La ruta americana de los inmigrantes subsaharianos

Cada vez más inmigrantes subsaharianos eligen viajar hacia América para empezar de nuevo en EEUU, lejos de la inestabilidad política y precariedad económica de sus países de origen.

Cada vez más inmigrantes subsaharianos eligen viajar hacia América para empezar de nuevo en EEUU, lejos de la inestabilidad política y precariedad económica de sus países de origen. / periodico

MARIA DEL MAR GALLARDO / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Huyen de la violencia, la injusticia y la precariedad económica. Pero en lugar de dirigirse a Europa, miles de inmigrantes subsaharianos, y muchos asiáticos, han empezado a utilizar una nueva ruta a través de América que, esperan, les permitirá empezar de nuevo en su soñado destino: Estados Unidos.

México es el último eslabón en su largo y peligroso viaje. En agosto, el Instituto Nacional de Migración (INM) de México informó del ingreso voluntario de 424 africanos, en tan solo dos días, en el principal centro de detención de inmigrantes de América Latina. La conocida como Estación migratoria Siglo XXI se encuentra en Tapachula (Chiapas), cerca de la frontera con Guatemala.

3.689 africanos han entrado en los centros de detención mexicanos entre enero y junio del 2016, según datos del INM difundidos por ‘El Universal’. La cifra se ha multiplicado casi por cuatro desde el 2014, otra muestra de la creciente llegada de inmigración del continente africano a Latinoamérica.

Según Jorge Peraza, jefe de la Organización Internacional para las Migraciones en El Salvador, Guatemala y Honduras, la "saturación" de la ruta hacia Europa y el "endurecimiento" de la seguridad en sus fronteras han impulsado el incremento de emigrantes africanos, y también asiáticos. 

¿POR QUÉ SE ENTREGAN?

"Lo que menos les importa es el tiempo de espera que deban pasar detenidos en la estación migratoria, que por ley no puede ser más de 90 días", comenta a 'EL PERIÓDICO' Rodolfo Casilla, investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales.

Y es que pasar unos días –o semanas– encerrados en Siglo XXI es la única manera que tienen los inmigrantes africanos de conseguir el llamado oficio de salida, un documento que les permite cruzar legalmente el territorio en un plazo de 21 días, tras el que deben abandonar el país.

Grabriela Rodríguez, directora del Centro Internacional para los Derechos Humanos de los Migrantes y exrelatora especial de la ONU, afirma a 'EL PERIÓDICO' que muchos inmigrantes "no entran voluntariamente al centro de detención", sino que son internados por las autoridades migratorias mexicanas, que los interceptan cuando llegan al país.

Sea como sea, una vez dentro del centro, como la mayoría de países de origen no tienen consulado en México que ayude a tramitar la deportación de los simpapeles, al contrario que los inmigrantes centroamericanos, el Gobierno opta por entregarles el papel, que la mayoría utiliza para trasladarse hacia el norte, a Tijuana (Baja California), una de las principales puertas de entrada a EEUU.

Al igual que en Tapachula, los albergues de Tijuana están saturados. Según ‘El Universal’, más de 150 personas están alojadas en estos momentos en la ciudad fronteriza, y otras 80 en la calle, a la espera de que EEUU acepte su solicitud de asilo.

CONGO – BRASIL – MÉXICO – EEUU

Pero el viaje no empieza ni acaba en México. Los inmigrantes africanos vienen de una travesía de meses que puede llegar a costarles entre 4.478 y 8.956 euros, según informa ‘En el camino’, un proyecto realizado por la Red de Periodistas de a Pie de México.

Los viajes los gestionan redes de traficantes, con gente tanto en el país de origen como en los distintos puntos de la ruta por América. Los llamados ‘coyotes’ conocen la situación legal en los países de destino. Por eso, “de acuerdo con la nacionalidad del migrante, le diseñan el recorrido”, explica Casilla, "como en una agencia de viajes".

"Es importante saber que son redes transacionales de crimen organizado", dice Rodríguez, y añade: "todo genera dinero o una deuda que tienen que pagar los inmigrantes, incluyendo personas menores de edad".

Desde África subsahariana, la mayoría de inmigrantes pagan grandes sumas de dinero por un vuelo de avión comercial, o un viaje en barco, que les lleve a Brasil, una de las principales entradas al continente. Allí, algunos consiguen pasaportes falsos brasileños para que puedan seguir su recorrido hacia el norte.

Andando o en bus, a través de la jungla o por mar, luego se dirigen a Colombia, Perú o Ecuador. El siguiente paso es llegar a Centroamérica y conseguir cruzar el istmo, desde Panamá a Guatemala, hasta el sur de México. 

VIOLENCIA Y CRIMEN

Pero "no todos consiguen llegar a México", insiste Rodríguez. Al llegar a la frontera entre Costa Rica y Nicaragua, por ejemplo, los inmigrantes se encuentran de nuevo con problemas. Para evitar el flujo de cubanos que buscaban llegar a EEUU, el Gobierno nicaragüense cerró su frontera el año pasado, por lo que cruzar el país ha sido casi imposible.

El diario británico ‘The Guardian’ ha recogido estos días testimonios de personas que han llegado a México después de semanas estancados en Nicaragua. Muchos de los entrevistados, como Habte Michael, de Eritrea, hablan de robos a mano armada en medio la jungla, de timos y de violencia sexual.

"Se dan todo tipo de abusos: sexuales, violaciones, trabajos de prostitución o explotación laboral. También les generan dependencia económica y les amenazan para que hagan las tareas que los traficantes quieren", explica Rodríguez.

Y “cada vez que un coyote coge tu dinero o te roban, tienes que esperar a que la familia te envíe algo para continuar adelante”, explica Michael a la periodista Nina Lakhani.

Ahora Michael se encuentra en Tapachula y, como tantos otros, espera su turno para entregarse al INM y poder conseguir el oficio de salida que le lleve hasta la frontera de EEUU, a donde intentarán entrar ilegalmente o buscarán refugio.

Los que disponen de más dinero podrán comprarse un billete de avión hasta Tijuana. Sin embargo, muchos tendrán que coger buses o cruzar a pie por una ruta controlada por el crimen organizado. El viaje aún no ha terminado.