El veto de Trump a parte de la comunidad musulmana socava la lucha contra el yihadismo

Los expertos sostienen que la orden ejecutiva que afecta a siete países alimenta la propaganda extremista y entorpece el trabajo de la inteligencia

Trump, en una reunión sobre ciberseguridad en la Casa Blanca, el 31 de enero.

Trump, en una reunión sobre ciberseguridad en la Casa Blanca, el 31 de enero. / periodico

RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON

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En la primera operación antiterrorista de la presidencia de Donald Trump, fuerzas especiales de Estados Unidos lanzaron el pasado domingo un ataque contra militantes de Al Qaeda en Yemen. El Pentágono informó inicialmente de que la operación se saldó con la muerte de 14 milicianos, así como de un Navy Seal, el primer militar muerto de la era Trump. Pero el recuento no acabó ahí. Según publicaron después medios árabes, un total de 30 personas perecieron en la redada, incluidas 10 mujeres y niños. Uno de ellos era la hija de ocho años de Anwar Al Awlaki, un propagandista de Al Qaeda de nacionalidad estadounidense al que la CIA mató en 2011 sin que hubiera sido condenado por ningún crimen. Solo unas semanas después, acabó también con su hijo de 16 años, Abdulrraman, nacido en EE UU.

Esta sucesión de asesinatos de civiles en las guerras encubiertas que Washington libra en los rincones más remotos del mundo musulmán ejemplifica las dificultades que comporta secar el reclutamiento de yihadistas, de sangre nueva dispuesta a vengar lo que a menudo son algo más que afrentas imaginarias de los propagandistas del Estado Islámico o Al Qaeda. Tanto George Bush como Barack Obama se esforzaron en transmitir la idea de que su país no está en guerra contra el islam sino contra los radicales que desvirtúan sus enseñanzas, pero el arbitrario decreto firmado por Trump para prohibir la entrada en EE UU de los ciudadanos de siete países musulmanes podría haber echado al traste parte de lo conseguido en los últimos años.

“Queramos o no este decreto envía la señal de que América no quiere que los musulmanes vengan al país”, dijeron los senadores republicanos, John MCain y Lindey Graham. “Por eso tememos que está orden ejecutiva servirá más para reclutar terroristas que para mejorar nuestra seguridad”. Uno de los argumentos más utilizados por la propaganda yihadista para atraer nuevos adeptos al califato esgrime que los musulmanes serán perseguidos en sus países de Occidente y la tendencia de Trump a criminalizarlos solo hace que acentuar esa idea.

UNA PROFECÍA

Su veto ha sido ampliamente celebrado en los foros yihadistas, según ha publicado 'The Washington Post'. Muchos lo han visto como la materialización de la profecía que Al Awlaki lanzó antes de ser asesinado: “Occidente acabará volviéndose en contra de sus ciudadanos musulmanes”. Como han hecho otros miembros de la Administración Trump, John Kelly, el hombre encargado de implementar el cierre de fronteras al frente del Departamento de Seguridad Interna, ha insistido este martes que la nueva política “no constituye un veto a los musulmanes” porque la “gran mayoría” siguen teniendo acceso a EE UU.

Pero la orden ejecutiva no responde a ningún criterio racional. Según un estudio del Cato Institute, un laboratorio de ideas ‘libertario’, ninguno de los atentados terroristas acaecidos en suelo estadounidense desde 1975 ha sido perpetrado por ciudadanos de los siete países vetados  (Irán, Irak, Siria, Yemen, Sudán, Libia y Somalia). Los responsables del 11-S procedían de Arabia Saudí, Emiratos Árabes, Egipto y Líbano. Los de la maratón de Boston eran emigrantes rusos. Los de San Bernardino, pakistanís. Y muchos de los que han atentado en Europa, belgas o franceses.

“El veto no tendrá ningún impacto a la hora de prevenir atentados”, dice a este diario el autor del estudio, Alex Nowrateh. “Más bien servirá para reclutar yihadistas o como mínimo alimentará su propaganda”.

Antiguos agentes del espionaje han declarado a 'Newsweek' que el veto podría dificultar el trabajo de la inteligencia para reclutar informadores, ya que a muchos se les ofrece un eventual reasentamiento en EE UU como pago por sus servicios. “Estos individuos se juegan la vida por EEUU y si somos incapaces de ofrecerles seguridad, se reducirá la probabilidad de que trabajen con nosotros”, le dijo a la revista Phillip Lohaus, un veterano de la CIA y las fuerzas especiales.