Fillon será el candidato de la derecha francesa en las presidenciales del 2017

EVA CANTÓN / PARÍS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

François Fillon, el político de aspecto austero que hasta hace unas semanas era un perfecto ‘número dos’y a quien Nicolas Sarkozy consideraba un perdedor nato, será el candidato de la derecha francesa en las elecciones presidenciales de la próxima primavera. Será también quien, con toda probabilidad, se convierta en el futuro presidente de la República.

Con un programa anclado en la derecha clásica, thacheriano en lo económico y conservador en lo social, el también diputado de París se ha ganado el favor de un electorado burgués de provincias, católico y mayor que aplaude sus intenciones de aplicar en Francia una terapia de choque para sacar al país de la crisis y mano firme ante el terrorismo yihadista.

En la segunda y definitiva vuelta de las primarias de la derecha francesa celebradas este domingo Fillon, de 62 años se ha impuesto con claridad frente a su principal rival, el exprimer ministro de Jacques Chirac y actual alcalde de Burdeos, Alain Juppé, de 71 años, que ha felicitado a su contrincante poco después de conocidos los primeros resultados y le ha deseado suerte en su carrera hacia el Elíseo. Fillon ha logrado el 67% de los votos. Juppé el 33%.

VENCER EL INMOVILISMO

El vencedor ha atribuido su triunfo a una campaña “basada en las convicciones” y ha tendido la mano “a todos lo que quieran servir al país”. “Este quinquenio que se termina ha sido patético. Es necesario ponerle fin”, ha dicho. “Tengo el deber de vencer el inmovilismo y la demagogia. La izquierda es el fracaso. La extrema derecha es la quiebra”, ha continuado, dando el pistoletazo de salida de la campaña a las presidenciales y entre vítores de “Fillon presidente”.

Indiferente a las críticas de quienes le ven como un reaccionario apoyado por los nostálgicos de una Francia “rancia”, Fillon se considera heredero del gaullismo, representante de una derecha soberanista y patriota,  que cree en la autoridad, la ley y el orden de un Estado fuerte.

“Un delincuente no es un menor que se busca a sí mismo. Es un delinuente. Y un yihadista no es un desequilibrado. Es un terrorista. La seguridad debe estar en todos los sitios y para todo el mundo. La impunidad cero será la regla”, lanzó el viernes ante 7.000 simpatizantes.

Para Fillon, Francia no es “una suma de comunidades o de clanes”, sino un país con una identidad, unas costumbres y una cultura que los inmigrantes deben asumir. “La inmigración sin asimilación tiene que parar. Los extranjeros tienen deberes antes de reclamar derechos”, sostiene quien pretende reducir la inmigración “al mínimo” y establecer un sistema de cuotas.

Firme es también su visión sobre el Islam radical, al que ha prometido “combatir sin piedad”.  Entre sus propuestas figura acabar con el salafismo y aclarar las relaciones con Arabia Saudí y Catar. También pretende que la religión musulmana acepte las reglas que el catolicismo, el judaísmo o el protestantismo han asumido desde hace décadas. Fillon quiere, igualmente, situar a la familia en el corazón de sus políticas.

En el terreno económico sus planes incluyen drásticos recortes en el gasto público, la reducción de medio millón de plazas de funcionarios y terminar con la jornada laboral de 35 horas. Un programa de corte thtcheriano que Alain Juppé tildó de “brutal” pero que los electores de la derecha han plebiscitado. La Francia que su triunfo dibuja es la de un país conservador en lo moral, opuesta al multiculturalismo y rusófilo en política exterior.

DOS VISIONES DE FRANCIA

“Hoy se dibujan dos visiones diferentes. Una, que yo califico de híper-liberal, que amenaza con desmontar el cuerpo social, y la mía, humanista, liberal,” decía Juppé en su último mitin de campaña.

La que ha triunfado es la visión de Fillon que ha contado con el apoyo sin fisuras de las bases del partido ‘Los Republicanos’.  La jornada se ha caracterizado por una gran movilización que ha llevado a las urnas a más de 4 millones de personas.

“Por fin tendremos a alguien de derechas en el poder. Es la última oportunidad para Francia”, decía a las puertas de un colegio electoral parisino un jubilado de 84 años.

“Sinceramente, no estoy muy seguro de que haya diferencias entre Fillon y Le Pen porque en sus programas hay puntos en común”, señalaba Ludovic, un músico de 45 años, tras haber votado por Juppé, el candidato de la moderación que ha hecho, sin éxito,  bandera de la “identidad feliz” y la unión de los franceses.