Trump niega que los ciberataques tuvieran impacto en las elecciones

El presidente electo de EEUU se reúne con los jefes del espionaje para ecuchar sus conclusiones sobre la injerencia rusa

Hillary Clinton, excandidata demócrata a la Casa Blanca y Donald Trump, el presidente electo de EEUU.

Hillary Clinton, excandidata demócrata a la Casa Blanca y Donald Trump, el presidente electo de EEUU. / periodico

RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON

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El enfrentamiento surrealista que Donald Trump ha mantenido con las agencias de inteligencia que dirigirá a partir del 20 de enero ha culminado este viernes con uno de esos momentos llamados a determinar el tono de la que será una de las relaciones más cruciales y delicadas de su presidencia. Trump se ha reunido en su residencia neoyorkina con los jefes del espionaje para escuchar de primera mano las conclusiones del informe clasificado -y poco después desclasificado– que acusa a Rusia de interferir en las pasadas elecciones para beneficiar al candidato republicano. Lo ha definido como un encuentro “constructivo” y, aunque no está claro si finalmente ha aceptado sus conclusiones, ha dicho que el pirateo “no tuvo absolutamente ningún impacto en el resultado de las elecciones”.

Trump es un maestro en el arte de la confusión. Dice una cosa ahora y todo lo contrario un rato después. Y esa es la dinámica que marcó el antes y el después de la reunión. Solo unas horas antes de recibir a los directores de la CIA, el FBI, la Agencia de Seguridad Nacional y la Oficina Nacional de Inteligencia, sugirió que toda la polémica no es más que una estratagema política de sus rivales demócratas. “Hace relativamente poco, China hackeó los nombres de 20 millones de empleados gubernamentales”, le dijo al New York Times refiriéndose a un incidente de mediados del 2015, cuando piratas informáticos chinos se apoderaron aparentemente de millones de archivos de funcionarios estadounidenses. “¿Cómo es que nadie habla de eso? Esto es una caza de brujas política”.

"TREMENDO RESPETO"

Al salir de la reunión se mostró conciliador con las agencias de las que se ha mofado en las últimas semanas, rechazando una y otra vez sus conclusiones. “Tengo un tremendo respeto por el trabajo y el servicio realizado por los hombres y mujeres de esta comunidad”, dijo refiriéndose a la inteligencia. Y también anunció que en cuanto jure el cargo encargará un plan para hacer frente a los ataques informáticos. “Tenemos que combatir agresivamente los ciberataques y detenerlos”. 

Mucho más difícil le resultará restaurar la confianza de los servicios secretos. En su comparecencia del jueves ante el Congreso, el director nacional de Inteligencia, James Clapper, dijo que la actitud del republicano está haciendo mella en la moral de las agencias de espionaje y sostuvo que, si bien es saludable mantener cierto escepticismo hacia la información de la inteligencia, “hay una diferencia entre el escepticismo y el menosprecio”. Desde que ganó las elecciones, Trump se ha negado a recibir los informes diarios del espionaje, alegando que es lo suficientemente inteligente para tener que escuchar todos los días lo mismo. Uno de sus principales asesores en la materia, el ex director de la CIA, James Woolsey, presentó el viernes su dimisión porque se sentía marginado. Desde hace algún tiempo, Trump había dejado de incluirle en las discusiones importantes.

“Nunca he visto nada parecido”, ha dicho Leon Panetta, otro ex jefe de la CIA, para describir la actitud del magnate. “Que un presidente electo tuitee sobre el asunto, lo discuta en público y socave de distintas formas la credibilidad de las agencias encargadas de darle información para ejercer como presidente de EE UU es insólito y no tiene precedentes”. El magnate ha dicho en más de una ocasión que quiere pasar página, pero el asunto no va a desaparecer. El informe clasificado de unas 50 páginas que había recibido esta mañana se hizo público horas después en una versión editada y reducida.