La impopularidad de Trump y Clinton da alas a la influencia de los terceros partidos

La candidata verde Jill Stein habla con sus simpatizantes.

La candidata verde Jill Stein habla con sus simpatizantes. / periodico

IDOYA NOAIN / NUEVA YORK

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Los terceros partidos en Estados Unidos son, según dijo en 1955 el historiador Richard Hofstadter, “como las abejas: una vez que han picado, mueren”. Su máxima era válida para identificar a los partidos anti-inmigración de la segunda mitad del siglo XIX e incluso aptos para esfuerzos posteriores como los del cruzado contra los derechos civiles George Wallace en 1968 o los del reformista Ross Perot en 1992. Pero el aforismo quizá haya dejado de tener sentido en este 2016, el año en que se están haciendo añicos muchas tradiciones políticas y en que las grandes formaciones históricas tienen en Donald Trump y Hillary Clinton los dos candidatos más impopulares de la historia. El Partido Libertario, liderado como en 2012 por Gary Johnson, y el Partido Verde, como hace cuatro años también encabezado por Jill Stein, podrían ser avispas.

En la contienda electoral entre Barack Obama y Mitt Romney los libertarios obtuvieron más votos que nunca antes, pero se quedaron en el 0,99% del sufragio. Los verdes no llegaron ni al 0,40%. Esta vez, no obstante, las encuestas a cuatro bandas ya muestran porcentajes de apoyo del 8% para el libertario Johnson y del 4% para Stein. Y si alguno alcanza el 15% en los cinco sondeos que usa el comité de debates para decidir los participantes en los duelos cara a cara, que empiezan el 26 de septiembre, lo que hasta ahora ya ha sido una campaña impredecible lo puede ser mucho más.

LA FORTALEZA DE LOS LIBERTARIOS

Johnson es el candidato con más papeletas para lograr ese espacio en los debates que por última vez consiguió Perot, que con el 19% de los votos en las presidenciales contribuyó a la victoria de Bill Clinton sobre George Bush padre. Y la fuerza de su candidatura esta vez tiene más que ver con el descontento con Trump y Clinton que con un cambio de programa en la formación libertaria que nació en 1971 inspirada en las ideas de libre mercado de Milton Friedman y en el egoísmo racional y el individualismo de Ayn Rand.

El que fuera gobernador republicano de Nuevo México entre 1995 y 2003 sigue haciendo de la reducción del Gobierno su principal apuesta. Sus propuestas incluyen la privatización de la medicina y la erradicación del Departamento de Educación, de Hacienda y de la Reserva Federal, así como la defensa a ultranza de que no haya ningún tipo de restricción a las armas de fuego. Son todas causas que le alinean con los votantes de derecha y le convierten en refugio de muchos republicanos desencantados o incluso horrorizados con Trump, para los que además ha puesto otra guinda en el pastel: ha seleccionado como vicepresidente a William Weld, otro republicano moderado que fue gobernador de Massachusetts entre 1991 y 1997.  Mitt Romney ha llegado a decir que si Weld fuera de número 1 no tendría ninguna duda en votar libertario. Incluso con Johnson de líder, se lo está pensando antes que votar a Trump.

La fortaleza de Johnson, no obstante, puede provenir esta vez sobre todo del campo demócrata. Muchos seguidores del senador Bernie Sanders, particularmente los jóvenes, están algo más que frustrados con la nominación de Clinton. Y pese a la petición del senador de Vermont de que voten por ella, los sondeos apuntan a una fuga no solo hacia el Partido Verde, sino también hacia Johnson. ¿Su miel? Que muchas posiciones sociales de los libertarios comulgan con las de los más progresistas: apertura a la inmigración; igualdad de derechos; oposición a la intervención militar en el extranjero, la pena de muerte y la “guerra contra las drogas” y defensa de la legalización de la marihuana (que el candidato consume).

Johnson incluso está combatiendo la imagen racista que siempre ha perseguido a los libertarios. Esta semana ha reconocido que ha vivido ajeno a las realidades de la discriminación y ha dado su apoyo al movimiento Black Lives Matter.

LOS VERDES

Ese tirón de Johnson entre algunos seguidores de Sanders resta esperanzas de influencia al Partido Verde, que este fin de semana celebra su convención. Pero Jill Stein, la doble graduada de Harvard que durante 27 años practicó medicina interna, también tiene puntos a su favor. Muchos sanderistas a consideran a ella ahora la representante de sus valores, por su foco puesto en la lucha contra el cambio climático (propone que para 2030 el 100% de la energía en EEUU sea de renovables y eliminar la nuclear), el recorte del gasto militar y en temas sociales como una propuesta de moratoria de desahucios. Y sí están dispuestos a trabajar por su campaña, algo que muchos se niegan a hacer por Clinton incluso si, con la mano en la nariz, acaban votando por la candidata demócrata.

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