Movilización latina contra Trump

El voto hispano lleva camino de convertirse en uno de los principales aliados de Hillary Clinton

Votantes hispanos hacen campaña en Arizona.

Votantes hispanos hacen campaña en Arizona. / periodico

IDOYA NOAIN / NUEVA YORK

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En 2012, después de que Barack Obama ganara la reelección frente a Mitt Romney por cinco millones de votos, el Comité Nacional Republicano decidió realizar una autopsia. Entre las recomendaciones que dio al Partido Republicano estaba “aceptar y defender” una reforma integral de las leyes de inmigración. “Si no lo hacemos, el atractivo de nuestro partido seguirá reduciéndose solo a nuestras bases de votantes”, escribieron. La formación conservadora estaba reconociendo sus escasas opciones de volver a la presidencia si no se adaptaba a los cambios demográficos del país. Pero lo que no pudo intuir es que cuatro años después acabaría teniendo como candidato a un hombre que ha hecho de la demonización del inmigrante uno de los ejes nucleares de su campaña, provocando como reacción una movilización del voto latino sin precedentes que este martes puede costarle (a él pero también al partido) la Casa Blanca.

Cierto es que es el voto blanco el que sigue siendo el más decisivo en Estados Unidos y se proyecta que en este 2016 represente un 70% del sufragio. Cierto es también que con un mensaje populista y nacionalista, presentándose como una figura opuesta al 'establishment' al que muchos atribuyen todos sus males, Trump ha conectado con buena parte de ese electorado, especialmente con los blancos sin educación universitaria, que son la mayoría. Y los casi 30 puntos de ventaja que lleva a Hillary Clinton entre ese grupo son más que los 22 que obtuvo Romney, lo que apunta a que Trump ha conseguido incluso convencer a algunos que votaron a Obama y explica, al menos en parte, que la candidata demócrata sienta su aliento en el cuello en algunos estados donde la lógica histórica y de campaña dicen que debería liderar con comodidad.

MINORÍAS DECISIVAS

Por eso, lo que puede acabar inclinando la balanza a favor de Clinton son las minorías. Y ninguna ha ganado más relevancia que la de los hispanos. Este año son 27 millones los que pueden votar, un aumento del 26% respecto al 2012. Y aunque su índice de participación hace cuatro años se quedó por debajo del 50%, frente al 64% de participación entre los blancos, hay indicios que apuntan a que su movilización se ha disparado.

Solo en el voto adelantado en un estado tan decisivo como Florida, por ejemplo, la participación de los hispanos ha crecido un 75%. Y eso son buenas noticias para Clinton, que al menos en los sondeos recibe en esta comunidad un apoyo del 67% frente al 19% de Trump. George Bush se llevó el 44% del voto latino, John McCain bajó hasta el 31% y Romney al 27%, pero lo del magnate inmobiliario apunta a ser un descalabro.

La fuerza de Clinton entre los hispanos puede ser también clave por cierto debilitamiento en el apoyo a su candidatura entre los votantes negros. La demócrata tiene en este bloque una ventaja sobre Donald Trump aún mayor que entre los hispanos, de hasta casi 70 puntos, según algunas encuestas. Pero hay indicios de que los negros, que en la segunda elección de Obama registraron el mayor indice de participación de ningún grupo (66%), esta vez no se están movilizando igual por Clinton, y esa bajada podría ayudar a Trump en estados como Carolina del Norte y Ohio.

La campaña de Clinton matiza las preocupaciones asegurando que la candidata ha formado una coalición distinta a la de Obama, que se apoya más en grupos específicos como las mujeres con educación universitaria o en los hispanos. Pero los esfuerzos de los últimos días y gestos como la entrega personal de Obama para resucitar su coalición confirman la conciencia de que el reto de Trump, a los demócratas y a la estrategia que ideó su propio partido, tiene demasiadas posibilidades.