Nuevos tiempos en la Casa Blanca

Trump impone su estilo abrasivo en la política exterior

Trump felicita a Rex Tillerson, en presencia de la esposa de este, tras la jura del secretario de Estado en el Despacho Oval.

Trump felicita a Rex Tillerson, en presencia de la esposa de este, tras la jura del secretario de Estado en el Despacho Oval. / periodico

IDOYA NOAIN / NUEVA YORK

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Un diplomático europeo se reunió recientemente con miembros de la Administración de Donald Trump buscando vías de cooperación para intentar revivir el proceso de paz de Oriente Próximo. Lo que escuchó de Jason Greenblatt, el abogado al que el presidente de Estados Unidos ha encargado sus negociaciones internacionales, fue la siguiente frase: “Somos gente de negocios. No vamos a gobernar este país con finuras diplomáticas. Lo vamos a gobernar como un negocio”.

En esa declaración, revelada por The Washington Post, laten el enfoque y la filosofía que Trump está mostrando en política exterior, un terreno al que, como a muchos otros, ha trasladado al llegar a la Casa Blanca el estilo y los métodos grandilocuentes y abrasivos que mostró en su anterior faceta como empresario y estrella de la telerrealidad. Y aunque el medio varía y va desde los discursos hasta los mensajes en Twitter pasando por las conversaciones directas con otros líderes mundiales, el mensaje reiterado es el polémico “América primero”, que plantea no solo una tendencia aislacionista sino una aparente estrategia intencionada de confrontación y el desdén por lo que su equipo llama las “finuras” de la diplomacia.

“ARREGLO COSAS”

Sirve como ejemplo la intervención que este jueves Trump ha realizado en un desayuno anual religioso que se celebra en Washington. “El mundo está en apuros pero lo vamos a arreglar ¿de acuerdo?”, ha dicho. “Eso es lo que hago. Arreglo cosas. Lo vamos a arreglar”.

Sus acciones hasta la fecha, no obstante, han servido para provocar alerta mundial, y no solo por el tono agresivo de sus declaraciones. Ha habido medidas de efectos concretos, como el veto impuesto desde el pasado viernes a refugiados e inmigrantes de siete países de mayoría musulmana. Y tanto su asesor de seguridad nacional, Michael Flynn, como el propio Trump han intensificado los tambores de guerra.

En una comparecencia por sorpresa el miércoles ante la prensa, minutos antes de que se ratificara la confirmación de Rex Tillerson como Secretario de Estado, Flynn puso “oficialmente sobre aviso” a Irán por un ensayo de misiles balísticos. El mensaje lo repitió miércoles y jueves Trump vía Twitter, aunque como Flynn sin dar detalles de qué representa tal declaración. Y aunque Teherán contestó mordazmente recordando que “no es la primera vez que una persona sin experiencia ha amenazado a Irán”, la tensión se eleva y puede hacerlo más si, como ha anunciado en exclusiva Reuters, la Administración impone este viernes nuevas sanciones, que según las fuentes de la agencia afectarían a 25 entidades iranís y no violarían el acuerdo alcanzado con Teherán para frenar su programa nuclear militar.

TENSIÓN CON ALIADOS

El enfoque de Trump no está afectando solo a países con los que EEUU ha mantenido históricas rivalidades, y la Casa Blanca y el propio presidente han pasado el jueves haciendo esfuerzos por minimizar informaciones que detallan la agresividad que ha permeado conversaciones con importantes aliados como Australia.

Según publicó el Post, la llamada del sábado entre Trump y el primer ministro Malcolm Turnbull duró 35 minutos menos de lo previsto y el propio Trump la definió como “la peor, de largo” de las que ese día mantuvo con otros líderes mundiales, incluyendo Vladimir Putin. Y la tensión estuvo provocada por un acuerdo que la Administración de Barack Obama firmó con Australia para acoger a 1.250 refugiados (aunque Trump insiste en referirse a ellos como “inmigrantes ilegales”). Trump llegó incluso, según el 'Post', a acusar a Turnbull de buscar exportar a “los próximos terroristas de Boston”.

Tanto la Casa Blanca como la oficina del primer ministro australiano han querido restar credibilidad a esa información. Este jueves el portavoz de Trump, Sean Spicer, ha asegurado que la conversación fue “muy cordial”, y ha apuntado a que con lo que está “increíblemente decepcionado” el presidente es con el acuerdo que firmó la anterior Administración. Y también la Casa Blanca y el Gobierno mexicano –cuya relación diplomática atraviesa un momento extremadamente complicado por las órdenes de Trump sobre inmigración y frontera, materializado en la suspensión de una visita de Enrique Peña Nieto– han asegurado que fue “en tono ligero” un comentario que Trump hizo por teléfono el viernes a su homólogo mexicano sobre un potencial envío de tropas de EEUU al país vecino.

Trump, no obstante, ha redoblado también la defensa de ese enfoque entre determinado y bravucón que está guiando su política exterior. Lo ha hecho en el desayuno religioso, donde ha declarado: “Créanme, cuando oigan algo sobre las duras llamadas que estoy teniendo no se preocupen. (...) Es hora de que seamos un poco duros. Virtualmente todas las naciones del mundo se aprovechan de nosotros. No va a pasar más”.