Obama traslada 15 presos de Guantánamo a Emiratos Árabes Unidos

Guantanamo

Guantanamo / periodico

IDOYA NOAIN / NUEVA YORK

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Hace año y medio, cuando una niña preguntó al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, qué consejo se daría a sí mismo si pudiera volver a su primer día en el Despacho Oval, el mandatario no dudó: “Habría cerrado Guantánamo ese primer día”. Ni el tiempo tiene marcha atrás ni parece accesible la meta de clausurar el infame centro de detenciones en la base militar en Cuba, un objetivo que Obama se volvió a marcar este año para antes de abandonar la Casa Blanca pero que es inalcanzable por la total oposición republicana a aceptar reos de la prisión en suelo estadounidense. Y lo único que puede hacer Obama es seguir reduciendo la población carcelaria, algo que ha sucedido con un traslado de 15 presos a Emiratos Árabes Unidos que el Pentágono confirmó el lunes. Es el mayor de estos traslados de Obama, que llegó a la presidencia cuando había 242 reos en Guantánamo. Aún quedan allí 61.

De los 15 últimos trasladados, 12 son yemenís (seis de los cuáles tenían desde 2010 la luz verde para ser transferidos) y tres son afganos. Llevaban hasta 14 años en la prisión y 13 de ellos han pasado todo ese tiempo sin enfrentar ningún cargo. Los dos afganos que sí fueron acusados de crímenes relacionados con el terrorismo lograron que se retiraran las acusaciones.

Son casos como los suyos, o los de otros 20 presos con aprobación para ser trasladados, los que subrayan la aberración de una prisión que la Administración de George Bush abrió en enero del 2002 y por la que han pasado 779 hombres hasta niños. Y es una injusticia que ha reconocido Lee Wolosky, el hombre del Departamento de Estado al frente del esfuerzo para cerrar Guantánamo. “La continua operación de las instalaciones de detención debilita nuestra seguridad nacional al drenar recursosdañar nuestras relaciones con aliados y socios clave y envalentonar a los extremistas violentos”, dijo en un comunicado.

Emiratos ya había aceptado a otros cinco reos en enero de 2015, yemenís a los que se incluyó en el mismo programa de rehabilitación desarrollado para sus ciudadanos que se han acercado al extremismo violento. Y es uno de los países de la región, junto a Omán, Arabia Saudí y Qatar, que han respondido a la llamada de Obama de acoger reos en traslados en los que se busca una cercanía cultural y de lenguaje, además de presencia de agencias de seguridad capaces de monitorizarles.

De los presos trasladados bajo el mandato de Obama, y según datos de la Oficina del Director Nacional de Inteligencia, el 5% se han involucrado en actividades militantes y otro 8% son sospechosos de hacerlo, por debajo del 21 y el 14% respectivos que se registraron durante los traslados de Bush. Aun así, los republicanos insisten en denunciar las acciones del presidente demócrata y el congresista Ed Royce, que preside el comité de Asuntos Exteriores, le ha acusado de “poner vidas estadounidenses en peligro” y de “liberar a terroristas endurecidos”. Son los republicanos quienes se niegan a aceptar en EEUU a ningún preso, incluyendo los de "alto valor" y los que están siendo sometidos a procesos militares y el número, no definido, de los que la Administración llama el “mínimo irreductible” de detenidos: aquellos que no puede juzgar pero considera demasiado peligrosos para ser trasladados al extranjero.


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