BALANCE EN ARGENTINA

Macri cumple un año en el Gobierno con la impresión mayoritaria de favorecer a los ricos

Macri pronuncia un discurso durante un almuerzo oficial con motivo de la visita del 'premier' japonés, Shinzo Abe, en Buenos Aires, el 21 de noviembre.

Macri pronuncia un discurso durante un almuerzo oficial con motivo de la visita del 'premier' japonés, Shinzo Abe, en Buenos Aires, el 21 de noviembre. / periodico

ABEL GILBERT / BUENOS AIRES

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Parece que fue ayer cuando, en la coqueta disco de Costa Salguero, frente al Río de la Plata (Argentina), en la pista central y en los salones exclusivos, se bailó, cantó y gritó con el frenesí que aceptan los hechos históricos. “El VIP se mantuvo activo toda la noche. El 'Chandon' fue la bebida casi exclusiva del sector”, relató entonces el diario 'La Nación' sobre los festejos de la victoria electoral de Mauricio Macri y su alianza de centroderecha Cambiemos, el 22 de noviembre del 2015.

Ha pasado un año y la prometida “revolución de la alegría” se ha convertido en un rictus que debe forzar la sonrisa. No era lo que esperaban los millones de votantes que le eligieron, entre la aversión y el deseo de dar una vuelta esperanzadora de página después de 12 años de espera. Y tampoco estaba en los cálculos del Gobierno. Días atrás, el Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP) aseguró que siete de cada 10 personas evalúan la economía con un "mal" o "muy mal", y dos de cada tres piensan que el macrismo favorece a los más ricos. Un 34% responsabiliza al kirchnerismo de la herencia recibida. Un 57% carga las culpas en el actual Gobierno.

Si bien Macri conserva un apoyo que oscila entre el 40% y 50%, según los encuestadores, ya no alcanza con culpar de todo lo malo a la expresidenta Cristina Fernández y algunos de sus colaboradores, que no dejan de desfilar por los tribunales. El presidente dijo que quiere ser reelegido en tres años y terminar su obra en ocho. La consistencia de esos sueños deberá pasar primero por muchas pruebas.  

UN GIRO RADICAL

Argentina ha dado un giro político, económico y cultural significativo desde el pasado 10 de diciembre. Con la idea de volver a reintegrarse al mundo (un modo de nombrar a los mercados financieros), las autoridades terminaron el pleito con los tenedores de bonos conocidos como los 'buitres'. Se pagaron 9.300 millones de dólares. La moneda se devaluó un 40%. El año cerrará con una inflación de cifras similares. El salario se derrumbó un 8% por ciento y se han perdido unos 120.000 empleos en blanco y otro tanto en negro. El precio de los servicios de luz y gas se incrementó un 500%. La caída del 3,5% del PIB de Brasil, el principal socio comercial de este país, terminó por profundizar la recesión: en el 2016 la economía caerá 0,8 puntos. La pobreza es del 32%, aunque el presidente le adjudica el flagelo a su antecesora.

A mitad de año, Macri profetizó el fin de las penurias. “Pasó el tercer trimestre, pasó octubre, estamos en noviembre y la economía todavía no arrancó”, dijo el diario La Nación. La producción de lácteos se redujo un 14%; la de carne, el 6%, y la de pollo y de bebidas, el 5%. La hoja de ruta muestra un camino de imprevistos que no tienen respuesta. Se eliminaron las regulaciones que supuestamente impedían una mejora de la actividad. La Unión Industrial Argentina (UIA) activó la alarma. “Las pymes muestran caídas en el nivel de actividad y presentaron una bajada del 9% por la disminución de exportaciones y el poco dinamismo en el mercado interno, en un contexto de amenaza importadora”, reconoció su vicepresidente, Miguel Acevedo.

UN MUNDO MÁS COMPLICADO

La alianza Cambiemos había apostado todas sus fichas al triunfo de Hillary Clinton y la adhesión a las políticas de libre comercio de los demócratas. Pero ganó Donald Trump, un viejo amigo de los Macri. Más allá de la relación personal, no exenta de picaresca, el presidente debe replantearse qué hacer en un mundo más conflictivo de lo esperado. En su entorno insisten en que el proyecto solo es viable con rebajas del salario y de los costes laborales. Tres masivas protestas han puesto por ahora un límite a esa política.

El año cierra con un déficit fiscal del 6% del PIB, que en parte se financia con endeudamiento externo. En estos 11 meses, Argentina colocó deuda por unos 45.000 millones de dólares y proyecta tomar prestado otros 30.000. Los que más le sacan el jugo a estas reglas de juego son los especuladores financieros que compran pesos, se benefician con las tasas de interés del 27% y luego remiten al exterior las ganancias. Walter Molano, economista jefe de BCP Securities, advirtió al respecto que el país solo recibe “inversiones golondrina” para “irse rápidamente si algo no les gusta”. El exministro de Néstor Kirchner Roberto Lavagna previno que este modelo, basado en el endeudamiento externo, “indefectiblemente termina en una situación de colapso”. Lavagna, de nulas simpatías con el kirchnerismo, recordó que este camino ya fue transitado dos veces y con estruendosos fracasos por los militares (1976-83) y en los años 90. “Nos hemos ido deslizando hacia una política que ya vivimos”. El equipo de Macri se unió en coro para refutarlo.

A TODO O NADA EN EL 2017

Con el peronismo dividido y el sindicalismo tradicional sedado, el Gobierno cree que puede manejar el malestar social y ganar las próximas elecciones legislativas para controlar las cámaras y dejar de depender de las negociaciones con la oposición. Ese deseo encuentra un escollo de peso en la provincia de Buenos Aires. Si es derrotado en el principal distrito y el mayor foco del enojo colectivo, le será muy difícil hacer realidad sus fantasías. Nada, claro, es imposible. Octubre parece lejos. Pero el tiempo pasa muy rápido y, por ahora, solo dibuja amarguras e interrogantes en la línea del horizonte.