secuelas del conflicto en oriente próximo

Mujeres sirias huidas de la guerra caen en redes de prostitución en el Líbano

La policía libanesa desmantela una red que explotaba a 75 esclavas sexuales, la mayoría sirias y varias refugiadas de la guerra

Una mujer siria explotada como esclava sexual, en su refugio actual, en una ciudad no identificada en el Líbano, el 13 de abril.

Una mujer siria explotada como esclava sexual, en su refugio actual, en una ciudad no identificada en el Líbano, el 13 de abril. / eid

ANA ALBA / BEIRUT

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“Decidí ir al Líbano después de perder a mi familia en la guerra. Conocí a A. en Beirut. Pensé que se trataba de una historia de amor y matrimonio”, relata Sally (nombre falso para proteger su identidad), una mujer siria que ha sufrido un infierno de dos años y medio.

Tras varias citas con ella, su futuro marido le aseguró que en tres meses acabaría su casa y se casarían, y la llevó al local Chez Maurice para buscar empleo. Una vez allí, A. informó a Sally, de 27 años, de que trabajaría como prostituta. Cuando ella se negó, la golpeó y la dejó sorda de un oído una semana. La ató a una silla y la pegó con un látigo hasta que accedió a quedarse. Intentó escaparse inútilmente, las puertas del local eran de hierro y las ventanas de las habitaciones tenían rejas gruesas.

Sally era una de las 75 esclavas sexuales de 20 a 28 años, mayoritariamente sirias, secuestradas por la mayor red de prostitución desmantelada en el Líbano en los últimos cinco años. Su testimonio lo recogió la oenegé de Beirut The Legal Agenda.

Muchas de estas sirias -sunís, chiís y drusas- llegaron al Líbano huyendo de la guerra, otras lo hicieron con promesas de trabajo antes del conflicto. Cuando las empezaron a explotar, una tenía 16 años.

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El Líbano acoge a más de un millón de refugiados sirios. Diversas oenegés denuncian que la explotación sexual de las sirias crece en este país y en Jordania.

EL CABECILLA, DESAPARECIDO

La policía libanesa realizó una batida en los clubes nocturnos Chez Maurice y Silver, en Junieh, al norte de Beirut, y arrestó a tres proxenetas y 13 guardias. Según fuentes de seguridad libanesas, el cabecilla de la red era Imad al Rijawi, antiguo interrogador de los servicios de inteligencia de las fuerzas aéreas sirias apodado “el torturador”. Rijawi y su compinche Ali Hasan están desaparecidos.

La policía conoció los detalles de los horrores que las chicas sufrían porque cinco de ellas lograron huir, aunque según medios libaneses, ya efectuó una redada en Chez Maurice hace seis meses sin averiguar nada.

COMPLICIDAD CON LA POLICÍA

Oenegés libanesas denunciaron que la existencia de esta red era “un secreto a voces” y el líder del Partido Socialista Progresista libanés, Walid Jumblatt, acusó de “complicidad” a “altos responsables de la policía”.

Las chicas que escaparon acudieron a Hizbulá (movimiento chií libanés). “Creíamos que nos protegería porque apoyamos al régimen sirio y que si íbamos a los servicios de Seguridad General acabaríamos otra vez en manos de A.”, subrayó Sally.

MÁS DE 200 ABORTOS

Algunas chicas no habían salido a la calle en cinco años, excepto cuando se las llevó Rijawi a su casa para “probarlas” o cuando fueron a abortar a la clínica del doctor Riad Alam, que confesó a la policía haber practicado más de 200 abortos a esclavas sexuales.

“Un cliente me dejó embarazada, pero como muchos pedían estar conmigo retrasaron mi aborto hasta que estuve de cuatro meses. Me dieron un medicamento para matar al feto”, confesó Rana (nombre falso), de 24 años, que estuvo a punto de morir por una hemorragia.

“A muchas chicas las obligaron a abortar en el médico o con pastillas (…) Los fetos estaban enterrados en un jardín de Chez Maurice”, aseguró a la agencia AFP Soha, nombre falso de una siria de 26 años esclavizada desde el 2008.

HASTA 40 CLIENTES AL DÍA

“Teníamos que acostarnos con 15 o 20 hombres al día, a veces con 40. Si nos negábamos a ser sodomizadas, a realizar una felación, a mantener una relación sin preservativo o si un cliente decía que no estaba satisfecho, nos pegaban con el látigo o con un tubo de plástico y a quien intentaba escaparse, le daban patadas en la cabeza y el vientre”, señaló Soha. 

Las esclavas recibían clientes cada día durante 14 o 15 horas. A algunas las alquilaban por jornada o períodos largos, por tarifas de 1.000 a 20.000 dólares. “Me sentía como una basura. No sentía mi cuerpo, pertenecía a mis torturadores, a los clientes (…) Han destruido nuestra vida”, dijo Soha.

FALSAS PROMESAS DE TRABAJO O MATRIMONIO

“A la mayoría de mujeres les hicieron promesas falsas de trabajo o matrimonio o se aprovecharon de su vulnerabilidad. A muchas las violaron el primer día para someterlas”, explica a este diario Maya Ammar, portavoz de la oenegé libanesa Kafa, que apoya a algunas de las víctimas.

Al menos 40 de las 75 mujeres se encuentran en refugios donde reciben asistencia psicológica y legal, el resto están con familiares o amigos. “Algunas han vuelto a Siria y otras quieren hacerlo. Una parte de las mujeres van a denunciar a los traficantes -libaneses y sirios- y a solicitar una compensación”, señala Ammar.