Los tres jinetes del apocalipsis climático de Trump

El presidente electo de EEUU se rodea de estrechos aliados de la industria del gas y el petróleo

Perry, Pruitt y Tillerson

Perry, Pruitt y Tillerson / periodico

RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON

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Nadie le puede negar en esto falta de coherencia a Donald Trump, el mismo que dijo que el cambio climático era “un timo de los chinos”. El presidente electo de Estados Unidos se ha rodeado de escépticos sobre el clima, una pléyade de amigos de las industrias fósiles más preocupados por el dólar que por las advertencias de los científicos. Los organismos internacionales temen un frenazo de las políticas medioambientales y de su financiación.

CONTRA LOS CIENTÍFICOS

Rick Perry – secretario de Energía

El tres veces gobernador de Tejas se hizo famoso al quedarse en blanco durante un debate republicano de primarias cuando trataba de enumerar las tres agencias gubernamentales que aspiraba a eliminar. La tercera era el Departamento de Energía, la misma que Trump le ha encargado que dirija. Rick Perry es otro estrecho aliado de las industrias fósiles, que habrían donado más de tres millones de dólares a sus campañas, aunque bajo sus mandatos Tejas se convirtió también en el principal productor de energía eólica del país.

Perry no compra el consenso sobre el cambio climático y ha llegado a comparar a la a minoría de científicos que lo desacreditan con Galileo Galilei, el astrónomo toscano que fue condenado a arresto domiciliario para el resto de sus días por defender “la herejía” de que la Tierra giraba alrededor del sol. El dos veces candidato a la presidencia del país ha defendido la construcción Keystone XL y es además accionista de la principal compañía al frente de la Dakota Access Pipeline, otro oleoducto que paralizado por la Administración Obama. 

Otro de los cargos que influirán en la política medioambiental es el de Interior, un ministerio que aquí se encarga de administrar los terrenos públicos federales. Al frente estará Ryan Zinke, un geólogo que es diputado por Montana y que sirvió durante años en los Seals de la Armada. Zinke llegó al Congreso con una campaña que abogaba por la independencia energética de EE UU y, aunque ha dicho que la protección del medioambiente “debe ser prioritaria”, ha cuestionado muchas de las regulaciones de Obama para protegerlo. El geólogo ha votado casi siempre en contra de medidas defendidas por los ecologistas, como aquellas para proteger las marismas o restringir las emisiones de metano en la extracción de gas natural, argumentando que son “innecesarias’ porque ya existen otras estatales. Del cambio climático ha dicho que “no es una falacia, pero tampoco una ciencia probada”. 

APOSTOL DE LA ANTIRREGULACIÓN

Scott Pruitt – Agencia de Protección Medioambiental (EPA)

En Estados Unidos no escasean los escépticos del cambio climático, pero entre todos ellos, Scott Pruitt ocupa un lugar muy destacado. El fiscal general de Oklahoma, uno de los grandes estados petroleros del país, ha hecho de la lucha contra las regulaciones medioambientales de la agencia que ahora tendrá que dirigir uno de los ejes de carrera. Pruitt se sumó a otros estados republicanos en la demanda que presentaron contra la Administración Obama por imponer restricciones a las emisiones de las eléctricas, una norma que ha paralizado temporalmente el Tribunal Supremo. Y también litigó contra la EPA al regular las emisiones de metano, un potente gas de efecto invernadero que está viviendo una segunda juventud con el ’fracking’.

El jurista ha repetido en varias ocasiones que el debate sobre el cambio climático “está lejos de haber concluido”, a pesar de que el 97% de los científicos no tiene dudas al respecto. Las industrias fósiles han donado a sus campañas y los ecologistas le han acusado de ser “una marioneta” a su servicio. Al acusar a los reguladores federales de sobreestimar la polución de las empresas de gas en su estado, se demostró que había utilizado en su discurso tres páginas preparadas por los abogados de una de ellas, Devon Energy.

EL BARÓN DEL PETRÓLEO

Rex Tillerson – secretario de Estado

El consejero delegado de la mayor petrolera privada del mundo, Exxon Mobil, reconoce el impacto de la actividad humana sobre el clima, pero sus intereses económicos en la industria para la que trabajó durante cuatro décadas le restan incentivos para combatir seriamente el calentamiento global. Tillerson tiene más de 280 millones de dólares en acciones de su compañía, una multinacional que está siendo investigada por la fiscalía de Nueva York por ocultar sus averiguaciones sobre el clima desde los años setenta y engañar por el camino a sus accionistas. El tejano ha mostrado su apoyo al Acuerdo de París, pero Exxon no lo hizo hasta casi un año después de que concluyeran las negociaciones.

Su perfil está muy alejado del actual secretario de Estado, John Kerry, quien desempeñó un papel crucial en el acuerdo global para reducir las emisiones contaminantes. Durante su mandato podría decidirse el futuro del Ártico, donde más severas y visibles son las consecuencias del calentamiento. En ese sentido, su bagaje es poco alentador. En la década que ha pasado al frente de Exxon, Tillerson negoció un acuerdo con el Kremlin para iniciar las prospecciones en el Ártico ruso y trató en vano de poner en marcha un proyecto similar en el canadiense. En sus manos estará también la aprobación del polémico oleoducto Keystone XL, paralizado por la Administración Obama.