GOLPE DE EFECTO EN LA CARRERA A LA CASA BLANCA

Trump viaja a México y rebaja su retórica tras meses de insultos

Donald Trump y Enrique Peña Nieto llegan a la rueda de prensa en la residencia presidencial de Los Pinos, ayer.

Donald Trump y Enrique Peña Nieto llegan a la rueda de prensa en la residencia presidencial de Los Pinos, ayer.

RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON

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Donald Trump viajó ayer al país fronterizo que ha convertido en el principal chivo expiatorio de los problemas de Estados Unidos. Y durante su encuentro con el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, en su residencia oficial de Los Pinos, ofreció una imagen mucho más atemperada y presidencialista de lo que es habitual en él.

Pese al daño que sus continuas embestidas contra los mexicanos han provocado en la relación bilateral, ambos dirigentes apelaron al respeto mutuo y se mostraron dispuestos a cooperar eventualmente para solucionar los problemas que crean la inmigración ilegal y el narcotráfico en la frontera. Durante su reunión privada hablaron del muro que el multimillonario pretende construir a lo largo de la frontera común, pero, al menos de cara a la prensa, obviaron el espinoso asunto de quién lo pagará.

Peña Nieto afirmó que «el pueblo mexicano está dolido por los comentarios» realizados por el candidato republicano y, sin mencionar el nombre de Trump, criticó las «malinterpretaciones» que se han hecho durante la campaña estadounidense respecto a los mexicanos. Pero ahí quedó todo. El líder del Partido Revolucionario Institucional (PRI), el más impopular de los presidentes mexicanos de las últimas décadas, trató a Trump con una deferencia extraordinaria a pesar de que el pasado marzo llegó a compararlo con Hitler y Mussolini para condenar su «retórica estridente».

En México nadie entiende que Peña Nieto invitara a Trump a visitarle, un gesto que extendió también a la demócrata Hillary Clinton y que, a tenor de lo visto ayer, difícilmente le dará algún rédito político.

Todo lo contrario que a Trump. El magnate inmobiliario aprovechó la invitación al vuelo, una invitación que le daba una oportunidad de oro para presentarse ante los estadounidenses como un político dialogante y, de paso, acercarse al electorado hispano al que tanto necesita para ganar las elecciones. Y lo hizo alejándose de la estela xenófoba y racista que arrastra desde los primeros compases de su campaña. Por primera vez, ayer se deshizo en elogios hacia los estadounidenses de origen mexicano, a los que presentó como «gente increíble» y «trabajadores infatigables». También habló de los problemas de la frontera sin el catastrofismo que le caracteriza.

Pocas horas después de este encuentro, el candidato republicano tenía previsto pronunciar un discurso en Arizona para presentar las líneas maestras de su política inmigratoria, que ha tratado de suavizar en la última semana.

EL «ENEMIGO» / Desde el primer instante de su candidatura, Trump convirtió a México en una de sus obsesiones. Aquel 16 de junio del 2015 prometió levantar un muro en la frontera común y acusó al país vecino de exportar «violadores», «criminales» y narcotraficantes a EEUU. Más tarde se refirió al tercer socio comercial de Washington como un «enemigo» e incluso amenazó con confiscar las remesas que los indocumentados mexicanos envían a casa si México se niega a costear los más de 8.000 millones de dólares que costaría, según sus propios cálculos, la «hermosa» barrera de cemento.

El republicano nunca ha pedido perdón por ninguna de sus afirmaciones, de ahí que la invitación de Peña Nieto haya generado rechazo y estupefacción entre los mexicanos. «No le queremos, rechazamos su visita», dijo a la CNN el ex presidente, Vicente Fox. «No es bienvenido. Los mexicanos tenemos dignidad y no aceptamos su discurso de odio», afirmafirmó la exprimera dama, Margarita Zavala.