Rescate contra reloj en Haití: "¡Queremos salvarles!"

Los servicios de emergencia intentan que la población deje sus casas precarias y se instale en edificios más sólidos

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A cada ráfaga de viento, los curiosos se alejan de la orilla para, unos segundos después, volver a acercarse: miran el río embravecido, haciendo caso omiso de las órdenes de evacuación que dan unos cansados bomberos.

"Llevamos aquí desde el lunes para intentar evacuarles, pero nadie nos escucha", se lamenta Edgar José, bombero movilizado ante la llegada del huracán Matthew. "La gente es muy cabezota. Por eso tenemos que venir los bomberos, protección civil y Cruz Roja".

"El caudal del río sigue subiendo y el agua baja con violencia, pronto va a desbordarse", dice el bombero, que no oculta su enfado al ver como, inconscientes, sus compatriotas se acercan a la orilla a hacerse fotos.

En la orilla del río abundan las chabolas, hechas con chapa metálica y láminas de plástico, que apenas logran proteger a sus ocupantes de la intensa lluvia. Pese a ello, la gente ríe a carcajadas al ser sacudida por las ráfagas de viento.

"Hay un montón de niños. Los padres deben entenderlo: queremos salvar sus vidas y para ello han de ir a la escuela secundaria que hay aquí al lado", grita en criollo el bombero Michelet Louis al grupo de personas a las que ha logrado reunir. "Moverse es una obligación", clama en vano.

ALCANTARILLAS LLENAS DE BASURA

Aunque Puerto Príncipe, la capital de Haití, no parece estar en el camino del huracán, la ciudad sufre intensas precipitaciones desde el lunes por la noche. El suelo está tan erosionado, hay tanta basura acumulada en las alcantarillas, que la precipitación está inundando ya los barrios más desfavorecidos.

Con la cabeza y el torso protegidos con bolsas de plástico, Thony meus ha caminado 10 kilómetros por la costa. "Mi hermana vive en la zona y, como sé que es una zona que a menudo se inunda, he venido a asegurarme de que estaba bien", dice el joven. "Voy a intentar evacuarles, porque esto va a empeorar, pero los haitianos son testarudos, necesitan ver para creer", comenta.

Incluso hay vendedores por las calles. "Mi situación es difícil. Usted cree que es normal que haya tenido que salir con este huracán a buscar compradores. Pero no tengo ni una moneda y o salgo o me muero de hambre", dice Marcus Stevenson, consciente de que no debería estar en la calle. "¿Así que va a empeorar este mediodía? Ni siquiera ser si podré volver a casa", se lamente mientras mira una calle vacía de clientes.