, Trump se ha defendido asegurando que heredó “un lío, en el país y fuera”. Ha reiterado insultos a la prensa como los de “deshonesta” y “fuera de control” y se ha mostrado impasible ante las preguntas de si no le preocupa estar minando la confianza en una prensa libre y en la primera enmienda. Su posición es que quería hacer una “presentación directamente al pueblo americano con la prensa presente porque muchos de los periodistas de nuestra nación no dirán la verdad y no tratan a la maravillosa gente de este país con el respeto que merecen”.

Su versión es que “no ha habido un presidente que haya hecho tanto en tan poco tiempo” como él y que su Administración “está funcionando como una máquina bien ajustada”. Ha citado un sondeo donde la aprobación llega al 55% (aunque la media de encuestas de RealClearPolitics sitúa ese índice en el 44,6% frente al 50.3% de desaprobación). Ha asegurado que la prensa le trata con “odio”. Y ha vuelto a vanagloriarse de su triunfo en el colegio electoral, asegurando que fue el mayor desde Ronald Reagan. Cuando un reportero le ha indicado con datos que lo que estaba diciendo no era verdad, Trump ha contestado: “No sé, es la información que me han dado”.