Cerca de 18.000 personas han muerto bajo torturas en las cárceles del régimen de Asad

Un informe de Amnistía Internacional recoge los escalofriantes testimonios de 65 personas que sufrieron abusos brutales calificados por la oenegé de "crímenes de lesa humanidad"

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"Cuando me llevaron dentro de la prisión, pude oler la tortura. Es un olor especial a humedad, sangre y sudor". Salam, un abogado de Alepo, es uno de los supervivientes de las cárceles y centros de detención del régimen sirio de Bashar el Asad, en su caso de la cárcel de Saydnay, situada a las afueras de Damasco.

Su relato, junto a la de otros 64 detenidos más (53 hombres y 11 mujeres), forma parte del informe hecho público por Amnistía Internacional (AI) que cifra en 17.723 las personas que han muerto bajo custodia del régimen de Damasco desde marzo del 2011 -cuando estalló la crisis- hasta diciembre del año pasado, un promedio de 300 cada mes. Una cifra total que, en todo caso, la misma oenegé estima "moderada" por considerar que en realidad puede ser "aún mayor".

“Las fuerzas del Gobierno sirio llevan decenios utilizando la tortura como medio para aplastar a sus oponentes. En la actualidad se lleva a cabo en el marco de un ataque sistemático y generalizado contra toda persona sospechosa de oposición al gobierno en la población civil, y constituye un crimen de lesa humanidad. Es preciso llevar ante la justicia a los responsables de estos crímenes horrendos", ha señalado Philip Luther, director del Programa de Amnistía Internacional para Oriente Medio y el Norte de África. Luther insta a la comunidad internacional y, en especial a Rusia, aliada de Asad, y a EEUU, a que presionen a Damasco para que "ponga fin al uso de la tortura y otros malos tratos".

"Vi la sangre; era como un río...nunca imaginé que la humanidad pudiera caer tan bajo...no tenían nigún problema en matarnos allí mismo", explica otro preso, Samer, al describir en que consiste la llamada "fiesta de bienvenida" que sufren los detenidos cuando ingresan en las cárceles y otros centros de detención, aunque los golpes y abusos empiezan antes, justo cuando las personas caen en manos de las fuerzas de seguridad. En los "chequeos de seguridad", posteriores a la "fiesta de bienvenida", las mujeres son sometidas a violaciones y agresiones sexuales por parte de los guardias, dice el informe.

PRÁCTICAS MÁS COMUNES

El informe enumera las prácticas más comunes de tortura, como obligar a la víctimas a permenecer con el cuerpo contorsionado dentro de un neumático (conocido con el nombre de 'dulab'), azotar las plantas de los pies ('falaqa'), colgar al detenido de las muñecas durante varias horas mientras le golpean reiteradamente ('shabeh'), arrancar las uñas de las manos y los pies, quemar al recluso con cigarrillos, además de descargas eléctricas y violaciones. El preso Omar relata como un guardia obligó a dos hombres desnudarse para que uno violara al otro, amezándolo con la muerte si no lo hacía.

"Empezaron a darnos patadas para ver quién estaba vivo y quién no. Dijeron a otro superviviente y a mí que nos levantáramos", eplixó a AI Ziad, "Cuando me di cuenta habían muerto siete personas y de que había dormido entre cadáveres". La ventilación había dejado de funcionar y todos murieron por asfixia.

Los supervivientes que aparecen en el informe hablan de hacinamiento -los presos "tenían que dormir por turnos o agachados"-, hambre, sed y enfermedades. ”La mayoría de las personas supervivientes de tortura y otros malos tratos han quedado marcadas física y psicológicamente por su terrible experiencia. La mayoría huyeron tras quedar en libertad y se encuentran entre los más de 11 millones de sirios y sirias que han sido desplazados de sus hogares", ha advertido Luther, que pide a la comunidad internacional que "garantice el tratamiento médico, psicológico y el apoyo social" a las víctimas de la torturas que lleguen como refugiados a Europa. 

Salam, el abogado de Alepo, explicó también el caso de una entrenador de Kung Fu a quien los guardias mataron al descubrir que había estado entrenando a otros presos en su celda: “Mataron en seguida a golpes al entrenador y a otros cinco, y luego continuaron con los otros 14. Murieron todos en menos de una semana. Vi la sangre salir de la celda”.