GIRO CONSERVADOR EN EL PAÍS CENTROEUROPEO

La derecha seduce a los jóvenes de Polonia

Un grupo de jóvenes en la terraza de una cafetería de la plaza Zbawiciela, en el centro de Varsovia.

Un grupo de jóvenes en la terraza de una cafetería de la plaza Zbawiciela, en el centro de Varsovia. / periodico

KIM AMOR / VARSOVIA (ENVIADO ESPECIAL)

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En las últimas elecciones celebradas en Polonia los resultados arrojaron un dato del todo revelador. La gran mayoría de los jóvenes que acuden a las urnas se inclinan por los partidos de derechas. En las presidenciales celebradas en mayo del 2015, un 60% apostaron por Andrzej Dudacandidato del Partido Ley y Justicia (PiS, en sus siglas en polaco), una formación ultraconservadora, nacionalista y confesional.

En las legislativas de octubre, los menores de 30 años volvieron a votar por el PiS (25,80%) pero también por el Kukiz15, liderado por una estrella de rock, el populista Pawel Kukiz (19,90%), y por la ultraderechista Coalición para la Renovación de la República (16,80%).

Gracias, en parte, al apoyo de los más jóvenes, el poder que concentra el PiS actualmente es abrumador: controla la presidencia de la República, el Gobierno y el Parlamento, donde disfruta de mayoría absoluta y amenaza también con hacerse con el control del Tribunal Constitucional. Nunca antes un partido había logrado mayoría parlamentaria en la historia de la democracia polaca, ni siquiera en el primer Gobierno del PiS, del 2005 al 2007, cuando tuvo que gobernar en alianza con el partido de extrema derecha Liga de Famílias Polacas y el también extremista Partido de Autodefensa.

El hombre fuerte de Polonia, sin embargo, no es Duda, ni la primera ministra, Beata Szydlo, sino el líder del PiS, el todopoderoso Jaroslaw Kaczynski, de 67 años, un veterano político que detesta a los "burócratas" de Bruselas, al liberalismo y que mantiene una estrecha alianza con la muy influyente iglesia católica polaca. "Cada mano que se levanta contra la iglesia es una mano que se levanta contra Polonia", dijo en una ocasión.

ALTERNANCIA EN EL PODER

Desde la caída del Muro de Berlín, en 1989, y hasta la consolidación del PiS en el poder, la Polonia democrática ha estado en manos de forma alternativa de los socialdemócratas, herederos del régimen comunista, y los liberales, en especial la Plataforma Cívica (PO), un partido neoliberal artífice en gran parte del éxito económico del país.

Desde que ingresó en la Unión Europea, en el 2004, Polonia ha casi duplicado el PIB y se ha consolidado como la sexta economía del club de los 28. Unos datos macroeconómicos espectaculares que, sin embargo, no han beneficiado a gran parte de la población: la tasa de desempleo la tasa de desempleo entre los menores de 29 años supera el 14% y más de dos millones han optado por buscarse la vida en el extranjero, principalmente en el Reino Unido.

La consolidación del PiS entre las nuevas generaciones responde a una "transición política del comunismo al capitalismo decepcionante", dice el periodista y analista polaco Jakub Mielnik. "Los jóvenes se han sentido frustrados y excluidos de un proceso del que no han salido en nada beneficiados".

Para Mielnik, el deseo de "romper con el estatus quo, con los partidos tradicionales" es un fenómeno que no solo ocurre en Polonia. "Salvando las diferencias ideológicas es parecido al caso de Podemos en España", asegura. "En mi paìs, es la derecha la que representa los ideales democráticos. No hay que olvidar que Polonia sufrió 40 años de dictadura comunista", añade. Lo mismo ocurre en Hungría, aliado de Polonia en su constante desafío a la UE, y en el resto de países europeos que estuvieron bajo influencia de la antigua Unión Soviética.

PERSONAJE POLÉMICO

Kaczynski, personaje polémico que formó parte del sindicato Solidarnosc y que hoy tiene como gran enemigo al expresidente Lech Walesa, es consciente de la importancia de los jóvenes como base electoral. Los cachorros del partido, muy bien preparados y con un discurso que roza en ocasiones con el de la extrema derecha, por xenóbofo y en extremo patriótico, son los encargados de transmitir esa imagen juvenil, con visión de futuro, alejada de la corrupción y de la vieja política.

"Nuestro partido es el de la esperanza por el cambio"; dice Michal Szpadrowski, que con tan solo 22 años ocupa un destacado cargo en la plataforma juvenil del PiS. "El PiS ofrece a los jóvenes la posibilidad de pertenecer a una comunidad, formar parte de un proyecto de vida, con un trabajo estable y una familia. Nuestro objetivo es reconstruir este sistema, defener la identidad nacional", añade en una de las sedes que tiene el partido en la capital polaca.

Una de las promesas electorales estrella del PiS y que el Gobierno ha puesto en marcha este mismo año es ingresar cada mes 500 zlotis (unos 130 euros) a cada familia a partir del segundo hijo.

El Ejecutivo pretende financiar esta medida de política social, igual que la reducción en la edad de jubilación, gravando con impuestos a las grandes compañías, principalmente las extranjeras, a pesar del rechazo de la Comisión Europea.

SIN RIVAL

Con el PO en horas bajas y los partidos de izquierda divididos, el PiS no parece tener quien le incomode. El único movimiento que ha logrado sacar a la gente a la calle para denunciar lo que califica de “deriva autoritaria del Gobierno” –por reformar a su favor los servicios secretos, el Tribunal Constitucional y los medios de comunicación públicos- es el Comité en Defensa de la Democracia (KOD, en sus siglas en polaco), surgido hace un año de la sociedad civil.

La última manifestación del KOD, a finales de septiembre, concentró en Varsovia a más de 30.000 personas, pero antes del verano en una convocatoria a la que se unió la oposición, el número de participantes superó el cuarto de millón.

El problema es que el KOD “no ha conseguido atraer” a su causa a los jóvenes, como reconoce Jarek Marcinick, uno de sus fundadores, aunque profetiza que “lo harán en el futuro cuando fracase la política del PIS”. Marcinick admite las dificultades que supone unir fuerzas entre la oposición.

De momento, la única victoria importante contra el Gobierno ultraconservador ha sido que el Parlamento haya dado marcha atrás esta semana a un proyecto de ley que prohibía el aborto y castigaba con penas de cárcel a las mujeres que voluntariamente interrumpieran el embarazo. En esta ocasión, la presión en la calle, con continuas protestas protagonizadas principalmente por mujeres, ha funcionado.