Un príncipe fiestero en el trono tailandés

Vajiralongkorn, heredero de la corona, es conocido por su apego a los excesos y excentricidades

El príncipe Vajiralongkorn con su madre, la reina Sikrit.

El príncipe Vajiralongkorn con su madre, la reina Sikrit. / periodico

ADRIÁN FONCILLAS / PEKÍN

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Tailandia ha amanecido noqueada por el duelo, anémica, tan pesarosa por lo que se fue como turbada por lo que viene. La muerte de su rey Bhumibol  ha evaporado esa energía a chorros de sus calles. El negro, blanco y gris se extienden de la ropa de los tailandeses a las webs y los periódicos y las televisiones sólo emiten programas monárquicos. La cancelación de celebraciones ha alcanzado a la Fiesta del Luna Llena de Koh Phangan, epítome del espíritu lúdico del país.

Bhumibol lo dejó todo atado en 1972 al ungir a su hijo Vajiralongkorn como sucesor y la Junta militar aclaró que se cumplirían sus designios. Pero la certeza del relevo, en lugar de sosegar al pueblo, acrecienta el calvario. Ocurre que Vajiralongkon es un bala perdida de 67 años con el único mérito de haber puesto de acuerdo a un país irremediablemente fracturado:  las clases bajas y las élites tradicionales que acumulan décadas de fragorosos enfrentamientos comparten sus reservas, por ser suaves.

Mientras Bhumibol vestía mundanas camisetas, su hijo apareció en el aeropuerto en tirantes y tatuado. Cuando el primero recorría las provincias agrícolas y se fotografiaba con los campesinos, el segundo derrochaba en fiestas y banquetes pantagruélicos. Y si el rey fallecido sufragaba proyectos e infraestructuras en las regiones más pobres, el que espera turno nombraba mariscal a su perro Foo Foo y lo llevaba a las recepciones oficiales.

Cena en tanga

El desapego a las preocupaciones de su pueblo queda resumido en un video de dos minutos en el que aparece celebrando en palacio el aniversario de su tercera esposa. Ella cena en tanga ante camareros de guantes blancos y se retuerce para ofrecerle pastel al ínclito Foo Foo. Ni la rápida censura del video ni la ley de lesa majestad que manda a la cárcel a los que divulguen informaciones incómodas para la Corona han impedido que el pueblo ignore su apego a la fiesta y las mujeres.

Frente al sólido matrimonio de Bhumibol y la reina Sirikit, el heredero colecciona divorcios e hijos extramatrimoniales. Primero desposó a su prima hermana, después a una aspirante a actriz y por último a Srisasmi, la protagonista del infame video. Aquello acabó con la paciencia de Bhumibol, que la obligó a formar el divorcio. Varios de los familiares de Srisasmi acabaron en la cárcel por corrupción y extorsión sin que quede claro cuánto hubo de venganza real.

Vajiralongkorn vivía en Alemania y sólo en los últimos años, con el deterioro evidente de la salud de su padre, frecuentó Tailandia. La Junta militar le ha colocado en primera fila de actos oficiales para engrasar el cariño del pueblo con resultados aún dudosos.

Turbulencias cuando acabe el duelo

Los expertos pronostican una sucesión tranquila y turbulencias en cuanto el duelo afloje y las divisiones regresen ya sin la figura pacificadora de Bhumibol. “Las autoridades se han preparado para este momento durante años. De hecho, el golpe militar de 2014 buscaba en parte asegurar la estabilidad y el orden en la sucesión real. Ahora que ha muerto y los militares mantienen todo el poder legal y político, habrá una sucesión firmemente coreografiada y sin alteraciones”, señala Desmond Walter, director de BowerGroupAsia y antiguo agregado de Defensa de Estados Unidos en Bangkok.

Bhumibol abrillantó una Corona que había heredado desprestigiada. La incertidumbre se cierne ahora sobre Tailandia, más 'bhumibolista' que monárquica. El respeto a Bhumibol explica que nadie se haya atrevido en discutir en público su elección. A la princesa Sirindhorn le sobra el afecto que le falta a su hermano. Es popularmente conocida como “la princesa ángel”, frecuenta la filantropía y las regiones campesinas y no se le conocen desmanes. A ella se referían los tres miembros del Consejo Real que planteaban la posibilidad de “buscar otras opciones” en una conversación con el embajador estadounidense revelada por Wikileaks. No hubo ni un halago al heredero, descrito como ludópata y volátil.

Tailandia abriga el fin de una era en la que Bhumibol impidió que las costuras reventaran. “El rey se erigió como una fuerza de estabilidad interviniendo ocasionalmente en política para evitar que las crisis se agravaran. Aunque obró al margen de la Constitución, el pueblo pareció aceptar su rol político”, sostiene Pavin Chachavalpongpun, profesor de estudios sudasiáticos de la Universdad de Kioto.