Mike Pence, un probado conservador extremo

Mike Pence habla durante un acto electoral en Rossford (Ohio), el 7 de octubre.

Mike Pence habla durante un acto electoral en Rossford (Ohio), el 7 de octubre. / periodico

IDOYA NOAIN / NUEVA YORK

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Cuando Donald Trump buscaba vicepresidente, su hijo Donald Jr. tanteó a un asistente de John Kasich, el gobernador de Ohio y conservador relativamente moderado que fue uno de los rivales que más aguantaron contra el ahora presidente electo en las primarias. Según informó The New York Times en julio, Trump Jr. habría asegurado en esa conversación que el número dos sería el más poderoso de la historia, con responsabilidades sin precedentes en política nacional e internacional mientras su padre se dedicaba a “hacer América grande otra vez”. Y aunque Trump Jr. negó la mayor, dada la inexperiencia política del presidente electo hay opciones de que su vicepresidente tenga más peso que muchos de sus antecesores. Y el hombre al que Trump acabó eligiendo es Mike Pence, que ha probado sus credenciales de conservador extremo en 12 años como congresista en Washington y en los últimos cuatro como gobernador de Indiana.

Cuando aceptó la nominación, Pence, que tiene 57 años, está casado y tiene dos hijas y un hijo adolescente, se definió como “cristiano, conservador y republicano, por ese orden”. Pero más que sus palabras habla su historial. El año pasado promovió como gobernador de Indiana una ley de “libertad religiosa” que permitía a los negocios negar servicios a homosexuales, una norma que provocó boicots al estado, como el de diversas empresas y artistas como Wilco.

GAIS, MUJERES Y POBRES

No era la primera medida controvertida de Pence, que fue abogado antes de llegar en el 2000, en su tercer intento, a la Cámara de Representantes, donde estuvo hasta el 2012, cuando fue elegido gobernador. En el Congreso defendió causas conservadoras y religiosas y en el 2007, por ejemplo, votó contra medidas que luchaban contra la discriminación de la comunidad LGTBI. Cuatro años antes había copatrocinado una enmienda que pretendía prohibir el matrimonio entre personas del mismo sexo y también en el Congreso se opuso a que se anulara la política del “No preguntes, no digas”, que vetó a los homosexuales servir abiertamente en el ejército.

Pence ha sido también una bestia negra para las mujeres. Copatrocinó una ley que pretendía redefinir la violación limitando la financiación federal para abortos solo para casos de “violación forzada”. Y fue quien en el 2007 inició la campaña conservadora para limitar los fondos a Planned Parenthood, una organización que provee servicios de salud a mujeres, sobre todo de bajos recursos, y que practica abortos pero también ofrece servicios médicos y pruebas de enfermedades de transmisión sexual. Ya en Indianapolis logró recortar esos fondos, obligando a cerrar cinco clínicas en el estado (ninguna de las cuales practicaba abortos). En uno de los condados que se quedaron sin centro de salud hubo una explosión de casos de contagio de sida.

Pence tampoco crea ilusión entre muchos inmigrantes y pobres. En 2009 copatrocinó una ley que habría quitado la ciudadanía a los niños que nacen en EEUU de padres sin papeles y ha votado también contra la subida del salario mínimo, la expansión de la cobertura sanitaria para niños de familias de bajos ingresos y el aumento de fondos para una partida que ayuda a los más pobres a conseguir vivienda.