LA CARRERA HACIA LA CASA BLANCA

Hillary Clinton se arroga su lugar en la historia

Hillary Clinton celebra su victoria en las primarias del martesm en Brooklyn.

Hillary Clinton celebra su victoria en las primarias del martesm en Brooklyn. / DA

RICARDO MIR DE FRANCIA / SAN JUAN (PUERTO RICO)

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Hillary Clinton se ha atribuido la victoria definitiva en la batalla de primarias que ha mantenido durante los últimos cinco meses con el socialdemócrata Bernie Sanders, una vez confirmado que tendría suficientes apoyos del partido para completar el número de delegados que garantiza la nominación. Pero su momento de gloria, que ha querido realzar subrayando la trascendencia histórica que tendría la nominación por primera vez de una mujer para competir por la Casa Blanca, no ha sido reconocido por su rival. Sanders ha declarado que su “revolución política” sigue viva y se ha comprometido a llevar la pelea “por cada voto y cada delegado” hasta la Convención del próximo 25 de julio. La paz y la unidad en el partido tendrán que esperar.

Clinton había ganado en Nueva Jersey, el primero de los seis estados en juego en completar el recuento, cuando compareció ante sus seguidores para celebrar la nominación. “Hoy se completa un viaje asombroso, un viaje largo, muy largo”, afirmó la ex secretaria de Estado, la misma que dijo en su día en Naciones Unidas que los derechos de las mujeres son derechos humanos y los derechos humanos son derechos de las mujeres. “Todos le debemos mucho a aquellas que vinieron antes y esta noche os pertenece a todos vosotros”. Su cuenta de Twitter ya había cambiado para celebrar el momento. Junto a su foto, un nuevo eslogan: “se ha hecho historia”.

Después de Nueva Jersey, cayeron también Nuevo México y Dakota del Sur, nublando las aspiraciones de Sanders, que soñaba con una noche épica para ganar legitimidad y tratar de convencer a los superdelegados de que cambien de bando en la Convención. Sin ellos, la ex primera dama no tiene asegurada la coronación. Pero el senador por Vermont ganó solo en Montana y en Dakota del Norte, mientras en California, el gran premio de la noche, Clinton le llevaba casi 20 puntos de ventaja con el 43% escrutado, mucho más de lo que presagiaban las encuestas.

Sanders insiste que el sistema para elegir al candidato es injusto, al conceder a los cargos electos del partido (superdelegados) la posibilidad de decantar la balanza votando a quien quieran en la Convención. Pero por más razón que pueda tener, por más que haya capturado abrumadoramente el voto de los jóvenes y haya resucitado a la América progresista, Clinton le ha ganado en todo. Le saca más de 300 delegados y un mínimo de tres millones de votos. También tiene el respaldo mayoritario de los superdelegados, los jerarcas del partido de Kennedy y Roosevelt.

No parece importarle. “Vamos a luchar para ganar las primarias de Washington DC y llevar nuestra lucha por la justicia económica, social, racial y medioambiental a Filadelfia”, dijo Sanders refiriéndose a la ciudad donde se celebrará la Convención Nacional Demócrata a finales de julio. En su obstinación, se ha quedado solo. Tras llamar a los dos candidatos por teléfono, Barack Obama emitió un comunicado dando la pelea por cerrada.  “El presidente felicitó a la secretaria Clinton por asegurarse los delegados necesarios para obtener la nominación demócrata a la presidencia”, explicó la Casa Blanca.

Tras la larga y tumultuosa campaña, en la que Clinton ha sufrido más de lo esperado, tanto Obama como el aparato demócrata quieren cerrar cuanto antes las heridas y centrarse en el desafío que Donald Trump presentará en noviembre. La ex primera dama dio los primeros pasos hacia la reconciliación al felicitar a su rival “por la extraordinaria campaña que ha hecho” y presentarlo como un luchador infatigable por las causas progresistas. “Que nadie se equivoque, su campaña y el vigoroso debate que hemos tenido han sido muy buenos para el Partido Demócrata y para América”, dijo Clinton.

Clinton estaba radiante. Antes de empezar a hablar en Brooklyn (Nueva York), donde tiene el cuartel general de su campaña, levantó los brazos e inclinó la cabeza hacia atrás, saboreando el momento soñado que se escapó hace exactamente ocho años, cuando concedió con elegancia su derrota ante Barack Obama y se comprometió a ayudarle para que conquistara la presidencia.

“Gracias a vosotros hoy hemos alcanzado un hito. Por primera vez en la historia de nuestra nación, una mujer será la candidata de uno de los grandes partidos”. Se acordó de su madre, la gran referencia en su vida, y deseó que estuviera viva para verlo. Y no tardó en fijar la vista en noviembre, atacando nuevamente a Trump, del que dijo que “por su temperamento está incapacitado para ser presidente”.